Artículo de Pablo Hasél desde la cárcel de Ponent: «Manchados de sangre palestina»

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Pablo Hasél (Prisión de Ponent, 26 diciembre 2023).— En 2021, con Gobierno del PSOE y UP, el Estado español compró a Israel armamento valorado en 47 millones de euros. En el primer semestre de 2022 fueron los sionistas quienes pagaron 9’2 millones al régimen español por bombas, cohetes, misiles y otro tipo de material militar. Este mismo semestre las ventas autorizadas a Israel aumentaron un 90’97% respecto a todo el año 2021. Israel es uno de los principales vendedores y compradores de armamento al Estado español, ocupa el sexto puesto en importaciones y el noveno en exportaciones. El primer comprador es la industria privada israelí, con un 78’6% de las adquisiciones, el otro 21’4% va directamente a las FFAA. De 2000 a mediados de 2022 la venta de armamento español al sionismo asciende a 139 millones de euros. El que compran a Israel viene con la garantía de estar “probado en combate”, es decir, que ha sido efectivo exterminando palestinos. Además, estas exportaciones les ayudan a financiar la costosa ocupación y a desarrollar su potencial militar. No solo la venta colabora activamente con el genocidio. En el caso del régimen español, las deliberaciones que acompañan las autorizaciones de exportación son secretas por la Ley sobre secretos oficiales.

Es importante denunciar esta compra-venta ahora que el Gobierno español, en otra de sus incesantes campañas de marketing, quiere presentarse como un ente muy preocupado por la matanza masiva de palestinos. Por ello aseguran que se ha frenado la venta de armamento, como si desconocieran que toda su compra-venta anterior ha facilitado este escenario o las atrocidades de años atrás. Porque otra de las cosas que ocultan es que la ocupación criminal lleva prolongándose muchas décadas con la ayuda de la UE y de la OTAN. Mientras condenan toda la legítima y necesaria resistencia palestina, silencian que los miles de cadáveres que se amontonan en el cementerio de la impunidad, tienen el sello de su infame compra-venta de armamento. Eso sí, en nombre de la paz, del progresismo, de la democracia y de los derechos humanos.

Como el resto de los Estados que participan en este negocio, incumplen su propia normativa porque Israel viola todo derecho internacional. Una vez más, los mismos que repiten hasta la saciedad que hay que respetar su legalidad, la vulneran cuando les conviene. Pero esa es la naturaleza del imperialismo y no se puede esperar que el león sea vegetariano. Palestina no es el único territorio que ha sido o está siendo masacrado con armamento español. Por ello no sorprende que el Gobierno se limite a pedir al sionismo que asesine, pero menos. Con la boca pequeña y sin causar muchas molestias. Ni exige el fin de toda ocupación-apartheid, ni la liberación de los miles de palestinos secuestrados en cárceles infrahumanas de Israel (muchos de ellos niños), ni va a abandonar para siempre la colaboración armamentística. La colaboración represiva tan estrecha no la van a detener ni un segundo porque el régimen español necesita su material de espionaje, su entrenamiento, su tecnología y sus armas para oprimirnos. Tan estrecha es que recientemente, en 2021, el Mossad interrogó e intentó reclutar al periodista palestino Muath Hamed en un cuartel de la Guardia Civil. En 2023, un agente del Mossad apuntó con una pistola a varios manifestantes en la Universidad Complutense de Madrid por oponerse a un acto pro-sionista con la presencia de la embajadora de Israel. El agente gozó de impunidad y los manifestantes fueron identificados con algunos detenidos e imputados. Sobran ejemplos.

La oligarquía española a la que fielmente sirve el Gobierno, tampoco va a alterar sus suculentos negocios con las grandes empresas sionistas y en definitiva con el Estado de Israel. El Gobierno seguirá poniendo la alfombra roja -manchada de sangre- a los sionistas afincados en el Estado español. Más allá de la retórica vacía e hipócrita, ni el PSOE ni sus socios van a actuar con firmeza para tratar de detener el genocidio y las torturas. Lo resume bien su chiringuito UGT que en lugar de organizar boicots al sionismo, ha mostrado su apoyo a la embajadora de Israel. Nada que ver con los miles de trabajadores que a lo largo y ancho del planeta han impulsado huelgas y acciones para perjudicar al sionismo.

Con intolerable cinismo y frivolidad, las dirigentes podemitas y ex ministras del Gobierno Ione Belarra e Irene Montero, han aparecido estos días portando Kufiyas palestinas en el cuello. Sin que se les cayera la cara de vergüenza porque para eso hay que tenerla y demostraron no tener nada parecido cuando presumían de “no dejar a nadie atrás” mientras aumentaba la pobreza bajo su Ejecutivo. Quieren recuperar votos a costa de la Palestina que su Gobierno ayudó a masacrar con la compra-venta de armamento y otras colaboraciones. Bertolt Brecht explicó bien que las injusticias no son anónimas ni caen del cielo, que tienen unos culpables que hay que señalar y que matan de muchas formas. Este genocidio que el Estado y sus medios de manipulación quieren que normalicemos sin oponer resistencia, como muchos otros no podría ejecutarse si no contara con la ayuda o complicidad de tantos que encima fingen estar con los palestinos. Poco antes de ser asesinado junto a su familia por un bombardeo israelí, el poeta palestino Refaat Alareer escribió: “Si tengo que morir, tú debes vivir para contar mi historia”. Por eso en el deber urgente de la solidaridad con Palestina contaremos que este Gobierno también está manchado de sangre palestina.

Pablo, preso desde 16/2/2021

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