Arnaldo Musa.— Se especula que con la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos se completaría la tan mil veces anunciada retirada de las tropas norteamericanas que agredieron y ocupan a Afganistán hace cerca de 19 años, y disminuirían las que controlan el robo del petróleo en el norte de Siria.
La derrota de los terroristas del Estado Islámico y la imposibilidad de doblegar a las insurgentes guerrillas afganas, encabezada por el Talibán, han hecho posible lo anterior, aunque, personalmente, me resisto a creer que ello pueda ser verdad, conociendo el espíritu halconístico predominante en el establishment estadounidense y las ansias de mantener las ganancias del emporio armamentístico, en una época en que la epidemia de la COVID-19 ha hecho decrecer el desarrollo económico.
Pero hay cosas que son ciertas e inocultables: el Ejército Árabe Sirio, con la ayuda militar rusa, hizo morder el polvo de la derrota a los terroristas, protegidos por EE.UU., tanto del Estado Islámico, como de las Fuerzas Democráticas Sirias, cuyos remanentes aún asesinan civiles y destruyen infraestructuras.
Como ya hemos comentado anteriormente, el Pentágono ha trasladado a más de 3 000 combatientes del EI a tierras afganas, con el fin de que enfrenten a su enemigo natural, el Talibán, que, pese a la propaganda en contra y sus defectos en relación a la mujer, ha expuesto que es contrario a los atentados suicidas y mucho menos a las explosiones de bombas en lugares públicos, no así contra objetivos militares.
Y mientras se afirma que EE.UU. está preparando “otras guerras”, la Agencia Central de Inteligencia y el Departamento de Estado están destruyendo los documentos en manos de los terroristas que los puedan vincular con la ayuda que le prestan, con el fin de trasladarlos a otros lugares de Eurasia, así como aconteció en Afganistán.
En realidad, los norteamericanos hacen con sus terroristas lo mismo que habían hecho con los miembros del nazismo alemán que consideraban valiosos en la lucha contra la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial; o con los integrantes del Escuadrón 731 de Japón, especialistas en armas biológicas que hicieron experimentos muy crueles, según acota la periodista Vicky Peláez.
Todos los criminales de guerra considerados de importancia para la seguridad nacional norteamericana fueron evacuados a países seguros, es decir a territorios aliados o a EE.UU.
El creador de “mad mullah” para aterrorizar a los soviéticos en Afganistán en los años 80, Zbignew Brzezinski, está muerto, pero su consigna “Cualquiera que controle Eurasia, controlara el mundo”, está incorporada por Washington en su doctrina “Full Spectrum Dominance”.
Por el momento, eligieron a Afganistán para que sea el califato del Estado Islámico, desde donde piensan enviar a sus terroristas a las vecinas y antiguas repúblicas socialistas de Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, y su posterior traslado a Rusia. También Afganistán tiene frontera con China, Irán y Paquistán.
Fuente: Cubasí