Lo único que nos une es la clase social, no la orientación sexual

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Partido Comunista de Gran Bretaña Marxista-Leninista

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Este texto es un extracto de un discurso pronunciado por un miembro del comité central del Partido Comunista de Gran Bretaña Marxista-Leninista durante su Octavo Congreso.

Su autora es una profesora universitaria con máster y doctorado en el ámbito LGTBQ y «teoría queer», con varios años de experiencia académica y conferencias. 

El discurso fue parte de un debate amplio sobre el tema de la política identitaria en general y el activismo LGBTI en particular. Al final de la discusión el congreso aprobó de manera abrumadora la resolución de emergencia del comité central sobre políticas de identidad . Otras resoluciones sobre el tema que pedían al partido que adoptara el activismo LGBTI en su programa, fueron rechazadas de manera abrumadora.

La razón de nuestro debate de hoy es un fenómeno que encontré por primera vez como académica haciendo un master y posteriormente un doctorado en humanidades. Durante los últimos ocho años he trabajado dando conferencias sobre identidades LGBTI, teoría “queer” y el comportamiento de las políticas identitarias.

En 1995 hubo un gran cambio en las humanidades, un momento que puedo ubicar claramente en la trayectoria de mis propios estudios, que coincidió con el inicio de mi formación para obtener un título de graduado en idiomas y lingüística en Europa. Este cambio se consolidó cuando comencé mi programa de posgrado en Gran Bretaña, en las entrañas de la educación capitalista occidental.

Lo primero que me enseñaron, primero como estudiante y más tarde como parte del personal académico a partir del año 2000, se basó en libros que se habían publicado años antes, desde la década de 1960 y sobre lo que la izquierda europea consideraba «el fin de la lucha de clases”: ya no necesitábamos hablar de clase social en las humanidades; ya no estaba “de moda” considerar “la gran narrativa de la clase social”, ya que tales ideas habían muerto después de mayo del 68.

En su lugar me dijeron que necesitábamos hablar sobre la «identidad» basada en la noción de «diferencia». Yo necesitaba familiarizarme con el movimiento filosófico completo que se centra en la diferencia, ya que no habla de cosas que puedan unir a las personas en torno a una realidad compartida, o sobre condiciones materiales que las personas pueden tener en común, porque proclama esta idea como un «fracaso» desde el principio, argumentando que es inútil tratar de encontrar cosas en común con los demás.

Me enseñaron que la comprensión de este «fracaso» debería ser la base de las humanidades y la cultura contemporáneas, y que ya no era necesario estudiar las ciencias «positivistas» como la sociología con sus categorías rígidas; ya no había necesidad de investigar las explicaciones sociológicas de los fenómenos culturales, porque esto conduce a conclusiones «deterministas». En su lugar, se debe ir directamente a las teorías postestructuralistas, a las ideas sobre la «deconstrucción» y a los filósofos posmodernos como Jacques Derrida para abordar la «diferencia» como la única idea que une a las personas.

Esta fue la conclusión de mis estudios de posgrado: estamos unidos sólo en nuestro individualismo. Todavía puedo recibir ingresos económicos o pasajes de avión ofrecidos por las universidades para dar conferencias sobre ‘estudios queer’, en cuyo caso puedo hacer todo lo posible para transformarlo en oportunidades para el análisis de clase, pero, créanme, eso no es nada fácil.

Por supuesto, me pagan por hora y sin contrato permanente como profesora, porque las empresas universitarias donde trabajé tienen una política de discriminación positiva, que prioriza la contratación de un hombre que se autoidentifica como «mujer». De esta manera él puede conseguir una plaza de profesor ya que está en corcondancia con la gestión financiera de la universidad, que evitaría el pago de mi licencia de maternidad. Se necesita comparar la base material de mi existencia y la identidad de un hombre que se llama a sí mismo mujer, y que ha estudiado a Derrida, por supuesto, como lo he hecho yo. Este hombre tiene todo el respaldo filosófico, además del financiamiento universitario, para reforzar su posición y calificar la clase social como un «proyecto fallido» similar al proyecto de la Ilustración (esto es lo que enseñan en el posmodernismo: el fin de la lógica, el fin de la historia y la inutilidad de la lucha social y la resistencia).

¿Estamos en este partido porque estamos de acuerdo con lo que dijo Karl Marx? ¿Entendemos la necesidad de escapar de esta educación capitalista que nos incapacita, que inhabilita nuestra capacidad de unirnos, de entender lo que tenemos en común y actuar en consecuencia, y que encima nos enseña a fetichizar nuestra derrota? Me han ofrecido varios trabajos para hablar sobre mi “pérdida”, sobre lo que me hace diferente, como mujer, para hablar sobre la violación y los traumas del “patriarcado”. Una puede hacer carreras académicas llamándose «antipatriarcal» y considerándose a sí misma que pertenece a «una clase por nuestra cuenta». Pero no estamos en este partido porque [las mujeres] pensemos que somos una clase por nuestra cuenta, y nadie que sea marxista leninista debería creer eso.

Definitivamente, una puede ganar más dinero enseñando a otras a creer que son una clase en sí mismas, pero estamos aquí porque defendemos la verdad, no las carreras profesionales. Defendemos a Stalin porque defendemos la verdad histórica, no porque Stalin nos distinga por ser «diferentes». Estoy seguro de que hoy en día algunos pueden venir a este partido para ser «ellos mismos», como otra forma «radical» de fetichizar su «identidad» y de declararse «diferentes» a otras personas gays, lesbianas o de «género fluido». Defender a Stalin puede convertirse en otra forma de autoidentificarse.

