El hambre avanza en la Argentina de Milei

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Cecilia Valdez (Globalter).— “Yo siempre vine a colaborar al comedor, pero hoy es la primera vez que vengo para llevarme comida porque bajó el trabajo”. Silvia (59) es enfermera, vive en el barrio Altos de San Lorenzo de La Plata y forma parte de la cola que se arma a la espera de un plato de comida, una escena que se repite en los distintos comedores de los barrios populares de Argentina. Según un reciente informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), la pobreza alcanzó al 55,5% de la población al término del primer trimestre de este año, o lo que es lo mismo, a unas 25 millones de personas, y la indigencia casi a un 18 por ciento.

El hambre avanza

Con la llegada al gobierno de Javier Milei, en diciembre pasado —que aplicó un brutal ajuste que tiene su mayor impacto en la población más vulnerable—, empeoraron casi todas las variables de la economía. Milei, que en campaña había prometido que el ajuste lo pagaría la casta, o los sectores más privilegiados, no ha hecho más que ensañarse con los más desfavorecidos, entre los que se incluyen los jubilados y millones de personas que desde hace décadas arrastran situaciones de vulnerabilidad. Muchas de estas personas venían siendo contenidas por planes sociales del Estado, pero una de las primeras medidas adoptadas por el actual gobierno fue desfinanciar y dejar de proveer a los comedores populares, lo que provocó que muchos de ellos debieran cerrar sus puertas y otros tanto subsistan como pueden.

Las políticas del actual gobierno, que apuntan a terminar con los intermediarios que operan de puente entre las organizaciones sociales y los comedores, cortaron casi de cuajo la financiación de estos espacios de apoyo y contención barriales, y plantearon una serie de auditorías que supuestamente buscan desentrañar tramas de corrupción. Mientras tanto, se supo que la ministra de Capital Humano, un super ministerio a cargo de Sandra Pettovello, mantenía retenidos en depósitos del Estado seis millones de kilos de alimentos —muchos prontos a caducar— y esto desató un escándalo que casi le cuesta el puesto a la ministra.

Aunque la justicia ordenó el inmediato reparto de los alimentos, este aún no se ha concretado. El pasado 30 de agosto, el juez federal Sebastián Casanello llevo a cabo un operativo en el ministerio de Capital Humano, con el objetivo de recopilar información sobre la logística, el stock y las fechas de entrega de los alimentos. La medida se tomó en el marco de la causa iniciada por el dirigente social, Juan Grabois, en la que se investiga la retención de comida en los depósitos. En ese marco, el juez solicitó un back up del ordenador del director de Logística del ministerio de Capital Humano, Pablo Berardi; todas las órdenes de entrega de alimentos desde el 27 de mayo; los partes recibidos por el personal de los depósitos y todas las constancias de movimientos de los alimentos. Luego del operativo, fuentes del ministerio sostuvieron que la entrega se está cumpliendo en tiempo y forma.

La situación es tan desesperante que la misma Iglesia ha sido empujada a la oposición. Hace algunos días, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, reivindicó el trabajo de las mujeres que cocinan en los comedores comunitarios de las villas (chabolas), advirtió que la ayuda alimentaria es insuficiente y le pidió al presidente Milei un plan nacional que asegure la llegada de alimentos a todos los argentinos.

“La situación con la llegada de Milei empeoró mucho”, sostiene Celeste (42), coordinadora del comedor La Sede del Puente, ubicado en el barrio Altos de San Lorenzo, en la periferia de La Plata. “Ahora viene mucha gente que se quedó sin plan social, antes dábamos 250 o 300 porciones y ahora estamos dando 500.” En el caso de los comedores populares de La Plata, la situación presenta diferencias respecto al resto del país porque esa ciudad pertenece a la Provincia de Buenos Aires, un bastión kirchnerista que, aunque continúa con las políticas públicas de asistencia a los sectores más vulnerables, se ha visto fuertemente afectado por los recortes aplicados a las provincias por el gobierno nacional, lo que repercute en todas las áreas.

