«Varios instructores británicos, con ayuda de intérpretes, nos adiestraban a disparar los misiles antitanques NLAW en una base especial en la localidad de Downholme (norte de Inglaterra). Después nos debían enviar a la ciudad de Sudzha, en la provincia de Kursk», dijo Valeri S. a Sputnik.
El militar ucraniano, quien huyó a Rusia a principios de este año, había sido movilizado al Ejército ucraniano por la fuerza en octubre de 2024.
El pasado 6 de agosto de 2024, las tropas ucranianas irrumpieron en Kursk, ocupando algunas aldeas fronterizas, lo que provocó el desplazamiento masivo de civiles.
Las fuerzas de Rusia recuperan progresivamente el control de varias localidades, causando fuertes pérdidas a las tropas ucranianas.
Hasta la fecha Ucrania perdió en Kursk a más de 54.270 militares, 315 tanques, 237 vehículos de combate de infantería, 180 transportes blindados de personal, 1.608 vehículos blindados de combate, 1.596 automóviles, 387 piezas de artillería y 44 lanzacohetes múltiples, incluidos 13 Himars y seis MLRS de fabricación estadounidense, entre otros equipos.
Las fuerzas rusas llevan a cabo desde febrero de 2022 la operación militar especial para detener los bombardeos ucranianos contra los civiles de Donetsk y Lugansk, dos territorios que se independizaron de Ucrania en 2014 y se adhirieron a Rusia en septiembre de 2022.
Conforme al liderazgo ruso, los objetivos de la campaña militar son detener «el genocidio de los pueblos de Donetsk y Lugansk que cometía el régimen ucraniano» y atajar los riesgos de seguridad nacional que representa el avance de la OTAN hacia el este.
Ucrania es apoyada militarmente por la mayoría de los Estados miembros de la OTAN, el bloque bélico que lidera Estados Unidos.