Los precios del GNL autoimpuestos por Europa “apagan las luces en los países más pobres”

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Los renovados rumores de huelga en la mayor planta de producción de gas natural licuado (GNL) de Australia provocaron un fuerte aumento de los precios del combustible en Europa. Como consecuencia, los países más pobres pueden quedarse sin luz, explicó a Sputnik el profesor del Instituto de Estudios Políticos de París, Thierry Bros.

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Thierry Bros indicó que no está claro si los empleados de plantas australianas de Woodside o de Gorgon irán a la huelga, aunque el paro había sido autorizado. Sin embargo, en su opinión, la escasez de combustible autoimpuesta por Europa, causada por su boicot a las exportaciones energéticas rusas, provocó la subida de los precios. Agregó que aunque los gobiernos europeos se verán incomodados por el aumento de los costos, los más perjudicados serán los países en desarrollo, a los que los compradores europeos quitan el precio.

 

La crisis continúa y solo en 2022 la Unión Europea (UE) destinó 800.000 millones de euros en subvenciones para ayudar a sus ciudadanos y a la industria, recordó el analista al comentar los esfuerzos de la comunidad política.

“Así que nos enfrentamos al hecho de que debido al escenario cero de la Asociación Internacional de la Energía en 2021, tratamos al petróleo y al gas como algo malo, por eso estamos en esta situación. Y por eso necesitamos que eso cambie (…) Quiero decir, has visto al presidente estadounidense Biden pidiendo a la industria petrolera estadounidense que produzca más petróleo. A principios de año, Noruega abrió una nueva concesión en el Ártico. Viste que hace 15 días el Reino Unido iba a ofrecer nuevas concesiones de petróleo y gas”, expresó.

Bros explicó que los precios del gas son sobre todo regionales, y aunque la propia Europa reciba solo una ínfima cantidad del gas producido en Australia, “su hambre de gas en los mercados más cercanos ejerce también presión sobre los lejanos“.

“A nivel de precios, necesitamos atraer todos esos cargamentos. Lo que ocurre es que subimos los precios para asegurarnos de que vamos a seguir atrayendo cargamentos del resto del mundo. Y el año pasado conseguimos mantener las luces encendidas, pero lo hicimos desviando los cargamentos de GNL, usando precios extremadamente altos. Y apagando las luces en los países más pobres, en Bangladés, en Pakistán y posiblemente en la India porque hemos quitado el GNL de sus manos para ponerlo en las nuestras”, lamentó.

En sus palabras, a Europa eso le “va a costar mucho”. Añadió que luego, está la cuestión de la sostenibilidad de su propio presupuesto. Pero, en su opinión, es un tema para los países más pobres que “nos miran y no van a confiar en nosotros a largo plazo”.

Agregó que Europa fracasó la transición energética y no “puede dar lecciones” a los Estados más pobres sobre cómo hacerlo.

“Esos países saben que si hay un problema, subiremos los precios para poder desviar el GNL de sus manos. Así que no solo tienen que pensar por sí mismos, sino encontrar soluciones que sean resistentes sin que nosotros interfiramos. Y desgraciadamente esto es más carbón. Creo que, como fracasamos en la transición o como Alemania fracasó en su transición energética, estamos empujando a otros países a volver al carbón, lo que es horrible en términos climáticos”, aseveró.

Agregó que el invierno de 2022-2023 los países europeos consiguieron mantener las luces encendidas porque tenían un invierno cálido, y pudieron volver a llenar sus almacenes al 90% porque había mucho GNL disponible. Sin embargo, resaltó que “necesitamos toda la oferta disponible, ya sea de gas o de petróleo. En sus palabras, esto demuestra que el mercado está muy preocupado y “eso es una llamada de atención”.

“Me resulta interesante que la llamada de atención se produzca en pleno verano, en un momento en el que nuestro almacenamiento está lleno y solo se habla de posibles huelgas, y se vea este aumento masivo de los precios. Creo que es un testimonio de que la crisis energética sigue vigente en Europa“, concluyó.

Europa en su conjunto, se enfrentó a una grave crisis energética provocada en muchos aspectos por las sanciones contra Rusia debido a su operación militar especial para desmilitarizar y desnazificar Ucrania. El Gobierno alemán, por ejemplo, para resolver este problema promueve activamente la construcción de terminales receptoras de importaciones de GNL. Consisten principalmente en buques e infraestructuras en tierra y pueden ponerse en funcionamiento más rápidamente que las terminales fijas. Está previsto que en 2026 estén en funcionamiento un total de 11 terminales de GNL, tres de ellas estacionarias.

No obstante, el costo de las terminales flotantes de gas natural licuado (GNL) pendientes de construcción en Alemania se triplicó con creces hasta alcanzar los 10.000 millones de euros en diciembre de 2022. De acuerdo con el Ministerio Federal de Economía, se trata del “importe máximo de los costos previstos que pueden producirse entre 2022 y 2038”.

Entre tanto, pese a la necesidad de los recursos energéticos rusos, EEUU y la UE impulsaron sanciones contra el gas y petróleo provenientes de Moscú y llegaron incluso a cancelar la puesta en marcha del gasoducto Nord Stream 2, el cual facilitaría la distribución de este recurso a Europa e incluso permitiría a países como Alemania vender este producto. Otro obstáculo fueron los ataques contra los gasoductos Nord Stream, que la Fiscalía General de Rusia nombró como un caso de acto de terrorismo internacional.

 

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