Comedores comunitarios

El comedor funciona con la colaboración de los vecinos que cocinan y se distribuyen tareas para garantizar el reparto dos veces a la semana. “Es el único comedor de la zona y por eso se llena tanto”, cuenta Celeste. “La gente del barrio vive de changas (trabajos informales) y si llueve no puede salir a trabajar y ese día ya no tiene dinero. También sabemos de gente mayor que no tiene ninguna entrada y les llevamos la vianda a sus casas”. Al figurar inscrito, este comedor recibe de parte del gobierno de la provincia 2 mil kilos de comida cada dos meses, pero no alcanza. “Hace un mes hicimos una fiesta para recaudar fondos y con eso compramos productos frescos, verdura, gas, etc. Y además tenemos una cuenta para que la gente se suscriba y haga aportes, pero con eso empezamos recién ahora.”

A diferencia de La Sede del Puente, el comedor que coordina Paula (40), no está oficialmente registrado y se encuentra ubicado en el medio de 5 chabolas de otra zona de la periferia de La Plata. “Yo prefiero que sea así, no me llevo bien con las cuestiones burocráticas y de esta forma me resulta más fácil pedir donaciones”, cuenta Paula respecto a las razones que la hicieron desistir de la inscripción. “Hace 9 años que tengo comedor. Empecé con una olla de 9 litros en el gobierno de (el ex presidente Mauricio) Macri, pero la situación no ha dejado de empeorar y con Milei en el gobierno la cantidad de gente se ha duplicado”, sostiene.

Tanto Paula como Celeste ceden un espacio de sus propias casas para la elaboración y el reparto de comida. “Yo soy la que coordino el trabajo de las cocineras y hace semanas que les tengo que decir a las chicas que aumenten porque me escribe cada vez más gente para pedirme venir”, asegura Celeste. “Empezamos a repartir a las 18.30 pero a las 17 ya hay cola. Los chicos al mediodía generalmente comen en la escuela.”

El informe

En junio pasado, el Consejo Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) presentó el informe “Situación de comedores, merenderos y ollas populares región La Plata”, del año 2024. Allí se da cuenta del incremento exponencial en la apertura de sitios de distribución de alimentos (SDA) en los diferentes barrios a lo largo de los últimos años.

Luján González (64), hace 30 años que vive en el barrio y otros tantos que conoce a la gente del comedor La Sede del Puente. “Al principio venía acá a un taller de costura, y después, en la pandemia, empecé a venir al comedor”, cuenta. Luján es de las que llega temprano para hacer la cola, pero antes se acerca a saludar a las cocineras y describe su situación:

“Tengo 4 hijos y me llevo comida para mí y para los que no tienen trabajo, porque algunos trabajan como albañiles y hay días que tienen algo de dinero”, puntualiza. “Lo que nos llevamos lo ponemos en la nevera de los que tienen, y lo vamos repartiendo a lo largo del día. Los fines de semana nos juntamos entre todos, compramos un poquito cada uno y con eso cocinamos algo. Yo soy viuda y siempre he ido a comedores, así crie a mis cuatro hijos. También cobré planes sociales cuando pude.”

Uno de los primeros datos que aparecen en el citado informe es que solo el 62% de los SDA que había registrados en el informe de 2022 pudo ser encuestado ya que el 38% restante dejó de funcionar por falta de insumos o personal, debido a las bajas en planes sociales como el Potenciar Trabajo o el programa Nexos. Otro dato es que la inmensa mayoría están ubicados en barrios populares del Gran La Plata y no tienen acceso regular a dos o más servicios básicos.

