Miles de artistas, operadores de cines, organizadores de eventos y otros activistas denunciaron el domingo la decisión del gobierno de Bélgica de suspender las actividades culturales a fin de tratar de detener la propagación de la variante ómicron del coronavirus.
Con carteles que decían “Que siga el espectáculo” y “Sin cultura no hay futuro”, los activistas salieron a la calle a pesar de un torrencial aguacero.
Acusaron al gobierno de atacar injustamente al sector cultural con las nuevas restricciones.
Una banda acompañó la manifestación en la Mont des Arts de Bruselas, y varias figuras culturales ascendieron al escenario para denunciar las nuevas medidas.
Los organizadores exhortaron a los participantes a vestir la mascarilla y mantenerse distanciados. Las autoridades estiman que unas 5.000 personas participaron en la protesta, que fue pacífica.
Bajo las nuevas normas quedan limitadas las actividades en espacios cerrados y las compras en tiendas, y quedan prohibidos los eventos en estadios deportivos.
Sin embargo Bélgica no impuso un confinamiento colectivo total como lo hizo la vecina Holanda.
Tras casi dos años de cierres y aperturas limitadas, el sector cultural tenía la esperanza de que sus medidas de precaución — como medidores de calidad del aire, asientos separados y limitaciones al aforo — le eximirían de las restricciones.
Las medidas de Bélgicas se anunciaron pese a una disminución de las admisiones en hospitales en semanas recientes. El gobierno dice que la rápida propagación de la variante ómicron no le dejó otra alternativa que tomar medidas de precaución.