La reticencia de los socios extranjeros a pagar el gas ruso en rublos “podría desencadenar una reacción en cadena que se extendería a otros tipos de pasivos”. Las consecuencias incluyen el bloqueo de las transacciones, la congelación de las garantías y los activos, y el cierre de las líneas de crédito. Los prestamistas se verían obligados a cancelar los préstamos a los residentes rusos por considerarlos irrecuperables. Como resultado, las crisis energética, logística y de suministro de alimentos serían seguidas por una serie de quiebras. Podría llevar a cambios radicales en las finanzas internacionales y provocar un colapso del mercado”, dijo el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso.
Si Occidente abandonara el petróleo y el gas rusos, las consecuencias para la economía europea y mundial serían enormes.
“Europa es muy dependiente del gas y el petróleo rusos. Incluso si pasa a la economía total, encuentra proveedores en otras partes del mundo y se pasa a las fuentes de energía renovables, en el “escenario más ideal” sólo podría sustituir el 80% de los recursos energéticos, dijo el Ministerio de Asuntos Exteriores, subrayando que en realidad es incluso menos. Depende de ellos si renuncian o no, pero, por supuesto, esto tendrá enormes consecuencias para toda la economía europea y, como consecuencia, para la economía mundial, porque los precios subirán no sólo en Europa, sino en todo el mundo”.
Al mismo tiempo, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso subrayó por separado que la parte rusa apenas ha comenzado a imponer contramedidas a las sanciones occidentales:
“Además de la conocida contribución rusa a los suministros de energía y alimentos, las empresas nacionales participan activamente en numerosas cadenas de producción en las que es muy difícil, y a veces incluso imposible, sustituirnos, y ello a pesar de que Rusia todavía no ha empezado prácticamente a imponer medidas de represalia”.