“Estamos muy mal con el recibo de alimentos para atender a los comedores. Nosotros no solo damos alimento, sino que asistimos a personas que sufren violencia de género, contenemos a chicos con problemas de consumos, etc. Por lo tanto, si no están los comedores y merenderos crece la delincuencia, el narcotráfico, la violencia de género porque no hay trabajo, el maltrato infantil, crece todo”, manifestó Lorena, integrante del Movimiento de Trabajadores Excluidos, en la presentación del informe

El dato más preocupante es que una gran parte de los merenderos, comedores y ollas populares (más del 70%) plantean como insuficiente la provisión de carnes, verduras crudas y fruta, de leche y de alimentos “secos” como harina, azúcar y arroz. Los menores grados de insuficiencia lo tienen las legumbres, la sémola de maíz y la yerba mate.

“El déficit de estos nutrientes pone seriamente en riesgo la salud y el desarrollo de la población, sobre todo de los niños, niñas y las personas gestantes. A su vez, se destaca el bajo aporte de fibra de las preparaciones elaboradas en los SDA.”, advierte el Consejo Social de la UNLP. Y agrega: “Las políticas provinciales y municipales de atención alimentaria hacia los SDA no alcanzan a compensar el retiro en la participación que, hasta diciembre de 2023, llevaba a cabo el Estado Nacional, dados los efectos en sus presupuestos de las políticas de ajuste estructural puestas en marcha.”

A nivel nacional, la postal no es muy distinta, la Octava encuesta a hogares con niñas, niños y adolescentes de UNICEF, difundida hace algunas semanas, muestra que alrededor de 10 millones de chicas y chicos en Argentina comen menos carne, verduras, frutas y lácteos que en 2023, que más de un millón se saltea una comida diaria y que casi la mitad de los hogares con niñas y niños no alcanzan a cubrir gastos básicos. También señala que aproximadamente un millón de niñas y niños se van a la cama sin cenar y que ese número crece a un millón y medio si se incluye a aquellos que se saltan alguna comida durante el día. Por lo demás, en esos mismos hogares, 4 millones y medio de adultos también se saltan alguna comida, generalmente para asegurar que sus hijos puedan alimentarse.

Voto a Milei

Aunque tanto Luján como Silvia no cuentan con los ingresos necesarios para garantizarse una comida diaria, ni para ellas ni para sus familias, ninguna de las dos responsabiliza de esta situación al actual gobierno, como sí lo hacen Celeste y Paula, las coordinadoras de los comedores. Luján y Silvia no ven un mayor deterioro de su situación con el actual gobierno, pese a que Silvia admite que se quedó sin trabajo y que es la primera vez que se lleva una vianda del comedor. “La situación se viene deteriorando desde hace muchos años, no tiene que ver con el cambio de gobierno, pero estos últimos tiempos el dinero no me alcanza. La vida como era antes con trabajo en blanco, prepaga y eso, desapareció hace más de 30 años y empezó todo esto de las cooperativas y los planes de emergencia. Yo hace tres décadas que estoy en el barrio así que conozco familias donde primero estuvieron los abuelos, y después los hijos y los nietos, y todos siguen igual de mal.”

Una línea argumental fuerte en las discusiones y los debates de la Argentina actual, que intenta explicar el triunfo de Milei, sostiene, justamente, que la situación en los barrios populares viene siendo desastrosa desde hace muchos años y que un outsider, que por lo demás era el único que planteaba un cambio radical, fue la única alternativa de cambio que escucharon quienes no querían más de lo mismo, es decir, más hambre y miseria.

“Yo no conozco gente en el barrio que haya votado a Milei”, afirma Paula. Celeste, por su parte, reconoce que conoce gente que le votó: “Algunos se están queriendo dar la cabeza contra la pared, y otros, aunque su situación es pésima, siguen diciendo que hay que darle tiempo. Yo creo que mucha de esta gente no entiende cómo funcionan las cosas, porque yo muchas veces hablo con los más jóvenes que hoy están en una escuela pública y cobran el (plan) Progresar, o con los padres que cobran otros planes, y me dicen que no sabían que eso se le puede terminar con este gobierno. Es como que se les hizo un lavado de cabeza.” (Tomado de Globalter).

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