Kike Parra (Unidad y Lucha).— Este artículo estaba preparado para escribirse bajo el título de “El papel del gobierno en la recomposición del capitalismo español”. Sin embargo, una vez escrito, hemos optado por permutar la posición del gentilicio porque identifica mejor su contenido.
El avance de la economía española, siempre convulsa dentro del contexto europeo, se truncó abruptamente en 2008. Entre ese año y 2013, el PIB real se redujo una media de 1,8 puntos por año. España se vio afecta en mayor medida que otros capitalismos, precisamente por lo que se viene denominando, su “modelo productivo”, principalmente basado en el sector servicios, con una fuerte dependencia del turismo y la industria del ladrillo; así como una amplia composición de pymes y microempresas, estructuras poco competitivas, según la lógica de un sistema tendente a concentrar y centralizar capitales.
Después de este tiempo, todavía bajo los efectos de la Gran Recesión, el mundo intenta sacudirse de sus secuelas, cambiando para ello, de forma acelerada, la economía mundial, la configuración de la lucha de clases internacional y, en consecuencia, la geopolítica.
Desde entonces, ese “modelo productivo” español, algo ha evolucionado. Lógicamente, no en lo sustancial que obedece solo a los dictados de un mercado dominado por nuestra situación geoestratégica y subsidiaria, inclusa en lo que hoy se entiende por facción globalista del imperialismo y que sigue dictando la división internacional del trabajo.
Aprovechando la crisis de 2008 o como consecuencia de ella, el capital extranjero entró de forma masiva en España, filtrándose en sus mayores empresas y absorbiendo muchas con amplias cuotas de mercado, al margen de la bolsa.
En lo referente al Ibex 35, la inversión foránea presente en él, hoy es de récord con el 50,3 % del total del capital. Desde un tiempo a esta parte, se ha disparado la irrupción de grandes fondos de inversión.
Blackrock, con la compra de Global Infraestructure Partners, adquiere el 20 % de Naturgy. De esta forma, los estadounidenses se han convertido en el principal dueño de las energéticas españolas que ya contaban con importantes participaciones de Enagás, Redeia, Iberdrola, Solaria, Repsol… Por otro lado, BlackRock, junto a Vanguard y Norges Bank son los nuevos dueños de la banca española. Y en otros muchos sectores ha sucedido algo similar.
Ahora, “el modelo productivo español” anda más diversificado. Al turismo y al ladrillo se ha unido una “floreciente industria”, altamente especulativa, en torno a las energías renovables que amenaza con destruir el territorio. Estos sectores, junto con la agricultura y la ganadería intensiva, fundamentan una economía principalmente extractiva. Otras actividades no productivas como la especulación inmobiliaria o la banca, también se han visto fortalecidas y revitalizadas tras las ingentes cantidades de dinero público inyectado y destinado a su salvaguarda.
¿Esta evolución del “modelo productivo” es una casualidad? La misma casualidad que hace que el gobierno de España de PSOE y SUMAR, defienda los intereses del imperialismo contra Rusia, sanciones incluidas, en detrimento de determinados sectores de la economía productiva que no pueden adquirir la energía necesaria a precios competitivos.
La misma casualidad que hace que el autoproclamado gobierno más progresista de la historia envíe barcos de guerra al estrecho de Ormuz, en una claro apoyo al genocidio palestino y en contra del Eje de la Resistencia y su legítimo derecho a defenderse del régimen colonial y fascista israelí.
La casualidad por la que España abraza a Marruecos, traicionando al pueblo saharaui y condena su lucha anticolonial y la defensa de los derechos humanos más básicos. Igual que en el Sahel, Venezuela, Cuba … obstaculizando cualquier proceso emancipatorio antiimperialista .
¿Casualidad? La misma que ha provocado la intervención vehemente del gobierno frente a los intentos de absorción de Talgo por la húngara Ganz-Magav Europe ZRT o de Telefónica por Saudi Telecom. Porque los compradores esta vez no son de su cuerda. El Gobierno de España empeñado a en la defensa estratégica soberana. ¿Soberanía ejercida por quién? Desde luego no por el pueblo español, sino, por quienes desde una posición de dominio en lo económico, maneja también las decisiones políticas de España, independientemente del color con el que se ejerza la intermediación gubernamental.
El papel del Gobierno de España en la recomposición del capitalismo es complejo y a la vez simple. Consiste en cumplir lacayunamente los dictados del imperialismo y ejercer de peón en esta partida de la geopolítica, sacrificándose o enrocándose si el Rey lo exige. Solo bajo esta lógica, la de un capitalismo periférico, intervenido, colonizado, al servicio del Capital Globalista Dominante, puede también comprenderse el resto de sumisiones: en lo político, en lo militar, en lo cultural. Es decir, en la totalidad dialéctica de los elementos que configuran una estructura territorial que hace mucho, dejó de ser soberana.
Así, los enemigos se concretan con facilidad. Hacia lo externo, los que señale la OTAN y hacia lo interno, los que dicte el capital transnacional. Internacionalmente, cualquiera que cuestione el control unipolar del eje imperialista. PSOE y Podemos/IU o Sumar, cumplen fiel y eficazmente los encargos del brazo armado del imperialismo, la OTAN, asumiendo la “responsabilidad de estado” y el “cumplimiento de nuestras obligaciones internacionales” basadas en “normas”.
Hacia dentro, el principal enemigo es la clase obrera; luego, las otras burguesías, más periféricas que nunca. Esas que ya no tienen cabida en estos tiempos en que los consensos constitucionales se han roto. Esta nueva España es incompatible con el reconocimiento de otras identidades nacionales, que no tienen derecho a existir, como tampoco lo tiene la clase trabajadora revolucionaria e inquieta.
En este ámbito, también el gobierno español ha cumplido su papel, adormeciendo a las masas con la paz del pacto social mientras las empobrece a fuego lento y sometiendo, bajo la misma lógica, al resto de realidades nacionales, al margen de España, a la negación identitaria a cambio de unos pocos privilegios vanos.
Frente a esta realidad, en la que nos lo jugamos todo, desde los más simples derechos arrancados a la burguesía, hasta la paz mundial o la propia supervivencia como especie, debemos persistir en la construcción del poder popular por el socialismo, denunciando el papel de la socialdemocracia (o quien ocupa ahora ese espacio político) en el Gobierno de España, calificándola como enemiga de nuestra clase y al servicio del imperialismo, en lo interno y en lo externo. No podemos dudar, nos jugamos la existencia.
Podemos es el único partido que lucha contra la cultura y la economía de guerra. Puede hacerlo porque está en la oposición.
Además hace tiempo que Podemos e
IU están separados. De hecho IU es parte de Sumar y por lo tanto parte del gobierno.