La historiografía del llamado “holodomor”, el genocidio ucraniano cometido durante la colectivizacion de los años treinta en la URSS, ha tenido un recorrido muy interesante. Empezó como un bulo difundido por los nazis, aunque no entró en los libros de “historia” hasta la Guerra Fría, naturalmente promovido por los aparatos ideológicos de Estados Unidos.
En aquella primera época, el “holodomor” aludía al fracaso de la colectivización del gobierno soviético, que costó muchos muertos, variando la cifra según la imaginación calenturienta del plumífero de turno. En 1958 un informe del Senado de Estados Unidos hablaba del “hambre artificial” creada por la colectivización soviética y cifraba entre 4,8 y 8 millions el número de víctimas, que es tanto como reconocer que no tenían ni idea del alcance.
Al principio, la propaganda se refería a diversas nacionalidades agrícolas de la URSS, como Ucrania o Kazajistán, aunque finalmente la atención se llevó hacia Ucrania, cambiando el significado del mito: el “holodomor” fue un genocidio, un “holocausto” en el que el gobierno soviético intentó exterminar a los ucranianos.
Esta estupidez es la que aprobó el jueves el Parlamento Europeo por 507 votos a favor y sólo 12 en contra. Un mito de guerra creado por los nazis adquiere carta de naturaleza a golpe de votación legislativa. Los eurodiputados ni quieren ni necesitan pruebas. Crean su propia realidad y fabrican la historia a la medida de sus necesidades.
Por ejemplo, los territorios de Lvov, Ivano-Frankovsk, Ternopol, Volyn, Rovne que hoy forman parte de Ucrania, pertenecieron a Polonia hasta 1939. La región de Transcarpacia formó parte de Checoslovaquia de 1920 a 1938 y la región de Chernovts perteneció a Rumanía hasta 1940. En esas regiones también fallecieron muchos campesinos ucranianos a principios de los años treinta, a pesar de que sus tierras no fueron colectivizadas por el gobierno soviético.
En Kazajistán se deben sentir discriminados. ¿Por qué los eurodiputados no denuncian el “genocidio” de la población kazaja? Publicitariamente sería mucho más convincente hablar de que en la URSS la colectivización causó dos, o tres, o cuatro “genocidios” simultáneamente… incluido el de los propios rusos, cuyas regiones cerealeras también se vieron afectadas por las mismas decisiones.
Además del “holodomor” también es curiosa la evolución de expresiones, como “genocidio”, un crimen internacional muy bien definido por el Tratado de Ginebra de 1948 que, con el tiempo, se han convertido en cajones de sastre, donde cabe cualquier cosa, como que aumente la población exterminada.
Las leyendas negras crean victimismo. Llevan a la población a compadecerse de las víctimas, en este caso Ucrania que, por segunda vez, se vería agredida mortalmente por los rusos. El pasado vuelve así sobre el presente. La guerra actual sería un segundo “holodomor”, un nuevo intento de exterminar a los ucranianos, aunque nadie sepa exactamente, ni antes ni ahora, quién es ucraniano y quién no, quien es gitano y quién no, quién es judío y quién no.
Esa animadversión de los rusos hacia los ucranianos es muy extraña tratándose de un pueblo tan cercano, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayor parte de los que han huido de la guerra se han refugado en… Rusia. Aún no han aparecido denuncias de que los más de dos millones de ucranianos que se hen establecido en Rusia, hayan sido objeto de discriminación o persecución.
En la misma resolución el Parlamento Europeo fabrica un segundo mito, esta vez moderno y también relacionado con los cereales: “Condena, además, que la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania ha creado una crisis alimentaria mundial, ya que Rusia ha destruido y saqueado las reservas de cereales de Ucrania y sigue dificultando que este país exporte cereales a los países más necesitados”.
Este segundo “holodomor” tiene ya un alcance mundial. Los eurodiputados no conocen escrúpulos de ningún tipo: Rusia es culpable del hambre en el mundo.