Pedro Sánchez no es pacifista, es un impostor

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Pedro Sánchez es el secretario general del PSOE, el partido que creó los GAL financiándolo y pagando a sus mercenarios con dinero de los contribuyentes. Este grupo asesinó a 27 personas, secuestró y causó grandes destrozos materiales. Hoy, tantos años después, el PSOE todavía no ha condenado a los GAL; sería como condenarse a sí mismo. Sin embargo, bien que exige a otras personas y a otros partidos la condena de violencias ajenas.
Cualquiera sabe que el señor X de tan siniestros mercenarios es Felipe González. Este individuo, acérrimo defensor de todas las causas fascistas hoy en el mundo, sigue siendo militante del PSOE y, aunque no tiene ningún cargo dentro del mismo, continúa teniendo su peso.
Orlando Figuera, de 21 años, fue quemado vivo durante los actos terroristas de 2017, principalmente dirigidos por Leopoldo López, hoy protegido por el Gobierno de Pedro Sánchez. Orlando Figuera murió dos semanas después como consecuencia de las quemaduras.
Pues bien, en su tiempo como presidente del gobierno, González encubrió a torturados que, además de no sancionarlos, les ascendió. No hace tanto tiempo, Pedro Sánchez (cuando la CIA desclasificó unos documentos sobre los GAL diciendo lo que ya todo el mundo sabía) ensalzó la labor del señor X en aquella época y restó importancia a su implicación en tan deleznables hechos. Pero, aunque el PSOE está lleno de mierda hasta las orejas en el devenir de aquellos años, no me voy a extender poniendo más ejemplos de los gobiernos de Felipe González.
Estos días Pedro Sánchez ha vuelto a olvidar el pasado y presente siniestro del partido que dirige y ha arremetido contra quienes se manifiestan por la libertad de Pablo Hasel. Descalifica sin pudor a los “violentos”, por supuesto que sin incluir a las fuerzas de seguridad del estado que, sin duda, son quienes, antes que nadie y de manera absolutamente impune la está utilizando brutalmente contra los y las manifestantes. Esto también es de dominio público, ya que existen por doquier imágenes y vídeos que lo certifica.
Pues sí, como buen defensor de que la violencia debe ser monopolio del Estado, Pedro Sánchez compareció para condenar la que se está registrando (insisto en que no la de su policía) en las calles durante estos días.
Es mentira que Sánchez esté en contra de la violencia. Lo está si no es la que ejercen ellos o sus secuaces en el Estado español o en otras partes del mundo. La desfachatez del presidente del Gobierno español es mayúscula. Pondré un ejemplo.
Sánchez nunca condenó la violencia de los opositores en Venezuela. Lejos de condenar las conocidas guarimbas las justificó. ¿Cómo? Arremetiendo contra el legítimo Gobierno Bolivariano y ensalzando como héroes de la patria a quienes estaban detrás de las mismas.
Sánchez condena los altercados que se están produciendo estos días en varios puntos del Estado español que, comparado con lo que sucedió en Venezuela, es tontería. Se debe subrayar que aquí no ha habido ningún muerto, en cambio en las calles de Caracas hubo bastantes. Algunas personas, incluso, fueron quemadas vivas por sus ensalzados “libertadores”.
Cabe subrayar que el mayor instigador de estos hechos fue Leopoldo López, condenado por su responsabilidad en la muerte de 43 personas. Sin embargo, todo el mundo sabe que, tras fugarse de su arresto domiciliario y luego de pasar larga temporada protegido en la embajada española en Caracas, López se fugó con la ayuda del Gobierno de España. También se sabe que el prófugo de la Justicia venezolana fue acogido por Sánchez en el país que preside; incluso, recibió al terrorista en la sede del PSOE.
Pedro Sánchez y Leopoldo López en la sede del PSOE de la calle Ferraz
No está de más añadir que el Gobierno de Sánchez también protege a otro terrorista venezolano, al haberle concedido pasaporte diplomático español. Se trata de Lorent Saleh, otro siniestro individuo responsable de las mencionadas guarimbas.
Lorent Saleh
Esto, sin duda, es prueba fehaciente de que Sánchez sólo está contra la violencia que no le interesa, la que perjudica a los espurios intereses de sus conocidos jefes: del gran capital. Pedro Sánchez no es pacifista, como pretende hacernos creer. Cuando «defiende» el pacifismo, está ejerciendo de impostor.

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