Un nadador transgénero queda entre los últimos en el equipo masculino tras triunfar en pruebas femeninas

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Mientras pasaba por la transición de mujer a hombre, Iszac Henig participó en competiciones femeninas.

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El nadador transgénero estadounidense Iszac Henig ha optado por competir en las pruebas masculinas por la Universidad Yale en lugar de seguir en el conjunto femenino, donde previamente ganó importantes premios, según un artículo de opinión del atleta publicado el jueves en The New York Times.

 

Henig reveló que lleva casi ocho meses tomando hormonas en el marco de su transición de mujer a hombre y confesó que sus marcas en el nado se mantienen prácticamente sin cambios desde el final de la última temporada.

Ahora que compite con hombres biológicos, sus resultados están lejos de batir récords en esa categoría y dejan mucho que desear, pero Henig describe su rendimiento sin quejas: «No fui el tipo más lento en ninguna de mis pruebas, pero no soy tan exitoso en el deporte como lo era en el equipo femenino».

Al mencionar que ya no es «tan exitoso» entre los representantes del sexo con el que se siente identificado, Henig podría referirse a que en noviembre quedó en el 79.º puesto de los 83 nadadores que participaron en una prueba masculina. De los cuatro deportistas que dejó atrás, uno era un nadador nacido sin el brazo izquierdo y los otros tres se especializaban en el estilo pecho, el más lento de todos los estilos de nado, recuerda el portal OutKick.

«La incongruencia de existir como hombre en un equipo femenino»

Henig subraya en su artículo que desde el inicio sus tiempos eran «lo suficiente rápidos como para clasificar para el equipo masculino». Podía elegir desde el principio entre los dos equipos, pero se decantó inicialmente por el femenino, que era «conocido» y con cuyos integrantes ya se llevaba bien.

Sin embargo, «la incongruencia de existir como hombre en un equipo femenino era más difícil de manejar» de lo que esperaba. «Las ovaciones ‘¡vamos, señoritas!’, el letrero que decía ‘mujeres’ cuando entraba en el vestuario, un pronombre suelto por ahí y el escozor de lo incorrecto del bañador femenino que me ponía para competir, todo eso se sumó», confesó, explicando por qué finalmente decidió cambiar de equipo.

«Llegué a comprender que no pertenecía al equipo femenino. Y ansiaba un espacio al que sí perteneciera», resumió Henig, quien se conforma con sentirse cómodo entre sus compañeros, sin necesariamente proponerse la victoria en las competiciones.

 

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