Pionera en energía nuclear desde los años setenta del siglo pasado, Francia ha desarrollado un modelo único basado en un ciclo cerrado de combustible. Este planteamiento no sólo reduce los residuos radiactivos, sino que también reutiliza materiales usados para producir nuevos combustibles, como el “mox”, que alimenta el 10 por cien de los reactores franceses.
Sin embargo, esta aparente autonomía esconde una importante dependencia: el enriquecimiento del uranio reprocesado se realiza exclusivamente en Rusia, en la planta de Seversk, operada por Rosatom.
El transporte de materiales nucleares entre Francia y Rusia constituye un eslabón particularmente frágil de la cadena. Dependiente de buques rusos especializados y de aseguradoras presionadas por las sanciones occidentales, la logística podría verse comprometida por nuevas medidas restrictivas, lo que provocaría una acumulación problemática de existencias de uranio usado en Francia.
Las limitaciones industriales francesas acentúan esa vulnerabilidad. Aunque dispone de instalaciones como la planta Georges-Besse II en Tricastin para el enriquecimiento de uranio natural, Francia no dispone del equipamiento necesario para procesar el uranio reprocesado, lo que refuerza su dependencia de Rusia.
Frente a ese desafío, están surgiendo soluciones. La inversión de Orano de 1.700 millones de euros para aumentar la capacidad de enriquecimiento de Tricastin hasta 2028 es el primer paso. Sin embargo, una verdadera autonomía requeriría inversiones mucho más cuantiosas, particularmente en tecnologías de vanguardia como los reactores de neutrones rápidos, capaces de recuperar totalmente el uranio empobrecido.
El “mox” es una abreviatura de la expresión inglesa “mixed oxide” o mezcla de óxidos de uranio. Alude a una mezcla de óxido de uranio natural, uranio reprocesado o uranio empobrecido y óxido de plutonio. La proporción de plutonio en este combustible varía de un 3 a un 10 por cien.
El combustible se comporta de una forma similar a la del de uranio empobrecido (combustible convencional) para el que se diseñaron la mayoría de los reactores nucleares de agua ligera.
Uno de las ventajas del “mox” es que elimina una parte del plutonio procedente de los programas militares de armamento nuclear, eliminando el problema del almacenamiento re residuos.