Diplomacia, población civil e intereses militares

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El jueves, una vez más en territorio bielorruso pero en esta ocasión en la zona occidental, Rusia y Ucrania se reunieron por segunda vez desde el inicio de la intervención militar rusa. Al igual que tras la primera reunión, tampoco en esta segunda toma de contacto han trascendido excesivos detalles, posiblemente a causa de la ausencia de resultados concluyentes, improbables ante la incompatibilidad de intereses entre las partes. En estas conversaciones, Ucrania busca un alto el fuego con el que no solo dar tiempo a sus aliados a reforzar con armas y efectivos su ejército sino también para dilatar el proceso en el tiempo y hacer así que los costes de la intervención aumenten para Rusia.

Moscú, por su parte, busca utilizar la presión militar para ofrecer la finalización de la intervención militar a cambio de la renuncia a la OTAN en forma de garantías de neutralidad. En las actuales condiciones, a pesar de haber perdido el acceso al mar de Azov e importantes zonas del país, Ucrania mantiene el control sobre sus principales ciudades -Kiev, Járkov y Odessa-, el acceso a sus aliados en la parte occidental y al mar Negro, por lo que la situación hace extremadamente improbable que Zelensky vaya a aceptar esa condición rusa.

Sin asaltos frontales a las principales ciudades ni un colapso generalizado del Ejército Ucraniano, que a pesar de no ser “el ejército más potente de Europa” como se ha jactado en estos años su Gobierno, sí tiene ocho años de experiencia en el frente, nada indica ya un conflicto de corta duración como ocurriera en Georgia en 2008 (pese a que los objetivos son similares, no lo es la magnitud de la operación en un país mucho más grande, más poblado, mejor armado y con más ayudas del extranjero). Eso implica un mayor sufrimiento de la población civil, que se ha traducido ya en los cientos de miles de personas que han huido de Ucrania y que están siendo acogidos en la Unión Europea -que ha actuado con una rapidez y hospitalidad que no ha mostrado hacia refugiados de otras nacionalidades y más oscuro color de piel-, pero también en el sufrimiento de la población que permanece en las ciudades, fundamentalmente en ciudades en las que, como en Mariupol, se acercan los combates.

En una reunión que comenzó con cortesía, con un saludo de todos y cada uno de los representantes de las delegaciones rusa y ucraniana, ese fue uno de los temas fundamentales y es ahí donde se produjo el principal resultado. Durante días, la Federación Rusa había ofrecido la apertura de corredores humanitarios para permitir la salida de los civiles de las zonas asediadas, acusando a grupos como Azov de impedir la evacuación de la población. Antes de la reunión, Ucrania se sumaba a la idea exigiendo unos corredores que Moscú ya había planteado.

Al margen de la guerra informativa y de la necesidad de las partes de adjudicarse el éxito, ese acuerdo es, si consigue implementarse sobre el terreno, un paso para limitar el sufrimiento de la población civil y se sumaría a acuerdos que han garantizado estos días la seguridad en zonas vulnerables y que no deberían verse afectadas por la guerra, como ha ocurrido en Chernóbil, donde el acuerdo entre las tropas rusas y ucranianas ha garantizado la seguridad en un lugar especialmente peligroso. “Las partes han llegado a un entendimiento para la provisión conjunta de corredores humanitarios para la evacuación de civiles, así como para la entrega de medicinas y alimentos a los lugares donde se están produciendo las batallas más duras, con la posibilidad de un alto el fuego temporal durante el periodo de evacuación en los sectores en los que se realice”, afirmó Mijailo Podoliak, asesor de la Oficina del Presidente de Ucrania. El acuerdo no implica, tal y como especificó el miembro de la delegación ucraniana, un alto el fuego general, “sino solo en aquellos lugares en los que se sitúen los corredores humanitarios. Puede que haya un alto el fuego. Para ello se organizarán en el futuro inmediato los procedimientos logísticos apropiados”, añadió.

Según citaba ayer la prensa ucraniana, Kiev ha solicitado al Comité Internacional de Cruz Roja el inicio de las acciones necesarias para establecer esos corredores para permitir la evacuación de los civiles y entrada de ayuda humanitaria. Una ayuda humanitaria que ha llegado ya a algunas de las zonas capturadas por la Federación Rusa, pero que es especialmente importante en lugares como Volnovaja y especialmente Mariupol, donde, prácticamente sitiadas, las tropas del Ejército Ucraniano y los batallones de extrema derecha -Azov es especialmente importante en esta zona- podrían enfrentarse en los próximos días al intento de las tropas rusas y de la RPD de capturar la ciudad.

Los próximos días mostrarán la voluntad y la capacidad de las partes en conflicto de limitar el sufrimiento de la población civil y las posibilidades de evitar batallas que impliquen la lucha dentro de las propias ciudades. Por el momento, Rusia ha anunciado un acuerdo con Ucrania para el establecimiento de corredores humanitarios en Volnovaja y Mariupol y un alto el fuego desde las 10 de la mañana del sábado 5 de marzo, hora de Moscú. El desarrollo de esos acontecimientos y las posibilidades de implementar los pocos acuerdos alcanzados en las reuniones celebradas mostrarán también las expectativas de devolver el conflicto a una fase diplomática. Según citaba ayer la prensa, en una conversación con el canciller Scholz, el presidente ruso Vladimir Putin afirmó que las partes esperan volver a reunirse este fin de semana.

Fuente: Slavyangrad

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