La economía mundial se desacelerará en su crecimiento según el informe intitulado ́Perspectivas económicas mundiales ́, que fuera publicitado por el Banco Mundial -BM. Se espera que el crecimiento mundial se desacelere notablemente, del 5,5 % en 2021 al 4,1 % en 2022 y al 3,2 % en 2023, a medida que la demanda reprimida se disipe y vaya disminuyendo el nivel de apoyo fiscal y monetario en todo el mundo.
Hay factores que inciden en la desaceleración como los tipos de interés, los cuales están en mínimos históricos, igual da que se mantengan o que suban, sobre todo si las expectativas de la inflación están al alza; estamos en tipos de interés de cero, tanto en Estados Unidos como en Europa y la media histórica ha sido del 4% al 6%, lo cual reduciría la renta disponible de los consumidores (el 70%de la economía es consumo), entre otros.
Los elementos que mantienen esa situación permanecerán por los siguientes dos años, como son las afectaciones de la Covid 19, los altos niveles de inflación y la deuda creciente con los organismos financieros internacionales. La pandemia ha aumentado la desigualdad de ingresos a nivel mundial, poniendo en evidencia un contraste notorio entre los bajos ingresos de los trabajadores y las jugosas ganancias de los dueños del capital.
También ha intensificado la desigualdad en muchas otras esferas de la actividad humana: en la disponibilidad de vacunas, en el crecimiento económico, en el acceso a la educación y la atención de la salud, y en la escala de la pérdida de empleo y de ingresos, que ha sido mayor entre las mujeres, los trabajadores poco calificados e informales, y los jóvenes.
Representantes del BM, sostienen que la desaceleración prevista en el crecimiento de la producción y la inversión, el escaso espacio normativo y los riesgos considerables que opacan las perspectivas, las economías emergentes y en desarrollo deberán ‘calibrar’ cuidadosamente sus políticas fiscales y monetarias; entendida esa ‘calibración’ como la adopción de medidas macroeconómicas que beneficien a los grandes capitales, incluso de dudosa procedencia, ejemplo de lo cual es la Ley de Desarrollo Económico promovida por el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso.
A diferencia de los países latinoamericanos y caribeños, las economías avanzadas crecerán 4,2 % en 2022, y retomarían este año los niveles anteriores a los de la pandemia; por el contrario, las economías de Brasil, México o Perú, tendrían un crecimiento de 5,1 % en 2022, pero recién retomarían la trayectoria de crecimiento prevista antes de la pandemia en 2025. América Latina y el Caribe, según la CEPAL, enfrentarán un año 2022 complejo por la persistencia e incertidumbre sobre la evolución de la pandemia, fuerte desaceleración del crecimiento, baja inversión, productividad y lenta recuperación del empleo; desacelerará su ritmo de crecimiento en 2022 a 2,1 %, en contraste al 6,2 % promedio, conseguido en 2021.
Previsiones del Fondo Monetario, plantean que la recuperación económica no llegará a los niveles de pre pandemia, para los países dependientes. La desaceleración del crecimiento tiende a la concentración, ha provocado el despido de miles de trabajadores en el mundo; el nivel de acumulación ha crecido, mientras sectores poblacionales inmensos no recuperan su capacidad de consumo.