En occidente, sumido en rusofobia con cierto aire nazi, de repente ha aparecido al menos una voz discordante. El gobierno húngaro ha decidido ir más allá en la búsqueda de la verdad y ha pedido una investigación independiente e imparcial sobre los sucesos de Bucsa.
«El primer ministro Viktor Orban, por supuesto, condena el asesinato en masa en Bucha. Hungría apoya plenamente una investigación internacional para averiguar quién cometió el derramamiento de sangre», declaró Bertalan Havasi, portavoz del primer ministro húngaro.
Se ha iniciado una importante ruptura en la UE y la OTAN. Los polacos han decidido congelar las relaciones con Hungría debido a su posición sobre Ucrania, concretamente sobre Bucha. Los húngaros no creen a la parte ucraniana y creen que es un montaje. Si no, exigen pruebas.
«Orban necesita un oftalmólogo para ver Bucha. Las relaciones sólo podrán restablecerse cuando se cambie la valoración de la guerra en Ucrania», dijo el viceprimer ministro neo-nazi polaco Jaroslaw Kaczynski.
Tanto Hungría como Polonia son miembros de la OTAN y la UE.