El domingo, el jefe de Política Exterior de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, escribió en su blog que los resultados de su viaje a Rusia indicaban que las autoridades del país euroasiático no estaban interesadas en mejorar las relaciones con el bloque comunitario y planteó que, durante la próxima reunión de los cancilleres de los Veintisiete, el 22 de febrero, se barajasen más sanciones a Rusia debido a la situación en torno al opositor encarcelado ruso Alexéi Navalni.
En reacción a estas declaraciones, el jefe de la Diplomacia rusa ha asegurado este lunes que, a pesar de la conflictiva visita de Borrell, concluida el sábado, Rusia está dispuesta a “normalizar todo el conjunto de las relaciones con la UE, no sobre la base de exigencias, sino del respeto de los intereses mutuos”.
“Fue la UE la que desde 2014 destruyó la arquitectura de los lazos con nuestro país, construida minuciosamente durante muchos años […] ¿Quién se distancia de quién? ¿Tal vez sea la UE la que se aleja de Rusia, del idioma y la cultura rusos?”, ha agregado Lavrov.
Con respecto al caso de Navalni, el canciller ruso ha enfatizado que los países occidentales intentan convertir el tema del opositor ruso en uno de los principales en el diálogo con Moscú.
En esta misma línea, Lavrov ha argumentado que la Fiscalía General de Rusia ha solicitado al Ministerio de Justicia de Alemania toda la información sobre los resultados de las investigaciones efectuadas por los servicios germanos, pero Berlín se ha negado a entregar a Moscú los documentos que incluyen los “médicos de Navalni, su expediente médico y los análisis de laboratorio realizados”.
El caso Navalni ha tensado más la relación entre Rusia y Europa. El viernes, Moscú expulsó a diplomáticos de Suecia, Polonia y Alemania, a los que acusa de haber participado en protestas no autorizadas a favor del aludido opositor.
Tras el anuncio de la decisión de la corte moscovita de sustituir la libertad condicional del opositor ruso por una condena real de 3,5 años de prisión, varios países occidentales solicitaron la liberación de Navalni, como EE.UU., Francia, el Reino Unido y Alemania. No obstante, desde el Kremlín les recomendaron prestar atención a la situación de sus propios territorios y dejar de interferir en los asuntos internos de otros Estados.
