La lógica del imperialismo

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Alemania pretende simplificar el procedimiento de entrada y empelo para los trabajadores migrantes de Ucrania. Así lo anunció la embajadora alemana Anka Feldguzen en un encuentro online en el que sintetizó claramente las perspectivas europeas de Ucrania. “Todos dependemos mucho del curso de desarrollo de la pandemia. Mis colegas aquí y en Alemania están trabajando intensamente para garantizar que los trabajadores migrantes pueden ir a Alemania, por ejemplo a las granjas, a recoger fruta, fresas”, afirmó. Con sus palabras queda claro que la economía más grande de Europa va a competir con los checos y polacos por la mano de obra barata de Ucrania.

Según la embajadora, el régimen de viaje sin visados no da a los ucranianos la posibilidad de trabajar legalmente en la Unión Europea, ya que solo les permite permanecer en el territorio durante noventa días al año. “Ahora necesitamos buscar otra base legal para que estas personas puedan entrar legalmente a Alemania y trabajar allí. Estamos en contacto con las instituciones para conseguirlo”, añadió Feldguzen, que apuntó que el régimen de viaje sin visado entre Ucrania y la Unión Europea no se va a recuperar en los próximos meses, pero eso no debería ser un problema para que migrantes ucranianos puedan recoger fresas.

Las confesiones de la diplomática reflejan las tendencias de los tiempos. Las empresas alemanas, seguidas por el Gobierno alemán, están interesadas en estimular la llegada de migrantes de la periferia del este de Europa y la Ucrania post-Maidan es la principal reserva de mano de obra en la región. La clase política europea trabaja para atraer a migrantes de países pobres y dependientes, consciente de que la población en edad activa es uno de los factores decisivos para superar la crisis. Es más, el análisis de los procesos demográficos indica una reducción de las tasas de natalidad en los países desarrollados de la Unión Europea pese al inhumano intento de prohibir el aborto recientemente legalizado por las autoridades polacas.

“Según las previsiones del Gobierno, para 2030, Polonia no tendrá suficientes trabajadores. Y esto en el marco de la crisis demográfica y envejecimiento de la población. La pandemia ha mostrado que pese a que los polacos no tienen trabajo, las empresas necesitan constantemente trabajadores migrantes. Así que podemos esperar más programas sociales para la integración de los ucranianos en Polonia y nuevas iniciativas legislativas que faciliten y aceleren el acceso de los ucranianos al mercado laboral.

Las posibilidades para los ucranianos en Polonia son las mismas que el año pasado. Y las empresas donde trabajan los ucranianos funcionan con normalidad en estos momentos. Se necesita mano de obra en las empresas de producción alimenticia: factorías de pescado, plantas cárnicas e incluso producción de congelados. También en logística y almacenes. Desde principios de año esperamos un aumento en el número de vacantes en las fábricas de electrónica y automoción. Algunas empresas están empezando a preparar la temporada de verano y recibimos peticiones de mano de obra de las empresas”, afirmó en una entrevista Tomas Bogdevich, CEO de la compañía internacional de recursos humanos Gremi Personal.

Estos mismos factores determinarán la nueva política migratoria de las autoridades alemanas y se atraerá a migrantes no solo para la recogida de frutas y verduras. Por ejemplo, el operador ferroviario Deutsche Bahn ha invitado a conductores de tren ucranianos a los que les ofrece un curso de entrenamiento en Leipzig y Berlín. Según el anuncio publicado en la web, para solicitar el puesto hay que ser mayor de 21 años, hablar alemán, tener educación profesional o superior, títulos que serían confirmados por la Cámara de Comercio de Alemania.

Los anuncios prometen ayudar a los trabajadores con un paquete de compensación y un contrato indefinido. Según los trabajadores ferroviarios ucranianos, los alemanes están intentando atraer a los especialistas de Ukrzaliznytsia, que se encuentra en un proceso de reforma neoliberal con despidos masivos de personal sobrante. Es más, Deutsche Bahn es consciente de la situación en Ucrania, que invito a sus colegas alemanes para consultas sobre la gestión ferroviaria.

