Gobierno terrorista de EE. UU. acusa a Cuba de terrorismo

Uno de los atentados más sangrientos perpetrados por la CIA contra la Revolución Cubana fue la voladura del vapor La Coubre, en el puerto de La Habana, mientras descargaba armas y municiones, el 4 de marzo de 1960

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Delfín Xiqués Cutiño.—  Uno de los primeros ataques terroristas contra la joven Revolución Cubana ocurrió el 21 de octubre de 1959. Ese día, el piloto traidor exiliado en Miami, Pedro Luis Díaz Lanz, quien había sido jefe de la Fuerza Aérea cubana, tripulando un bimotor bombardeó varios barrios habaneros provocando 45 heridos y la muerte de dos personas.

Posteriormente, el propio Díaz Lanz confirmaría que había sido el autor del ataque. Con impunidad y protección de las autoridades estadounidenses, había despegado desde Pompano Beach, Florida, sin que nadie se lo impidiera.

Comenzaba así la guerra terrorista contra Cuba provocada por el gobierno de Estados Unidos, concebida como política de Estado y que, históricamente, ha sido plenamente comprobada y denunciada por el gobierno cubano en foros internacionales sobre el tema.

En sus ataques han utilizado una gran variedad de acciones políticas, militares, económicas, biológicas, diplomáticas, sicológicas, propagandísticas, de espionaje y de sabotaje.

También han organizado y apoyado logísticamente bandas armadas; así como alentado la deserción y los intentos de liquidar físicamente a los líderes del Gobierno cubano.

Son numerosos los documentos secretos desclasificados que así lo demuestran, y los millones de dólares que se aprueban anualmente para tal fin, cuya cifra aparece publicada en los medios de prensa como un presupuesto más del Gobierno yanqui, a espaldas de los contribuyentes que desconocen su destino final.

«El avión DC-8 derribado en Barbados era un avión de guerra camuflado con el rótulo de Cubana de Aviación», confesó Orlando Bosch, al Nuevo Herald, el 14 de octubre de 2001. Foto: Archivo

En tal sentido la Demanda del Pueblo de Cuba contra el Gobierno de Estados Unidos por daños humanos señala, en su primer RESULTANDO:

«Todas las acciones hostiles y agresivas ejecutadas por el Gobierno de Estados Unidos contra Cuba, desde el mismo triunfo de la Revolución hasta el presente, han causado enormes pérdidas materiales y humanas al pueblo, así como incalculable sufrimiento a los ciudadanos de este país, penurias ante la carencia de medicamentos, alimentos y otros medios indispensables para la vida…»

De acuerdo a la demanda presentada, la pérdida de vidas humanas alcanzó la cifra de 3 478 y 20 99 resultaron discapacitadas con lesiones permanentes a su integridad física.

Uno de los atentados más sangrientos perpetrado por la CIA contra la Revolución Cubana fue la voladura del vapor La Coubre, en el puerto de La Habana, mientras descargaba armas y municiones, el 4 de marzo de 1960.

En el siniestro perdió la vida más de un centenar de cubanos entre estibadores, trabajadores portuarios, y miembros del Ejército Rebelde que custodiaban la descarga. La cifra de tripulantes franceses fallecidos ascendió a seis.

En el derribo en pleno vuelo del avión de Cubana de Aviación en Barbados, perecieron 57 cubanos, 11 guyaneses, y 5 norcoreanos. Entre ellos se encontraba el equipo juvenil de esgrima de Cuba. Foto: Archivo

También debemos recordar que, cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro asistió a la Cumbre Iberoamericana en la venezolana Isla de Margarita, el brazo militar de la organización contrarrevolucionaria Fundación Nacional Cubanoamericana, intentó asesinarlo.

Varios de sus miembros fueron detenidos y a bordo del yate La Esperanza, propiedad de Francisco «Pepe» Henández, luego presidente de la Fundación, se encontró un fusil calibre 50 de su propiedad, capaz de perforar vehículos blindados. En diciembre de 1999 fueron absueltos.

Pero el atentado terrorista que el pueblo cubano jamás olvidará fue la explosión en pleno vuelo del avión de Cubana de Aviación, en Barbados, donde perecieron 73 personas, entre pasajeros y tripulantes.

Los autores intelectuales de esa vandálica acción fueron Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles (ambos fallecidos en libertad en la ciudad de Miami). Estuvieron detenidos en Venezuela, pero la Fundación financió la libertad de Bosch y la fuga de Posada Carriles. Ellos cínicamente reconocieron la autoría del sabotaje, mientras se paseaban tranquilamente por las calles de Miami.

Al referirse al sabotaje contra el avión de Cubana de Aviación, Fidel dijo: «Seguramente los norteamericanos lo comprenderán mejor comparando la población de Cuba de hace 25 años con la de Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. La muerte de 73 personas en un avión cubano hecho estallar en el aire es lo que significaría para el pueblo de Estados Unidos que siete aviones de las líneas aéreas norteamericanas, con más de 300 pasajeros cada uno, fuesen destruidos en pleno vuelo el mismo día, a la misma hora, por una conspiración terrorista».

En 1997 explotaron varias bombas en hoteles de La Habana, y Cuba denunció que los culpables residían en Estados Unidos. El Departamento de Estado respondió que investigaría si Cuba proporcionaba información.

