“El obispo de Zvornik-Tuzla, Fotije, dirigió una carta al Sr. António Guterres, secretario general de la ONU, en la que pide la protección del clero, el monacato y los feligreses de la iglesia Ortodoxa Ucraniana y sus santuarios, sus derechos humanos, religiosos y de propiedad”, informó la diócesis.
Anteriormente, el obispo de Australia y Nueva Zelanda, Siluan, y el obispo Gerasim del Alto Karlovac hicieron unos llamados similares a las autoridades australianas y croatas, pidiendo que influyeran en las acciones de Kiev.
El departamento de relaciones eclesiásticas externas del Patriarcado de Moscú informó días antes que la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (Acnudh) publicó un informe sobre la libertad de religión en Ucrania, en el cual se destaca la discriminación de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana.
La presión contra la Iglesia Ortodoxa de Ucrania canónica, la más grande del país, que abarca a millones de creyentes, comenzó en la década de 1990, ante todo por parte de grupos nacionalistas y cismáticos. Para 2018, ese proceso se convirtió en una campaña estatal a gran escala, y las autoridades crearon la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, compuesta por miembros de organizaciones cismáticas.
Al mismo tiempo, comenzó una campaña informativa contra la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, acompañada de desalojos masivos de los fieles de sus templos, el registro ‘voluntario’ de esos inmuebles en la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, con la aprobación de las autoridades, de ataques impunes de nacionalistas y cismáticos contra el clero y los creyentes.
El último episodio de esa lucha sin cuartel consiste en el intento de desalojar a los monjes del Monasterio de las Cuevas de Kiev, que debe culminar para el 29 de marzo.
Poco antes, el ministro de Cultura de Ucrania, Alexandr Tkachenko, aseguró que los monjes de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana canónica podrían seguir en ese Monasterio si aceptan el cisma ocurrido en el seno de esa congregación.
El Patriarca de Moscú y toda Rusia, Kiril se dirigió el 11 de marzo a los líderes religiosos y figuras internacionales con un mensaje sobre la situación en torno al Monasterio de las Cuevas de Kiev, en el que tildó de represivos los objetivos de los funcionarios ucranianos, que expulsan a los monjes de su morada.