Francia financió a Al-Qaeda en el Sahel con el uranio de Níger

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Juan Manuel Olarieta.— Francia es un país nuclearizado. Es uno de los que tiene un mayor número de centrales nucleares y una mayor proporción de energía de origen nuclear. El país depende de las minas de uranio.

Aproximadamente, un 20 por cien del uranio lo importa de Níger a través de una empresa pública, Areva, que en 2018 cambió su nombre por el de Orano.

Níger es uno de los mayores productores mundiales de uranio, después de Kazajistán, Canadá y Australia. Las minas están en el desierto de Arlit, un lugar seco y polvoriento. Desde que en los años sesenta se abrieron las minas, llegan oledas de emigrantes y en medio del desierto malviven 117.000 personas.

En las afueras de Arlit, pesados camiones amarillos trabajan las 24 horas del día transportando mineral de color verde grisáceo desde el fondo de enormes pozos de 100 metros de profundidad.

Pero Níger también es uno de los países más pobres del mundo. Más del 60 por ciento de sus 20 millones de habitantes sobreviven con menos de un dólar al día. En Arlit hay barrios que se quedan sin agua durante tres semanas seguidas. En las escuelas los alumnos tienen que sentarse en el suelo o estudiar en chozas de paja. Por la noche, gran parte de la ciudad está a oscuras.

Podría ser muy rico, pero no es así, ¿cómo es posible? Se llama neocolonialismo. Níger se empobrecía mientras Areva/Orano crecía hasta convertirse en una de las multinacionales mineras más grandes del mundo. Su tamaño es casi el doble de toda la economía de Níger.

La empresa tiene dos sucursales en Níger. Sus nombres cambian en función de las minas que explotaban. Una de ellas es Cominak, que Areva/Orano estuvo explotando desde los años sesenta hasta que no quedó nada. La cerró en 2021.

Areva/Orano nunca pagó impuestos por la exportación de uranio, ni por los materiales y equipos utilizados en la extracción. Sólo pagaba el 5,5 por ciento sobre el uranio producido, aunque nadie sabía cuánto uranio se producía y las exenciones del pago de impuestos eran corrientes. Las exenciones fiscales de Areva le costaban a Nigeria entre 23 y 30 millones de euros al año.

Los ingresos fiscales de Níger son los más bajos de África occidental. Es un país que vive de la mendicidad internacional. La “ayuda” representa casi el 40 por ciento del presupuesto público y procede de… Francia, naturalmente.

Desde hace diez años, las manifestaciones contra Areva/Orano en Niamey son corrientes, y de las reivindicaciones laborales y sociales han pasado a convertirse en una batalla política contra el imperialismo.

El vasallo más fiel

El antiguo Presidente de Níger, Mahamadu Issufu, que aparece en al foto de portada, no era otra cosa que un empleado de Areva/Orano. Es un ingeniero de minas formado en Francia, donde conoció al Presidente François Hollande. Ambos se sentaban juntos en las reuniones de la Internacional Socialista.

Entre 1985 y 1992 Issufu fue capataz de las minas de Areva/Orano. Al dejar las minas los franceses lo nombraron Primer Ministro y luego lo pusieron al frente de la Presidencia, donde demostró lo que se esperaba de él. En los casi años transcurridos entre 1993 y 2021 siguió siendo un fiel vasallo.

Cuando en 2011 Issufu llega a la presidencia, la OTAN había invadido Libia, Gadafi es asesinado y los yihadistas se apoderan del Sahel, incluidas las minas del desierto de Arlit. Al mismo tiempo, Níger no tenía ni un céntimo, ni siquiera para poner a las tropas a vigilar los yacimientos.

El ministro de Hacienda, Hassumi Massaoudu, también había sido empleado de Areva/Orano. En fin, hasta hace muy poco tiempo, en Níger no había otra cosa que Areva/Orano, o sea, neocolonialismo francés. Los franceses mantuvieron el monopolio de la extracción de uranio en Níger hasta que en 2006 el gobierno de Niamey aprobó una nueva ley minera. Cayó el monopolio francés y se inició una nueva política de puertas abiertas.

El primer competidor fue Somina, una empresa conjunta entre el gobierno y la empresa China National Nuclear Corporation. El año pasado había 31 autorizaciones para la prospección de uranio y 11 permisos para extraer el mineral adjudicados a empresas de distintos países.

El uraniumgate

Los medios franceses siempre destacaron la lucha contra la corrupción del antiguo presidente Issufu, su hombre en Niamey. Pero en 2017 la prensa nigerina destapó algo bien distinto, que llamó “uraniumgate”. Fueron los sobornos cobrados por Issufu de Areva/Orano nada más llegar a su cargo en 2011.

La multinacional Areva tuvo que cambiar su nombre un año después de destaparse una trama de corrupción de muy largo alcance, donde aparecen bancos, testaferros, yihadistas, países y riadas de dinero que saltan de un lado a otro. Como es natural, Areva/Orano era el principal protagonista, al lado de la empresa pública nigerina Sopamin (Sociedad Patrimonial de Minas de Niger).

La explicación de Areva/Orano es que se dedicaban a especular con el precio del uranio en el mercado internacional. Vendían y compraban para beneficiarse de las subidas o bajadas de los precios, entregando a Sopamin una parte de las ganancias obtenidas. Eran trapicheos a corto plazo que dejaban buenos dividendos para todos a cambio de nada.

Naturalmente, la versión de la multinacional francesa no es exacta: lo mismo que Lafarge en Siria, como ya explicamos en varias entradas, Areva/Orano también estaba financiando a Al-Qaeda con los trapicheos del uranio en el mercado internacional.

En septiembre de 2010 Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) secuestró en Arlit a 7 trabajadores de las minas de Areva/Orano y Sogea-Satom. En febrero del año siguente, un coronel del espionaje francés (DGSE, Dirección General de Seguridad Exterior), Jean-Marc Gadoullet, a través de una empresa privada suya, denominada OPOS (Operaciones y Organizaciones Especiales), pagó una primera parte del rescate de aproximadamente 13,5 millones de euros que le entregó Areva/Orano y obtuvo la liberarión de tres de los rehenes.

Para liberar a los demás, el entonces presidente francés, Sarkozy, recurrió a su sicario Issufu, que se cobró su parte del negocio. Las pérdidas de la multinacional se cubrieron con las operaciones especulativas de uranio en el mercado internacional y la renegociación en julio de los contratos de adjudicación de las minas con el gobierno de Issufu.

Los yihadistas cobraron 17,6 millones de dólares aproximadamente y con la clave T3 en los papeles, Issufu se aprovechó personalmente de los secuestros. Le correspondió una mordida de 2,6 millones de dólares, cobrados en un banco con sede en Dubai. Pero no fue el único ni el más importante, porque el objetivo de Francia era llevar a Al-Qaeda a Níger y al conjunto de los países del Sahel africano, donde siguen establecidos muchos años después.

Issufu luchaba contra la corrupción tanto como Francia luchaba contra el yihadismo.

Fuente: mpr21.info

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