Nicole Oliveira, astronauta brasileña, de 8 años, que ha descubierto siete asteroides.

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Zhong Sheng.— El martes 27 de julio se emitió una declaración conjunta en nombre de los llamados funcionarios científicos de EE.UU. y sus aliados, en apoyo de la segunda fase del estudio de origen COVID-19 dirigido por la OMS.

En dicho documento se indica que si China rechaza la segunda fase del estudio, entonces no estaría asumiendo su responsabilidad de ayudar al mundo a sacar lecciones de la crisis y estaría destruyendo las normas de la comunidad científica.

Esta declaración, que no muestra ningún respeto por los hechos, debería ser estudiada a fondo por Estados Unidos (en lugar de China), ya que está claro quién es el no está trabajando para deshacerse de la pandemia y desvirtua las normas de la ciencia.

La segunda fase del estudio de localización de orígenes propuesto recientemente por la OMS no tiene nada que ver con la objetividad o el espíritu de cooperación. No es un plan que busque los orígenes del nuevo coronavirus, sino una estrategia que intenta desacreditar al país. China nunca lo aceptará.

China no solo es el primer país que ha puesto el COVID-19 bajo control, sino que también hace todo lo posible por ofrecer materiales, información y vacunas para que la comunidad internacional supere las dificultades actuales. Asimismo, China es también el primer país en compartir datos relevantes con la OMS y unirse, de una manera integral, al trabajo de rastreo del origen.

A principios de este año, un equipo conjunto OMS-China para el estudio global de los orígenes del COVID-19 lanzó una investigación basada en la ciencia y la evidencia. Al ser abierta, transparente, basada en la ciencia y de espíritu cooperativo, China apoya plenamente la labor del equipo conjunto y satisface sus demandas de investigación. En el rastreo de los orígenes, China ha dado un buen ejemplo de cooperación internacional.

El equipo conjunto estudió cómo se introdujo el virus en el mundo humano, y llegó a la conclusión científica de que una fuga de laboratorio era extremadamente improbable. Este tesis fue reconocida por la comunidad científica internacional.

De hecho, la parte china del estudio global de los orígenes del COVID-19 ya está lista. Sin embargo, EE.UU., el país más desarrollado del mundo, sigue viviendo una tragedia con más de 611.000 muertes y casi 35 millones de infecciones. Y sus arbitrarias políticas están haciendo que el virus se propague de una manera muy rápida hacia sus países vecinos. Valorando estos hechos, ¿cuál es el país que no está asumiendo la responsabilidad de ayudar al mundo a salir de la crisis de COVID-19?

El estudio del rastreo del origen es una carrera entre la ciencia y el virus, grave y urgente. La segunda fase del estudio será una extensión de la primera fase porque lo que se hizo en la primera fase, especialmente en aquellos temas a los que se ha llegado a una conclusión clara, no deben repetirse. Perder ese tiempo es faltarle el respeto a la vida humana.

Cada vez hay más estudios científicos que indican que el COVID-19 pudo haberse originado en múltiples países y regiones y que los casos de infección en EE.UU. y algunos otros países fueron anteriores al primer caso registrado en Wuhan.

Sin embargo, el estudio de la segunda fase insiste en que importante investigar la posible fuga de laboratorio, e ignora las pistas significativas de las cadenas de frío y los estudios de los pacientes tempranos. Señalando con el dedo a China, no sólo niega sin fundamento las conclusiones basadas en la ciencia alcanzadas en el estudio de primera fase, sino que también ignora la grave situación que sufre Estados Unidos y otros países.

¿Quién daña las normas científicas con un plan que va en contra de la ciencia y el sentido común? Esta pregunta hace que la gente infunda que la llamada segunda fase del estudio de rastreo de origen ha sido severamente perturbada por la política y se desvía de la ciencia. Tal y como dijo un experto, la segunda fase del estudio es un insulto a los científicos que llevan meses buscando los orígenes de la pandemia, así como una traición a la ciencia y a los hechos.

La segunda fase de rastreo de orígenes perturba y destruye la cooperación internacional y los esfuerzos mundiales para combatir la pandemia. La Resolución 73.1 adoptada por la 73ª Asamblea Mundial de la Salud pide a la OMS que mantenga una estrecha cooperación con las organizaciones internacionales pertinentes y los países miembros, y que busque los orígenes del COVID-19 en los animales y sus vías de transmisión a los seres humanos a través de la colaboración científica y las investigaciones de campo. Esto significa que la siguiente fase del estudio de localización de orígenes debe ser dirigida por los países miembros de la OMS, y la propia OMS debe llevar a cabo amplias consultas para llegar a un consenso final. El borrador del plan de trabajo debe ser abierto y transparente, y no debe ser manipulado por unos pocos países. Sin embargo, el estudio de la segunda fase se propuso de manera poco transparente y es producto de la manipulación política. Hasta el momento, 60 países han enviado cartas a la OMS para expresar su reconocimiento de los resultados de la primera fase y su oposición contra la politización de la cuestión. Este resultado indica que la justicia internacional y las voces de estos países deben ser respetadas.

Encontrar los orígenes del virus puede prevenir eficazmente el surgimiento de pandemias similares. El rastreo del origen no debe estar contaminado por virus políticos, y no es una herramienta para que unos pocos países eludan responsabilidades y opriman a otros países. Nadie debería emplearlo para dividir a la sociedad internacional. Oponiéndose al estudio politizado del rastreo de origen de segunda fase, China está salvaguardando la naturaleza científica y la imparcialidad del rastreo de origen, los esfuerzos mundiales para combatir la pandemia, así como la salud y el bienestar de la humanidad.

Al solicitar en la declaración conjunta que China salvaguarde las normas de la ciencia, los llamados funcionarios científicos deben esperar que esas normas puedan aplicarse en todo el mundo, incluidos sus propios países. Sin embargo, esa falsa imparcialidad es simplemente irónica. Si realmente lo dicen en serio, deberían pedir a sus propios países y gobiernos que sean abiertos y transparentes, e inviten a los expertos de la OMS a iniciar estudios de rastreo de origen en sus propios países, tal como ha hecho China. También deberían sugerir a sus propios gobiernos que abandonen la manipulación política sobre el rastreo del origen y aborden las cuestiones científicas desde la ciencia. Esa ética es la que los funcionarios científicos deberían asumir.

(Zhong Sheng es un seudónimo utilizado por el Diario del Pueblo para expresar sus puntos de vista sobre política exterior y los asuntos internacionales vinculados con China.)

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