La campaña contra Kennedy no descansa. A los pesos pesados de La Sexta le han seguido los caniches de Cambio 16 con un artículo infumable en el que le acusan de todo, sobre todo de montar un imperio en torno a mentiras (1), es decir, con términos parecidos a los de Helena Resano, lo que denota que la pluma que redacta este tipo de libelos es la misma.
Los monopolios farmacéuticos protegen a Fauci, su niño mimado, porque le deben mucho: reparte el dinero y lleva las riendas de la sanidad mundial desde hace casi 40 años. La industria ya era poderosa antes, pero con el sida, Fauci los puso en la cumbre.
Antes el mercado farmacéutico sólo estaba disponible para quien pudiera pagar el precio, pero el sida amplió un mercado mundial que antes no existía, con continentes enteros, como África, capaces de absorber todo tipo de medicamentos. Al Continente Negro no había que llevar un plato de comida sino jeringuillas con pócimas sintéticas para introducir en las venas.
En su libro Kennedy destapa el modelo pandémico inaugurado por el sida en los años ochenta del siglo pasado, que hoy es conocido: proyecciones estadísticas, tests, rastreos, contagios, portadores asintomáticos… Entonces hubo las mismas discusiones que hoy y las mismas censuras. Sólo faltaron las vacunas. En 40 años no consiguieron con el sida lo que ahora han conseguido en sólo cuatro meses.
Después del tiempo transcurrido, si hay que hablar de mentiras es para recordar lo que fue y es el sida, sobre todo en continentes como África que, recurrentemente, vuelven a la primera plana, con sus millones de “casos” y de muertos.
Si en los países occidentales los “grupos de riesgo” eran varones toxicómanos, homosexuales y hemofílicos, todas las encuestas que se han llevado a cabo en África, dice Kennedy en su libro, muestran exactamente lo contrario: el 85 por ciento son heterosexuales y el 59 por ciento son mujeres.
Es normal porque “sida” no significa lo mismo en África que en cualquier país occidental. Si la misma definición se trasladara a África, el número de “casos” de sida sería cero y cuando hay que rellenar noticias para obtener subvenciones, lo mejor es cambiar el significado de las palabras.
Cuando casi todos creían olvidada aquella plaga tan sui generis, mucho más que la actual, se filtraron noticias curiosas que echaban por tierra las doctrinas del rastreo y el contagio: cuantos esfuerzos se han llevado a cabo para encontra al “paciente cero” han resultado baldíos. Como en todas las religiones, el “paciente cero” del sida es un “misterio”, decía el ABC hace unos años (2), que es tanto como admitir que desconocen el origen de la enfermedad.
“La gran falacia del ‘paciente cero’ del sida”, titulaba La Razón (3). Uno de los chivos expiatorios a los que endosaron la pandemia, fue finalmente rehabilitado gracias a la investigación de un equipo de la Universidad de Cambridge.
Es posible que tengamos que esperar otros 40 años para que los demás “misterios” del sida se resuelvan, y entonces quizá la prensa basura, como Cambio 16, también tenga que rehabilitar a Kennedy. Pero es mucho más probable que en el futuro leamos cosas como la siguiente: “El concepto de ‘paciente cero’ suena científico pero es cualquier cosa menos eso”. Es un concepto que se creó “por accidente”, añade Richard A. McKay (4).
Así va eso que algunos llaman “ciencia”, donde los conceptos surgen “al azar”, como si se tratara de una lotería.
(1) https://www.cambio16.com/robert-f-kennedy-jr-construyo-un-imperio-basado-en-la-desinformacion-sobre-las-vacunas/
(2) https://www.abc.es/historia/abci-sida-misterio-sin-resolver-paciente-cero-como-infecto-mundo-201512010326_noticia.html
(3) https://www.larazon.es/atusalud/la-gran-falacia-del-paciente-cero-del-sida-PL13811943/
(4) https://www.agenciasinc.es/Reportajes/Por-que-es-tan-importante-seguir-el-rastro-del-mal-llamado-paciente-cero