Hace unos días, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, anunció la semana pasada que Rusia prepara su respuesta a la imposición del G7 y la Unión Europea de un tope al crudo ruso. La importancia del comercio de estos productos para Rusia y la necesidad de buscar una vía para mantener el nivel de ingresos sin plegarse a las exigencias unilaterales de los países que tratan de aislar política y económicamente al país hacen que Moscú vaya a tardar en actuar contra el tope de precios. El principal objetivo el nivel de ingresos, más difícil en el caso del petróleo que en el del gas, que por sus altos precios actuales permiten a Moscú ofrecer fuertes descuentos a sus clientes no europeos y mantener o aumentar su cota de mercado y sus ingresos.
A la espera de la introducción oficial de algún tipo de mecanismo para el intento de esquivar las sanciones occidentales, tres son los escenarios que se manejan según se ha publicado recientemente en los medios rusos y también en la prensa económica occidental. Así lo resumía la semana pasada Antifashist:
El Gobierno ruso está desarrollando tres posibles respuestas frente a la introducción de un tope a los precios del petróleo ruso impuesto por los países de la Unión Europea y el G7. “Las autoridades están considerando tres opciones para un mecanismo de respuesta a la introducción, por parte del G7 y la UE de un techo de precio a las importaciones de petróleo ruso y se está discutiendo un borrador de decreto presidencial entre su administración y el Gobierno”, escribió Vedemosti.
De esta forma, la primera opción es prohibir completamente la venta de petróleo a aquellos países que se adhieran a esa restricción, también si lo adquieren esos materiales de Rusia no de forma directa, sino a través de estados intermediarios u otras cadenas.
El medio apunta que la segunda opción implica la prohibición de exportación bajo contratos que incluyan la condición del top de precio independientemente de cuál sea el Estado receptor.
El tercer escenario es la introducción de un precio base, es decir, determinar el máximo descuento del petróleo ruso de los Urales según la referencia del barril de Brent. Si el descuento es superior, la venta quedaría prohibida.
Además, la agencia de noticias económicas estadounidense Bloomberg afirma, citando a sus fuentes, que Rusia está considerando fijar un precio mínimo para la exportación de petróleo como respuesta a la introducción del tope impuesto por los países del G7.
Es decir, se habla de que Moscú está considerando fijar un precio mínimo para el barril de petróleo ruso o un nivel máximo de descuento para los clientes internacionales a los que se permita la venta. Según Bloomberg, si se toma alguna de esas medidas, las cifras serán regularmente revisadas. Además, según la agencia, se está preparando un decreto del presidente Vladimir Putin que prohíbe a las empresas rusas y cualquier agente la venta de crudo a países que participen en el acuerdo de tope de precio. El artículo publicado por la agencia informa de que para evitar el impacto del tope de precio establecido sobre los países que compran crudo ruso, Moscú busca ofrecer a los compradores un mecanismo transparente de precios basado en una aproximación de mercado.
Sin embargo, el tope de precios marcado por los países occidentales, relativamente similar al precio al que está comerciándose el crudo de los Urales, hace pensar que existe otro aspecto añadido para estas sanciones. Más allá de esa cifra tope planteada por la UE y el G7, quizá el aspecto más relevante de todas las sanciones económicas que se han impuesto contra Rusia desde febrero son las sanciones secundarias, que afectan al comercio en el sentido amplio y se plasman directamente en la cuestión de las aseguradoras. En términos generales, las sanciones implican una dificultad a la hora de comercial incluso con productos que no se encuentran sancionados debido a que estos dependen de servicios, por ejemplo el de las aseguradoras, reticentes a trabajar con países que implican la posibilidad de tratar con empresas que estén actualmente o pueden estar en el futuro, en la lista de sanciones occidentales. En este caso, incluso aquellos países que no participan en el tope de precios pueden ser reticentes a continuar con el comercio con Rusia si este implica la pérdida de garantías.
Desde hace semanas, se conoce que Rusia está adquiriendo en el mercado una serie de viejos petroleros (cuyo precio ha aumentado notablemente debido a esta necesidad) con los que comerciar directamente y sin intermediarios con los países que sigan interesados en el crudo ruso, que presumiblemente se venderá con un descuento considerable. El objetivo de Moscú, más allá del mantenimiento de los ingresos en general y de los precios del petróleo en particular, es mantener su cota de mercado.
Como explica Greg Brew, especializado en la historia del petróleo, pese a que se ha generalizado la idea de que el tope de precios busca eliminar al petróleo ruso del mercado mundial, lo que por su importancia global supondría un fuerte aumento de los precios, el objetivo de la medida busca realmente eliminar a Rusia de ciertos mercados. Esta explicación es coherente con la lucha de Estados Unidos contra el Nord Stream-2 (quizá también contra el Nord Stream, también afectado por el sabotaje hace unos meses), que no buscaba eliminar el gas ruso del mercado en general, sino simplemente del mercado europeo.
En otras palabras, Washington buscaría con este tipo de medidas limitar aún más las relaciones económicas entre Moscú y sus antiguos clientes europeos, fundamentalmente Alemania. Una vez más, con su participación -o promoción en este caso- de medidas que suponen un perjuicio para la economía europea, Bruselas actúa favoreciendo los intereses estadounidenses en detrimento de su propia economía, que ha tenido en el acceso a la energía barata y fiable de Rusia una de las bases de su productividad industrial. Camuflado en un objetivo económico, Estados Unidos busca en realidad cobrarse un precio político.