Pero no estamos aquí para defender nuestras identidades individuales. Estamos aquí para encontrar realmente cómo llegar a la sociedad comunista. Si queremos ayudar a las personas que están en un estado de derrota, en un estado de dependencia, entonces tenemos que ser «comunistas» y atrevernos a hablar sobre cuestiones que son alternativa a lo que nos enseñan.

Primero, debemos ser conscientes exactamente de qué mentiras y falacias nos están enseñando las clases dominantes, y cómo estas ideologías nos incapacitan al encubrirnos en una narrativa sobre el «empoderamiento» individual, el «cuerpo» y la «autoliberación». Nos enseñan que somos más “organismo” si somos “híbridos”, “fluidos”, individuales, sin apego a la biología o fundamentos materiales, o como precarios.

Nos enseñan que ya no está de moda esperar a disfrutar de una jubilación, una pensión o una vivienda permanente: está de moda ser “nómada”, es creativo vivir con precariedad y no tener un trabajo permanente. Nos enseñan a amar el «cambio» y a rechazar la «estabilidad», uniéndonos con otros para amar nuestra «carencia», lo que el capitalismo nos ha robado.

Nos enseñan a amar las enfermedades del capitalismo, los traumas de la explotación, impulsan a las personas a creer que esta actitud es revolucionaria, pero eso es falsa conciencia y nada más. Hacen una parodia de la clase obrera. Esta ideología nos segrega, nos aísla en multitudes solitarias y pasivas de «yo». Nos enseñan a odiar lo que es saludable y, en cambio, a que amemos nuestras enfermedades.

El momento de la verdad llegó para mí cuando me negaron mi premio en la tesis doctoral. Mi tesis fue una crítica de la educación “inclusiva” de New Labour [Nuevo Laborismo]. En él hablé sobre las carencias de los estudiantes y, aparentemente, cometí el “error” de no vincular estas carencias con la política de identidad, en lugar de hablar de ellas en términos de clase. Argumenté que la educación burguesa oprime a los niños no porque estén discapacitados física o mentalmente, sino porque son niños de clase trabajadora. Argumenté que el capitalismo define la identidad burguesa como capacidad. Se considera que las personas son capaces cuando pertenecen a la burguesía y se someten a su ideología. El capitalismo considera que la identidad de la clase trabajadora es una discapacidad, y trata de gestionarla e integrarla en su sistema de explotación, no para aliviarla o curarla.

En el momento en que comencé a sacar estas conclusiones los examinadores impugnaron mi metodología por «razones éticas» y me negaron mi doctorado. Tuve que volver a presentar mi tesis porque, según los examinadores, estaba «etiquetando» a las personas llamándolas «clase trabajadora». La única identidad verdadera, una realidad sociológica que pude probar con mucha evidencia estadística, fue censurada como «etiqueta». Se me prohibió hablar sobre la clase social de mis alumnos pero podía realizar una encuesta sobre los «deseos sexuales» de niños de la escuela primaria sin ningún problema.

Estoy en este partido porque el comunismo es el único discurso, la única filosofía, la única manera de hablar de las cosas tal como son y de reunir a las personas no sobre sus «carencias» sino en torno a su única identidad colectiva, la única que tenemos, la que se basa en nuestra clase. No estamos aquí para fetichizar los traumas que vivimos bajo el capitalismo.

En una sociedad comunista las personas tienen experiencias entre sí mismas y con las demás de manera diferente, como sucede en Cuba. No podemos compararnos con Cuba, que se ha desarrollado a través del socialismo. Allí el pueblo está en el poder, y éste crea su legislación importante para su sociedad y para su lugar en el ámbito internacional. A los niños cubanos en las escuelas no se les enseña lo que se les enseña a nuestros niños. El estado y el gobierno socialista filtran las cosas de manera muy diferente porque la economía no es la misma que tenemos aquí. Las leyes cubanas sobre LGBTI no pueden compararse con las que dominan política británica. Como trabajadores británicos, tenemos que centrarnos en lo que está sucediendo en nuestro propio país y buscar una alternativa de educación a la que estamos recibiendo.

Tenemos que promover las cosas que nos unen y no las cosas que nos dividen. La única cosa que nos une es la clase, y si usted se preocupa por el bienestar de las personas gays, las mujeres violadas, los niños discapacitados, etc, usted tiene que declarar que la única posibilidad que tiene es que si ellos actúan colectivamente en un sistema organizado de política basada en sus intereses de clase, y no sobre un vago idealismo.

Si te importa la dignidad de las personas oprimidas debes convencerlas de que se unan con las demás y exijan el poder, que exijan todo lo que discutimos en las resoluciones de nuestro congreso del partido.

El marxismo-leninismo es la única manera de garantizar que la lucha de los trabajadores triunfará. Como marxistas-leninistas no somos condescendientes con la gente; no les decimos que lo que están pasando es algo que deben usar como identidad, porque esas identidades aislantes los incapacitan. Tenemos una responsabilidad con las personas que sufren y tenemos que defenderlas diciendo la verdad.

Los “derechos de los transexuales” son ideología burguesa. Todo el asunto confunde la realidad. Es puro idealismo porque la realidad es que no podemos elegir nuestra identidad a voluntad. Es una ilusión, un error y un crimen enseñar a las personas a pensar que pueden elegir algo así, bajo el capitalismo.

Estamos aquí para ayudarlos a disipar sus ilusiones burguesas, y las nuestras ante todo, por más agobiantes y dolorosas que puedan ser.

Artículo original:

https://www.cpgb-ml.org/2018/12/07/news/the-only-thing-that-unites-us-is-class/

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