La madre de la niña migrante Anadith Danay Reyes Álvarez, que murió a mediados de mayo estando bajo custodia, pidió varias veces que la pequeña fuera hospitalizada, pero sus peticiones fueron ignoradas, comunicó este jueves la Oficina de Responsabilidad Profesional de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) que está investigando el caso.
La entidad señaló que la familia de la menor llegó al centro el 14 de mayo. Ese mismo día su madre se dirigió a los médicos de la instalación porque la niña tenía síntomas de gripe, fiebre y sufría dolor. Entre el 14 y el 17 de mayo, el personal médico «informó haber tenido aproximadamente nueve encuentros con la niña y su madre» y trató a la pequeña con medicamentos, bolsas de hielo y duchas frías.
«A pesar de la condición de la niña, las preocupaciones de su madre y la serie de tratamientos necesarios para manejar su condición», el personal no trasladó a la menor a un hospital, señaló la oficina.
El 17 de mayo, la enfermera practicante examinó cuatro veces a la niña, que entonces presentaba dolor de estómago, náusea y dificultad para respirar. La médica señaló que rechazó tres o cuatro peticiones de la madre para llamar a la ambulancia. Posteriormente, la madre volvió a dirigirse al personal médico cuando la menor pareció sufrir un ataque.
Poco después, la niña dejó de responder, se le realizó la reanimación cardiopulmonar y finalmente fue hospitalizada. La menor fue declarada muerta a las 14:50 (hora local) por el personal del centro médico Valley Baptist en la ciudad de Harlingen (Texas).
El órgano investigador determinó que «ninguno de los miembros del personal médico contratado por la CBP o del personal de la Patrulla Fronteriza de EE.UU. en la estación de Harlingen que interactuó con la niña, o con su madre, reconoció ser consciente de que padecía anemia falciforme o tenía antecedentes de cardiopatía congénita».
Asimismo, el personal médico contratado por la CBP tampoco llevó registros de «los numerosos» encuentros médicos, ni de las intervenciones antipiréticas de urgencia y las administraciones de medicamentos.
Por su parte, la madre de la niña, Mabel Álvarez Benedicks, dijo en una entrevista que su hija ya no tenía signos vitales cuando recibió la ayuda y que las personas que atendieron a la menor estaban al tanto de sus antecedentes. «A mi hija la mataron porque estuvo casi día y medio sin poder respirar. Lloró y suplicó por su vida y la ignoraron. No hicieron nada por ella«, aseveró Benedicks en declaraciones a Associated Press.