Sin embargo, las empresas alemanas el trabajo sin papeles de la mano de obra ucraniana. Así lo demostró claramente la redada a gran escala realizada por la policía alemana en industrias cárnicas el pasado otoño. Según informó Spiegel, cientos de policías realizaron registros en apartamentos privados, oficinas y talleres deteniendo a trabajadores extranjeros, entre los que había trabajadores ucranianos. Habían llegado al país con documentación falsa o invitaciones falsificadas de estudiantes para trabajar en los mataderos. Los migrantes vivían hacinados en pisos de cinco o seis, trabajaban en los trabajos más duros, esos que normalmente no aceptan los ciudadanos alemanes. Según la investigación, estas personas habían supuesto para las empresas un beneficio de un millón y medio de euros, algo que da una idea del volumen de la economía sumergida.

Con las redadas hubo también interceptación de autobuses con más trabajadores que llegaban de Ucrania a Alemania por Austria o la República Checa utilizando carreteras secundarias. Gran parte de los detenidos fueron encerrados en centros de internamiento para inmigrantes. Según Die Linke, que solicitó información al Ministerio del Interior alemán, antes de la pandemia, Ucrania era el país con más trabajadores deportados: 1252 personas de las 11000 deportadas. Desde entonces, la situación no ha cambiado sustancialmente, lo que empuja a las autoridades alemanas a decidir legalizar, al menos parcialmente, la llegada de mano de obra de Ucrania. No es por razones humanitarias sino por sus intereses empresariales.

“De hecho, Alemania implementa la política planteada en el modelo económico de la Unión Europea. Este concepto fue descrito por Friedman cuando se discutía la idea de crear una moneda única. Ese sistema requiere libre circulación de trabajo y capital para mantener la estabilidad. Lo que estamos viendo hora es la migración de trabajo a los lugares en los que hay capital disponible. Por desgracia, muchos de nuestros gobiernos han adoptado una política en la que solo los locos invertirían en Ucrania. Así que hay un flujo de mano de obra hacia los lugares en los que hay dinero para la creación de unidades de producción”, escribió Sergey Guz, fundador del Sindicato Independiente de Prensa de Kiev.

El número de trabajadores en el extranjero aumenta constantemente pese a las restricciones asociadas a la pandemia de coronavirus. A principios de febrero, en la frontera de Polonia fue detenido el grupo más grandes de personas con permisos de trabajo falsificados que en los últimos años ha intentado entrar en la Unión Europea.

La población ucraniana está siendo expulsadas del país a base de paro, aumento de precios y tarifas y completa ausencia de perspectivas de futuro. El problema es que el éxodo masivo de población en edad de trabajar deja a Ucrania sin perspectivas, tal y como han advertido repetidamente expertos en el campo de la demografía. Sin embargo, eso no preocupa al Gobierno neoliberal de Kiev, ya que cree que la emigración reduce tensiones sociales y suministra remesas.

Por desgracia, esto no presagia nada bueno para el futuro del país. La invitación de Alemania para recoger fresas evoca una oscura asociación con los tiempos del Reich, cuando la población ucraniana era encerrada en vagones que la llevaba a trabajar a Alemania. Obviamente, el paralelismo solo es parcial. El actual Gobierno alemán criminaliza la ideología y los símbolos nazis, al contrario que la Ucrania post-Maidan. Pero la lógica del proceso sigue siendo la misma: es la lógica del imperialismo, que aún mira a la periferia del este en busca de recursos naturales y humanos.

“En nuestro tiempo, los países de Europa del este se han vuelto a convertir en semicolonias de Occidente: así era antes de 1917 y así es desde 1991. Europa del este vuelve a convertirse en la principal reserva de mano de obra del capital alemán. El trabajo sucio en los campos y los peores trabajos en las fábricas está siendo realizado por trabajadores del este. Suena familiar, ¿no?”, escribió el periodista Fabian Lehr, que publicó un artículo en Neues Deutschland que hablaba de la discriminación que sufren los trabajadores y trabajadoras de Europa del este.

Esta es la integración europea con la que pueden contar los ucranianos.

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