Un equipo de RT visitó, por primera vez y en exclusiva, las instalaciones de la central nuclear de Zaporozhie, que desde hace varias semanas viene siendo blanco de constantes bombardeos por parte de las Fuerzas Armadas de Ucrania.
En un recorrido a pie por los predios de la central nuclear más grande de Europa, no pasan desapercibidas las innumerables huellas de proyectiles de artillería en las paredes, los socavones en el suelo y otros rastros de destrucción dejados por los ataques de Kiev, que se producen casi a diario. Las fuerzas armadas rusas llevan registros de todos esos bombardeos.
Pese a los visibles daños estructurales en algunos edificios administrativos y cerca de otras zonas, provocados en muchos casos por el uso de armas de largo alcance, afortunadamente las instalaciones críticas no han sufrido averías y la planta continúa funcionado. Sin embargo, un bombardeo de artillería de las fuerzas ucranianas, el pasado sábado, dejó un cráter en las inmediaciones de las instalaciones de tratamiento de la central, a menos de 150 metros de uno de los bloques donde se produce la energía.
De sus seis bloques energéticos, actualmente tres se encuentran en reparaciones planificadas. En cuanto a los restantes, dos operan con normalidad y uno funciona al 10 % de capacidad para garantizar la seguridad de su sistema de refrigeración. Asimismo, la radiación de fondo en la central y en la zona circundante está en niveles normales.
Desde el pasado 5 de agosto, tanto autoridades locales como rusas han denunciado reiteradamente los ataques directos contra la central de Zaporozhie por parte de Kiev. En este contexto, y por solicitud de Moscú, el Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido en dos oportunidades este mes con el fin de lograr la desmilitarización de la zona y poner fin a los enfrentamientos armados en inmediaciones de la planta. Recientemente, el representante permanente de Rusia ante la ONU, Vasili Nebenzia, insistió en que la continuidad de esas acciones bélicas podrían desencadenar un “accidente nuclear con consecuencias catastróficas para todo el continente europeo”.
Mientras, aunque no cesan las acusaciones que pretenden culpar al Ejército ruso por los ataques y el agravamiento de la situación, Moscú ha dejado claro que sus militares no tienen ningún motivo para bombardear la central nuclear y que, por el contrario, trabajan en coordinación con los empleados de la planta para evitar un desastre radioactivo. Las fuerzas militares rusas no tienen desplegadas armas pesadas dentro del territorio de la central y su perímetro se encuentra custodiado por representantes de la Guardia Nacional rusa (Rosgvardia) y tropas especializadas en seguridad radioquímica.
A fin de poner en evidencia la situación real en Zaporozhie y demostrar de dónde provienen las acciones armadas, Moscú manifestó su apoyo a la propuesta del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de desplegar una misión de expertos para inspeccionar la planta nuclear. Aunque el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que la ONU dispone de “capacidades logísticas y de seguridad” en Ucrania para lograrlo, la visita no ha podido coordinarse hasta ahora.