Mayidreza Rahnavard ha sido ejecutado este lunes en la ciudad septentrional de Mashad tras ser condenado a muerte después de confesarse culpable de asesinar a dos personas y herir a otras cuatro.
De hecho, Rahnavard atacó y asesinó con arma blanca a Danial Rezazade y Hosein Zeinalzade, dos miembros de la Fuerza de Resistencia Popular (Basich) en noviembre durante los violentos disturbios.
El autor principal del asesinato admitió haber cometido el crimen al poco tiempo de ser aprehendido, incluso dijo que había realizado el asalto influenciado por las noticias publicadas en las redes sociales.
El jueves, también el Poder Judicial de Irán informó de la ejecución de Mohsen Shekari, un alborotador que bloqueó la calle Satar Jan en Teherán (capital persa) el 25 de septiembre pasado e hirió a uno de los guardias de seguridad con un machete.
En línea con su enfoque injerencista desde el principio de los disturbios, Occidente manifestó su rechazo a la ejecución de Shekari. Sin embargo, la República Islámica denunció el apoyo de los países europeos al vándalo en cuestión, y puso de relieve que nadie puede tolerar ataques armados ni sabotajes.
Efectivamente, las autoridades iraníes aseguran que el país persa, conforme a sus leyes, tiene el deber de proteger los derechos y la seguridad del pueblo y prevenir el cometimiento de delitos.
Las fuerzas de seguridad de la República Islámica han prometido dura venganza a los desestabilizadores y sus amos.
Además, han desarticulado un gran número de bandas terroristas que, con apoyo de actores extranjeros, entre ellos EE.UU., el régimen israelí, algunos países europeos y varios Estados reaccionarios regionales, buscan generar el terror y poner en peligro la seguridad de la nación iraní.