Engels, jefe del proletariado y maestro de la táctica proletaria

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Dimitri Manuilski fue uno de los más destacados dirigentes de la Internacional Comunista, donde cumplió las funciones de secretario de su Comité Ejecutivo, desde 1926 hasta 1943, fecha de su disolución. El 5 de agosto de 1935, en una de las sesiones del VII Congreso de la I. C. pronunció un discurso sobre la contribución teórica y práctica de Federico Engels al desarrollo del marxismo. De esa intervención publicamos un pequeño extracto.

 

«Engels no era solamente un formidable teórico del proletariado. Al igual que Marx, era, ante todo, un revolucionario. Como en Marx, el verdadero elemento de Engels era, ante todo, la lucha, una lucha tenaz consecuente, apasionada, por el comunismo.

[…]

Ya en 1846, a los veintiséis años, Engels formulaba con una precisión asombrosa las tareas de los comunistas:

“1) Hacer valer los intereses de los proletarios por oposición a los de los burgueses. 2) Hacerlo por medio de la abolición de la propiedad privada y su sustitución por la comunidad de bienes. 3) No reconocer otro medio para llevar a cabo esto propósitos que la revolución democrática violenta”. [1]


Muchos años después, Engels decía:
“Queremos la abolición de las clases. ¿Cuál es el medio para alcanzarla? La dominación política del proletariado […] Pero la revolución es el acto supremo de la política; el que la quiere, debe querer el medio, la acción política que la prepara, que proporciona a los obreros la educación para la revolución y sin la cual los obreros, al día siguiente de la lucha, serán siempre engañados por los Favre [2] y los Pyat [3] […] el partido obrero no debe constituirse como un apéndice de cualquier partido burgués, sino como un partido independiente, que tiene su objetivo propio, su política propia” [4].

Y al servicio de estos objetivos se consagró toda la lucha de Engels, lucha que duró medio siglo.

Lo que caracteriza a Engels como político de la clase obrera fue formulado con precisión por Lenin:

“[…] una comprensión profundísima de los fines radicales, de transformación del proletariado y una determinación extraordinariamente flexible de las tareas concretas de la táctica, desde el punto de vista de los fines revolucionarios y sin hacer la más leve concesión al oportunismo, ni a la fraseología revolucionaria”.

[…] Del rico tesoro de tesis tácticas elaboradas y aplicadas por Engels durante su actuación práctica, tocaré solamente algunos problemas que guardan una relación directa con la tarea central del VII Congreso [5]: la tarea de preparar y organizar a la clase obrera y a todos los trabajadores para las luchas decisivas.

En tiempos de Engels había no pocas gentes, como las hay también hoy, que no concebían la revolución proletaria de un modo dialéctico, sino de un modo mecánico: en un campo, los revolucionarios consecuentes, “puros”; en el otro, la masa reaccionaria compacta. Nada de cambios en la correlación de las fuerzas de clase, pues todas las clases ocupaban de una vez para siempre la posición que se les había reservado en el esquema revolucionario; nada de capas intermedias vacilantes, pues todas ellas se hallaban clasificadas de antemano en el catálogo de la reacción; nada de vanguardia y reservas, pues todas ellas representan la masa revolucionaria compacta; nada de masas que se acercan solamente a la revolución, pues estas masas se hallan ya incluidas de antemano en el campo de la vanguardia revolucionaria; nada de etapas en el desarrollo de la lucha revolucionaria, pues las masas han sido trasladadas por un camino escabroso a la categoría de la clase superior “de la lucha final”; nada de labor cotidiana del partido revolucionario para instruir y preparar a las masas para la lucha, pues las masas esperan solamente la ocasión para lanzarse a la batalla bajo la dirección de los caudillos archirrevolucionarios; nada de preparación organizativa que acelere el desarrollo del movimiento, pues la fuerza elemental de este movimiento trabaja a favor nuestro. A este tipo de gente se refería Engels cuando se burlaba del siguiente esquema del desarrollo de la revolución:

“Todos los partidos oficiales unidos aquí en un montón, y allí los socialistas en una columna; gran batalla decisiva, triunfo en toda la línea con un solo golpe. En la realidad, las cosas no ocurren de un modo tan sencillo. En la realidad, la revolución comienza, por el contrario … cuando la gran mayoría del pueblo y con ella los partidos oficiales que todavía son posibles, se echan a pique entre sí unos a otros, y unos tras otros, solo entonces se establece la gran divisoria… y con ella la probabilidad de nuestra dominación. Si nos empeñásemos… en comenzar la revolución sin más por el último acto, lo pasaríamos lamentablemente mal” [6].

Esta brillante tesis de Engels sobre el curso y el desarrollo de la revolución es desenvuelta con mayor claridad y de un modo más completo por Lenin a la vuelta de tres décadas:
“Creer que la revolución social es concebible sin levantamiento de las pequeñas naciones en las colonias y en Europa; sin estallidos revolucionarios de una parte de la pequeña burguesía con todos sus prejuicios, sin el movimiento de las masas proletarias y semiproletarias inconscientes contra el yugo de los terratenientes, de la iglesia y de la monarquía, contra el yugo nacional, etc.; creer esto, significa renunciar a la revolución social. Parece que en un sitio se congregara un ejército y declarase: `Nosotros luchamos por el socialismo´ y en otro sitio otro que declarase: `Nosotros luchamos por el imperialismo´, ¡y esto será la revolución social! [….] Quien espere una revolución social `pura´, jamás asistirá a ella. No será más que un revolucionario de palabra, que no comprende la verdadera revolución”.»


[1F. Engels, en Marx-Engels, Gesamtausgabe, t. I, p. 50

[2Julio Favre, republicano burgués de Francia; abogado y ministro después del 4 de septiembre de1870, la mano derecha de Thiers, en el aplastamiento de la Comuna.

[3Félix Pyat, radical pequeñoburgués de Francia.

[4F. Engels, “Sobre la acción política de la clase obrera”.

[5Se refiere a las decisiones adoptadas en el VII Congreso de la Internacional Comunista, efectuado en 1935, que tuvieron enorme repercusión en la lucha de los trabajadores y los pueblos en contra del fascismo.

[6Marx-Engels, “Cartas a A.Bebel, W. Liebknecht, K. Kautsky y otros.

Fuente: pcmle.org

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