Estados Unidos no podría en este momento reemplazar los suministros de uranio ruso en caso de que se aprobara una prohibición de importación, advirtió la secretaria adjunta del Departamento de Energía (DOE) del país norteamericano, Kathryn Huff.
“En todo el mundo, no hay suficiente capacidad para reemplazar esa brecha de fuentes confiables“, aseguró Huff este miércoles en una entrevista con la revista Washington Examiner.
Según Huff, Rusia proporciona a EE.UU. alrededor de 20 % del uranio poco enriquecido necesario para alimentar los reactores nucleares industriales del país, mientras que su único proveedor de uranio enriquecido no puede cubrir todas las necesidades. “Tenemos la flota nuclear más grande del mundo y actualmente no tenemos capacidad para proporcionar combustible a todos nuestros reactores“, dijo.
Al mismo tiempo, la dependencia de EE.UU. del uranio de origen ruso plantea riesgos para la seguridad energética y nacional, afirmó la subsecretaria, quien dirige la Oficina de Energía Nuclear del DOE. “[Rusia] ya no es una fuente confiable para nuestro combustible. Necesitamos encontrar alternativas aquí y construir una cadena de suministro”, comentó.
En este sentido, la alta funcionaria reveló que ha estado liderando un equipo encargado de diseñar estrategias para expandir la cadena de suministro de uranio nacional, recalcando que actualmente no hay ningún otro lugar al que recurrir en caso de una prohibición del uranio ruso. El sector eléctrico podría dejar voluntariamente de hacer negocios con proveedores rusos, como ha sucedido en otras industrias, o el Congreso podría vetar las importaciones como lo hizo con los combustibles fósiles rusos.
Por el momento, el DOE, aprovechando una nueva financiación del Congreso, ha resuelto ofrecer contratos a largo plazo para comprar uranio enriquecido. “Esas compras cubrirían una fracción muy pequeña de lo que realmente se necesita, pero eso permitiría a las empresas enriquecedoras tener la confianza de que cuentan con algunos contratos a largo plazo”, dijo Huff.
Anteriormente, la secretaria de Energía de EE.UU., Jennifer Granholm, había señalado que la dependencia de EE.UU. de las importaciones rusas era una “vulnerabilidad” para la seguridad nacional y económica. En un discurso a finales de mayo, exhortó a “pasar a fuentes de energía que no se puedan convertir en armas” y priorizó la generación eólica y solar. Actualmente, el país norteamericano solo dispone de una instalación comercial de enriquecimiento de uranio en activo, una planta propiedad del consorcio británico-alemán-holandés Urenco, en Nuevo México.