Estos crímenes son parte integral de la sangrienta y sistemática escalada israelí contra nuestro pueblo para romper su resiliencia y apoyo a los justos y legítimos derechos nacionales y a nuestras tierras, subrayó el texto, difundido por la agencia noticiosa oficial palestina WAFA.
Añadió al respecto que “esas agresiones son un intento israelí para forzar a nuestro pueblo a rendirse y coexistir con la ocupación y los asentamientos (paramilitares israelíes) y así presentar su continuación como un hecho consumado difícil de cambiar”.
En las últimas semanas fuentes oficiales palestinas denunciaron la creciente agresividad de los israelíes trasplantados a Cisjordania y Jerusalén oriental materializada en ataques armados, destrucción de cultivos de la población nativa y profanación de sitios sagrados.
La exhortación de la cancillería fue difundida aquí tras la destrucción de cientos de olivos propiedad de palestinos en Cisjordania y la demolición de cuatro edificios habitados por la población autóctona en Cisjordania y Jerusalén Este.
La semana pasada el presidente palestino, Mahmud Abbas, durante una intervención ante la Asamblea General de la ONU pidió a la comunidad internacional poner al desnudo ante el mundo la persistente limpieza étnica de las fuerzas ocupantes israelíes en ambas zonas.
Jerusalén, en cuya porción este Palestina quiere ubicar la capital de su estado independiente, es uno de los tres lugares más sagrados del Islam, la religión que profesan la inmensa mayoría de los palestinos tanto los que residen en Gaza y Cisjordania, como los millones y sus descendientes expulsados de sus tierras tras la creación de la entidad sionista.