Reclaman diálogo y paz en Líbano en aniversario de guerra civil

El primer ministro interino, Najib Mikati, pidió hoy a los libaneses aprender de las lecciones del pasado y proteger al Estado, al recordar el inicio hace 49 años de la guerra civil.

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Durante una visita al patriarca maronita, Mar Beshara Boutros Al-Rahi, el jefe del gabinete enfatizó que todos “perdemos si luchamos entre nosotros” y en ese sentido, renovó su llamado a elegir al próximo presidente de la República.

Como un día negro en la historia del Líbano, calificó el jefe de la Corriente Marada, Suleiman Franjieh, la fecha del 13 de abril de 1975.

En su cuenta en X, el candidato a la primera presidencia en la nación reclamó construir una patria a la altura de las aspiraciones del pueblo levantino.

Al respecto, el exprimer ministro Saad Hariri consideró el 13 de abril una parada permanente para recordar el rechazo de los combates y el odio entre los libaneses.

Cuando el fantasma del sectarismo y la guerra amenazan la paz de la nación, el parlamentario Hani Qubaisi llamó a la conciencia y a la responsabilidad de todos los dirigentes políticos para evitar exponer al país al caos en la calle.

De acuerdo con el diputado, resulta necesario la unidad y el diálogo para no arrastrar a la nación al escenario de conflictos que solo beneficia al exterior y al enemigo israelí.

Qubaisi insistió en la importancia de preservar la estabilidad interna a través del verdadero sentimiento nacional, en medio de una crisis económica y un vacío en la presidencia de la República.

El 13 de abril de 1975, el Partido Falangista Libanés cometió una masacre contra los palestinos en Ein Rummaneh para desencadenar el conflicto interno que por más de una década dividió a la nación entre el bloque de la derecha aislacionista y las fuerzas patrióticas.

La acción criminal contra el ómnibus de palestinos terminó con la vida de 27 personas. Antes, el ejército libanés mató al diputado Maaruf Saad cuando dirigía una manifestación de los pescadores en Saida contra las medidas monopolistas de la compañía Proteen.

A criterio de historiadores, la alta burguesía cristiana del país persiguió con el desenlace de la guerra civil estar al servicio de Estados Unidos e Israel en la región y defender sus privilegios clasistas.

En estos años de terror, los campos de refugiados palestinos de Cuarentena (al este de Beirut), en 1976, y Sabra y Chatila (al sur de Beirut), en 1982, constituyeron escenarios de sangrientas ilustraciones en la historia nacional, bajo responsabilidad de las milicias cristianas de las Fuerzas Libanesas y su servilismo a la entidad israelí.

Igualmente, la masacre de Ehden, el 13 de junio de 1978 reflejó otra de las peores escenas del conflicto civil con el asesinato del diputado y líder de Marada, Tony Suleiman Franjieh, su esposa y su hijo, y un gran número de sus partidarios.

En 1989 tras la rivalidad interna en el enfrentamiento a la invasión israelí, el Acuerdo de Taif puso fin a la guerra al establecer una fórmula de reparto del poder basada en cuotas que dividen las posiciones principales entre los tres componentes de la vida política del país, cristianos, sunitas y chiitas.

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