El 20 de mayo de 1999 en plenos bombardeos de Yugoslavia por la OTAN fue atacado el Centro Clínico de la doctora Dragisa Misovis, donde murieron tres pacientes y siete bomberos. Durante su agresión, la OTAN atacó no solo objetivos militares, sino también civiles. Los testigos recordaron cómo vivieron ese momento.
“Independientemente de que haya instalaciones militares cerca, la OTAN tenía misiles inteligentes que conocían su objetivo. El ataque al hospital podría haberse evitado”, comparte con Sputnik Ruzica Dimic que estaba en el hospital de maternidad cerca del que cayó una bomba de la OTAN.
Agregó que temían por sus vidas, pero sobre todo temían por los bebés, por los niños que no estaban con ellas y por los nonatos que sentían el miedo de sus madres incluso antes de nacer.
“Tienes un hijo aquí, otro en casa, y piensas en lo que está pasando allí. El lugar más seguro es el hospital. Ahora que bombardean el hospital no estás seguro en ningún otro sitio, podrían haber bombardeado también en casa”, recordó.
“No esperábamos que hubiera un atentado”
En aquellos días, Sandra Trailov, para quien no era la primera guerra que vivía, fue ingresada en un hospital completamente agotada y embarazada. Había tenido un encuentro con la aviación de la OTAN cuatro años antes, cuando 250.000 serbios habían sido expulsados de sus hogares históricos en Croacia.
“¡Aquí parecía una película de terror! Era el día de la Ascensión, no esperábamos que hubiera un atentado en nuestra gran fiesta. Exactamente a medianoche oímos la primera detonación. A medida que pasaba el tiempo, las bombas caían cada vez más cerca, se oían cada vez con más claridad. Las mujeres indefensas, que recién habían dado la luz, sentían que estaban en peligro. Temblaba el suelo, las paredes y las ventanas”, reveló a Sputnik.
Aquella fatídica tarde, Trailov fue trasladada a otra habitación del piso de arriba porque en el hospital solo quedaban los pacientes más críticos. La conectaron a una vía intravenosa.
“La explosión fue tan cercana y los cristales volaron sobre nosotros por toda la habitación, fue horrible. No recuerdo si yo mismo me desconecté del goteo, pero sé que me levanté. Algunas personas empezaron a gritar, las enfermeras entraron y dijeron que todos teníamos que bajar al sótano”, recordó.
Lo más impactante para ella fue la enfermera, que “tenía los brazos llenos de bebés que estaban uno encima del otro. Y la sangre que corría por su mejilla”.
A día de hoy, el sonido de la sirena y del avión en general no le gusta nada cómo suena, “no sé si podría volver a vivir aquello”, concluyó.
Sputnik / elcomunista.net