La quiebra del Silicon Valley Bank

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De un lado, riquezas inmensas y una plétora de productos que rebasan la capacidad de consumo del comprador. Del otro, la gran masa de la sociedad proletarizada, convertida en obreros asalariados, e incapacitada con ello para adquirir aquella plétora de productos. La división de la sociedad en una reducida clase fabulosamente rica y una enorme clase de asalariados que no poseen nada, hace que esta sociedad se asfixie en su propia abundancia, mientras que la gran mayoría de sus individuos apenas están garantizados, o no lo están en absoluto, contra la más extrema penuria. Con cada día que pasa, este estado de cosas va haciéndose más absurdo y más innecesario. Debe ser eliminado, y puede ser eliminado.

— Friedrich Engels
Introducción a la edición de 1891 de Trabajo asalariado y capital

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El pasado viernes se produjo la quiebra del Silicon Valley Bank, cuya principal labor era tomar depósitos y hacer préstamos a empresas del sector tecnológico estadounidense, especialmente para aquellos que buscaban invertir en nuevas empresas, es decir, se especializaba en el capital riesgo. La bancarrota provocó el pánico en numerosas empresas tecnológicas, el precio de las acciones colapsó y otras entidades bancarias fueron arrastradas al fango con su caída. Pero la cosa no termina aquí.

El Silicon Valley Bank llevaba tiempo realizando inversiones, potencialmente seguras, en bonos de deuda del gobierno estadounidense. Sin embargo, los continuos aumentos de las tasas de interés que lleva realizando la Reserva Federal desde antes de la pandemia de la COVID-19 para controlar la inflación provocaron que el valor de los activos, al igual que las previsiones del Silicon Valley Bank, cayeran en picado.

Actualmente, Estados Unidos es el país más endeudado del mundo. Antes de la pandemia su deuda pública superaba los 20 billones de euros, ascendiendo hasta la friolera de 24,498 billones en 2020, lo que suponía el 133,92% del PIB del país y una deuda per cápita de más de 74.000€. En 2021, con la administración Biden-Harris, los niveles de deuda pública de Estados Unidos volvieron a crecer hasta cifras récord, superando los 28 billones en marzo de 2021.

Ante las previsiones de incurrir en un impago de la deuda nacional, el 7 de diciembre de 2021 los demócratas aprobaron en el Congreso elevar nuevamente la deuda para evitar un impago federal, un procedimiento que ya se había realizado en octubre de ese mismo año cuando se aumentó el límite de deuda en 480.000 millones de dólares y que fue avalado por los republicanos con la excusa de evitar un default de la mayor economía mundial. Esto nos da una primera lección muy importante: cuando se trata de cuestiones económicas la burguesía y los monopolios mueven al mismo son a todos sus títeres en el gobierno, y es irrelevante si estos se reclaman de izquierdas o de derechas, pues en última instancia todos han asumido que lo fundamental es garantizar la supervivencia de su dictadura de clase.

La situación no mejoró en 2022 y, nuevamente, en enero de 2023, la Secretaria del Tesoro Janet Louise Yellen advirtió que Estados Unidos alcanzaría su límite en su capacidad de endeudamiento, un total de 31’4 billones de dólares, en medio del aumento de las tasas de interés para, en teoría, controlar una inflación récord. Las tasas de interés más altas habrían afectado al sector tecnológico donde operaba el Silicon Valley Bank, reduciendo el valor de las acciones en el ámbito tecnológico y provocando una pérdida en la recaudación de fondos. Esto habría provocado que las empresas tecnológicas comenzasen a retirar el dinero en efectivo del Silicon Valley Bank para poder hacer frente a sus facturas y endeudamiento.

Parece evidente que la actual crisis capitalista se va a llevar por delante a una parte importante del sector bancario. Por tanto: la esencia parasitaria de la burguesía, incluso con su propia clase social, provoca que, en estos momentos de crisis general del modo de producción capitalista, donde la economía imperialista necesita ser saneada, se acentúe la primacía de unos grandes bancos monopolistas sobre el resto donde se concentran la mayor parte de capitales e ingresos del Estado y de los cuales surgen a su vez una serie de relaciones de dependencia hacia las instituciones políticas y económicas. Así se expresa el capitalismo monopolista.

La bancarrota del Silicon Valley Bank supone el mayor desastre desde 2008 pues estamos hablando del decimosexto banco del sistema financiero de Estados Unidos y será la Corporación Federal de Seguros de Depósitos el organismo encargado de liquidar los activos de la entidad para pagar a clientes y acreedores. En 2008, la caída de inversión de Lehman Brothers Holdings y la tormenta financiera posterior puso en jaque a la economía capitalista a nivel mundial y provocó en el Estado español un estallido de la burbuja inmobiliaria que arrastró al proletariado a una situación de pauperización y miseria enormes.

Los ideólogos del neoliberalismo y socialdemócratas, defensores todos del “libre mercado”, han conducido a las administraciones públicas a una crisis tan enorme que los gobiernos tienen la justificación perfecta para eliminar toda asistencia social por parte del Estado. Así, el camino de los Estados capitalistas será la devaluación interna, es decir, profundizar en los recortes del gasto público y en las condiciones de vida de la clase trabajadora, la mundialización de la sobreexplotación laboral, la persistencia de la pobreza y la crisis ambiental mundializada. Un empeoramiento paralelo al estado de salud del imperialismo occidental, el cual se encuentra en una fase completamente putrefacta y de decadencia.

En El Capital, Karl Marx advirtió de que «la deuda pública se convierte en una de las palancas más vigorosas de la acumulación originaria» (Marx, 2020, Tomo III, Libro I, p. 248). Es significativo que 140 años después de su muerte la deuda siga siendo una de las principales formas de expoliación de las amplias masas proletarias. Uno de tantos elementos que nos demuestran que su obra sigue estando hoy más vigente que nunca.

Por su parte, la deuda pública en el Estado español no ha dejado de crecer desde el año 2007 – cuando fue de 384.662 millones de euros y suponía el 35,80% del PIB – hasta el año 2021 – que llegó a la friolera de 1.427.235 millones de euros y el 118,4% del PIB –. Es decir, la deuda per cápita se había ampliado en ese intervalo de tiempo desde los 8.423 euros hasta los 30.157 euros. La deuda pública española siguió marcando cifras récord tras el inicio de la guerra imperialista en Ucrania, superando los 1.450.000 millones de euros en marzo de 2022, lo que implicó un incremento del 4,4% respecto a marzo del año anterior, y cerrando el año 2022 con una deuda pública de 1.502.505 millones de euros, 31.555€ per cápita. Este es el panorama del imperialismo occidental: una economía en estado zombi, con cada vez más pequeñas y medianas empresas insolventes, una crisis insostenible de deuda, estancamiento económico continuado en el tiempo y cifras de inflación que baten todos los récords.

Madrid, 15 de marzo de 2023

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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