Desde que comenzó la pandemia, pocas veces ha tenido la clase obrera la oportunidad de escuchar y sentir en sus propias carnes tantas mentiras como las que el aparato burgués nos ha arrojado, tratándonos como si fuésemos poco menos que niños pequeños y no la sangre fundamental que pone en marcha sus fábricas y empresas y que genera absolutamente todo. A razón de conferencia diaria, todos escuchamos cómo la burguesía a través de su palmero Pedro Sánchez facilitaba varias vías para movilizar el dinero público a manos privadas, para endeudar todavía más el podrido Estado español, para despedir con carta blanca a infinidad de empleados.
Y es que, aunque pareciera en 2019 que el mundo gozaba de estabilidad económica, lo cierto es que había economistas que avisaban de que no se había aprendido nada de la crisis de 2008 y que estábamos condenados a vivir una situación similar de nuevo. Estos economistas, que sin duda son burgueses de pensamiento y capitalistas, relegan esto a una suerte de voluntad que si quisiera podría hacer las cosas bien, sin embargo, los comunistas conocemos que la situación de crisis no es más que la expresión real del ADN capitalista.
Con la pandemia, se abrió la veda de culpar al coronavirus de todos los males por los que el imperialismo a nivel mundial estaba pasando, cuando realmente todo lo que las economías están sufriendo no es más que una consecuencia de un sistema que está acabado, que se mueve únicamente a través de la impresión de dinero ficticio y cuyo desarrollo de fuerzas productivas choca de lleno con la propiedad privada de los medios de producción: hoy la producción es más social que nunca y, sin embargo, un puñado de capitalistas priva a toda la humanidad de beneficiarse del ingente desarrollo de las fuerzas productivas y de la generación de riqueza. Por tanto, lo único que puede ofrecer el capitalismo es miseria y muerte para los trabajadores.
Miseria porque en los próximos años se esperan masivos flujos migratorios hacia una Unión Europea que ya no da más de sí y muerte porque ante unos Estados quebrados y endeudados hasta el tuétano, lo que se avecina es más represión para la clase trabajadora: aumento de conflictos armados, de suicidios, de despidos, de desahucios, de desabastecimiento y hambre…
- Habiendo apenas pasado el ecuador del presente año 2022, vemos ya que las muertes por accidente laboral se han disparado un 18%, hasta alcanzar 394 en junio y, según palabras del sindicato vendido CCOO, se espera que a finales de año la cifra aumente considerablemente con respecto a 2021.
- En 2020, el Estado español registraba la mayor cifra de suicidios de su historia: un total de 3941 personas. Está situación está íntimamente ligada a las crisis económicas, aumentando cada vez que las economías capitalistas se encuentran en recesión.
- Los desahucios, que el gobierno de turno tanto cacareaba que habían sido ilegalizados, se dispararon en 2021 un 57%, habiendo ya subido en 2020 un 41’5%.
- En los próximos años, se espera que en el sector bancario se siga recortando para ampliar los márgenes de sus beneficios. A su vez, el sector tecnológico anuncia despidos y para sus contrataciones.
Por mucha calma que los monopolios intenten transmitir a través de sus medios de comunicación, la verdad es que los datos no mienten y ya no es sólo una cuestión de si tal o cual invierno va a ser difícil para la clase trabajadora, sino que más bien debemos de plantear hasta qué punto vamos a sobrevivir la barbarie que se avecina, que es el consecuente desarrollo de un sistema criminal, bárbaro y moribundo. Y es que la barbarie capitalista lo único que oferta es más barbarie.
Las condiciones objetivas para un cambio de sistema, para una Revolución Socialista, están más que dadas ante los escenarios actuales. Sin embargo, las condiciones subjetivas están siendo continuamente frenadas por una serie de elementos que todavía se encuentran en el movimiento obrero (CCOO, UGT, Unidas Podemos…) y que frenan nuestra organización como sujeto revolucionario. A pesar de que es un mantra que a día de hoy se sigue arrastrando, desde el Partido Comunista Obrero Español (P.C.O.E.) somos completamente conscientes de que la amalgama de siglas, que el movimiento por el movimiento, no son otra cosa que palos en las ruedas y el camino libre para el oportunismo. La falta de un programa verdaderamente revolucionario nos lleva al fracaso como clase.
Hoy los comunistas tenemos que dar un paso al frente y darnos cuenta de que el camino hacia la Revolución no es una cuestión de número, sino una cuestión de principios. No nos vale cualquier tipo de compañero, sino que debemos buscar la parte más sana y consciente de la clase trabajadora que se encuentra en nuestros centros de trabajo y de estudio, en las asociaciones de vecinos o en búsqueda de empleo, y mostrarles la realidad del sistema que nos domina y la necesidad de sustituirlo por un sistema social y económico por y para los trabajadores. Debemos transmitir a nuestros hermanos de clase la necesidad de construir órganos de poder de la clase obrera, uniendo todas las luchas de la clase obrera constituyendo un Frente Único del Pueblo con el que todas las luchas sectoriales conformen una única lucha de clase contra el capitalismo y su Estado, una estructura política y organizativa que aglutine a la masa trabajadora con el fin de enfrentarla contra el Estado capitalista, enviarlo al estercolero de la historia y dotarla de la capacidad organizativa para construir una nueva sociedad libre de explotación capitalista, donde la riqueza y el poder político esté en manos de la mayoría, de la clase obrera.
¡Es el momento de los comunistas!
¡Construyamos poder obrero, construyamos la dictadura del proletariado!
¡Socialismo o barbarie!
Comisión de Movimiento Obrero y de Masas del PCOE