La Presidenta del gobierno italiano, la fascista Georgia Meloni, ha comenzado una visita a Argelia que sellará una asociación estratégica entre ambos países mediterráneos.
Ambas partes están especialmente interesadas en reforzar la cooperación económica, centrándose principalmente en los sectores de la energía, la agricultura, la alimentación y la automoción.
La prensa argelina destaca que, a diferencia del gobierno español, que son unos traidores, los fascistas italianos son “fiables”.
Italia quiere aprovechar la coyuntura para convertirse en un nudo de distribución de gas, con vistas a aumentar la capacidad de producción de gas de Argelia, a través del gasoducto Galsi, con una capacidad de al menos 8.000 millones de metros cúbicos al año, que unirá Argelia con Cerdeña y luego con la costa toscana.
Debía estar operativo en 2012, pero las cosas se han alargado, tanto por razones ligadas a la situación interna en Italia, que ahora aspira a convertirse en un distribuidor de gas, como en una complicada situación marcada por las sanciones a Rusia.
A través de sus interconexiones y ampliaciones de los gasoductos que unen Europa con Rusia, Italia podría constituir una alternativa para reducir la tensión en el suministro de gas, teniendo en cuenta que esta opción no será en ningún caso una alternativa para sustituir al gas ruso, que tiene una capacidad de suministro de 155.000 millones de metros cúbicos para Europa.
La elección de Italia será un duro golpe para España, que acaba de firmar un tratado con Francia y que contaba con sus terminales de regasificación para posicionarse como actor clave como distribuidor gasístico para el abastecimiento del Viejo Continente.
Italia podría aprovechar la oportunidad de la propuesta del Presidente argelino Abdelmadjid Tebboune relativa a la exportación de electricidad. En paralelo al gasoducto, Argelia quiere tender un cable eléctrico submarino de 270 kilómetros entre Annaba y Sicilia a través de Túnez, conocido como gasoducto Transmed-Enrico Mattei.
En resumen, es una respuesta a las numerosas peticiones de Italia para garantizar, en particular, una continuidad suficiente del suministro eléctrico. Un proyecto que debería confiarse al Grupo Sonelgaz, que prevé producir 22.000 MW de electricidad.
Los dos países también reforzarán su asociación energética mediante la creación de una sociedad para la fabricación de turbinas de gas.