Se entregó al FBI un abultado y secreto dossier donde aparecía el nombre de Luis Posada Carriles como el instigador de los atentados. Pero nada se hizo para detener a los terroristas. En cambio, la información proporcionada por el Gobierno cubano sirvió para perseguir, detener y procesar a los cinco agentes que mantenían vigilancia sobre Posada Carriles.

Félix García Rodríguez, diplomático cubano asesinado mientras conducía su automóvil por el distrito de Quees, Nueva York, el 11 de septiembre de 1980. Foto: Radiofoto

Los Cinco fueron condenados injustamente a largas sanciones y repartidos por prisiones de varios Estados.

Tres años más tarde, en noviembre de 2000, en ocasión de celebrarse en Panamá la Cumbre de los Pueblos, que sesionaba paralela a la 17ma. Cumbre de las Américas, y que tenía su sede en el Paraninfo de la Universidad de Panamá, los órganos de la Seguridad del Estado cubana descubrieron un plan terrorista para intentar asesinar a Fidel.

El diplomático cubano Carlos Rafael Zamora, testigo de aquellos hechos recuerda:

«La parte cubana entregó a la panameña un listado de los terroristas, sus alias y los tipos de pasaporte que podían utilizar para entrar al país. Allí aparecían todos los personajes que participaron en la planificación del atentado. Fui testigo de las conversaciones sostenidas con las autoridades de Panamá, en las que expresamos la preocupación de la delegación cubana frente a la presencia de los terroristas, y la amenaza que suponían para la seguridad del Comandante en Jefe y la comitiva cubana».

La quema de caña fue otro de los métodos utilizados para dañar la economía cubana. «Si tuviéramos más recursos, ardería Cuba de un extremo a otro», declaró a la prensa en Miami el terrorista Orlando Bosch, el 17 de enero de 1965. Foto: Archivo

Al llegar a Panamá, en una conferencia de prensa Fidel denunció los planes de los terroristas y proporcionó información para la captura de los mismos. Posada Carriles se hacía llamar Franco Rodríguez Mena, se alojaba en la habitación 310 del hotel Coral Suites, de ciudad Panamá. Allí fue detenido. Los agentes cubanos habían neutralizado el ataque de los cuatro terroristas al Paraninfo de la Universidad donde se ocultarían nueve kilogramos de explosivo C-4. Unas 2 000 personas se concentrarían en el lugar. Sería una verdadera masacre.

El gobierno de la presidenta Mireya Moscoso, bajo presión nacional e internacional, tuvo que sancionar a los cuatro implicados a unas penas casi simbólicas. De Miami llovían los mensajes de la Fundación para que los liberaran. Eso ocurrió el 26 de agosto de 2004. Un día antes de que la mandataria panameña entregara la presidencia, los indultó.

Dicen que Posada Carriles se llevó a la tumba muchos secretos. Creo que el más importante todos lo conocían: fue un incondicional asesino terrorista al servicio de la CIA.

La destrucción de ingenios azucareros y la quema de caña con bombas incendiarias estaba dirigida no solo a afectar la industria azucarera, sino también a sembrar el terror entre los campesinos. Foto: Archivo
Numerosas embarcaciones pesqueras fueron agredidas y muertos sus tripulantes por los terroristas que tenían su base en la Florida. Foto: Archivo

Hace unos días el señor Mike Pompeo, hasta ayer secretario de Estado, dio a conocer la decisión del gobierno yanki de incluir a Cuba en una lista donde aparecen los nombres de los países que supuestamente ellos consideran que son «patrocinadores del terrorismo».

En un comunicado Pompeo amenazadoramente señaló: «Con esta medida de nuevo hacemos responsable al gobierno de Cuba, y mandamos un claro mensaje: el régimen castrista debe acabar con su apoyo al terrorismo internacional y con la subversión de la justicia estadounidense…».

Cuando se produjo el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos en 2015, el entonces presidente Barack Obama, borró el nombre de Cuba de esa lista donde permanecía injustamente desde el año 1982. A pocos días de dejar la Casa Blanca, Donald Trump tomó esta cínica decisión, seguramente para quedar bien con la mafia cubanoamericana de Miami.

Por cierto, desde la Florida enseguida se alzaron voces de apoyo a la siniestra decisión sin importarles su pasado y presente como terroristas confesos: Otto Reich (Centro para una Cuba Libre), Orlando Gutiérrez Boronat (Directorio Democrático Cubano), Antonio Díaz Sánchez (Movimiento Cristiano de Liberación), Ramón Saúl Sánchez (Movimiento Democracia) y Rosa María Payá (Cuba Decide).

Y por si esto fuera poco, la congresista republicana de origen cubano María Elvira Salazar, patrocinada también por sus colegas Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez, presentó un proyecto de ley para que Cuba continúe en la lista como patrocinadora del terrorismo.

«De aprobarse el proyecto, otros gobiernos, como el entrante, no podrán excluir a Cuba de esa lista negra hasta que haya cambios en la Isla», publicó EFE.

Tanta falsedad y cinismo encuentran respuesta en la historia y en Fidel:

«(Si)… tomamos en cuenta los 3 478 cubanos que han muerto durante más de 42 años por las acciones agresivas, incluidas la invasión a Playa Girón y todos los actos terroristas que ha sufrido Cuba originados en Estados Unidos, es como si en ese país hubiesen muerto 88 434 personas, una cifra casi igual al número de norteamericanos que murieron en las guerras de Corea y Vietnam juntas».

Armas, explosivos y equipo de radiocomunicaciones fueron los suministros bélicos que la CIA dejaba caer en paracaídas para los terroristas. Foto: Archivo

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