Donald Trump y el conflicto en Ucrania

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Tres semanas después de su regreso a la Casa Blanca, el presidente Donald Trump trata de resolver el conflicto en Ucrania. Es evidente que sus consejeros, dejándose llevar por sus propios prejuicios, no entienden ninguna de las preocupaciones del gobierno ruso y le presentan a Trump una imagen falseada de las razones que llevaron la parte rusa a intervenir en Ucrania. Viendo que no logra avanzar, Donald Trump aplica a la cuestión ucraniana una estrategia similar a la que trata de utilizar en Gaza: se desvía del problema fundamental y opta por proponer transacciones económicas. En el caso de Ucrania, Trump trata de hacerse con el control de las “tierras raras” de ese país.

Por iniciativa del presidente francés Emmanuel Macron, Donald Trump, siendo ya presidente reelecto, conversó en la capital francesa con el presidente no electo de Ucrania, Volodimir Zelenski, al margen de la reapertura de la catedral de Nuestra Señora de París, el 7 de diciembre de 2024.

Thierry Meyssan (Red Voltaire).— El presidente estadounidense Donald Trump había declarado que resolvería el conflicto en Ucrania muy rápidamente. Ahora reconoce que va a necesitar más tiempo y ha designado al general Keith Kellogg como su enviado especial en Ucrania. Durante el primer mandato presidencial de Donald Trump, el general Kellogg fue el sustituto del general Michael Flynn como consejero de seguridad nacional y posteriormente encabezó el estado mayor del Consejo de Seguridad Nacional.

Durante la última campaña electoral, el general Kellogg encargó a uno de sus antiguos colaboradores, Frederic H. Fleitz, la preparación de un plan para Ucrania. Ese plan fue publicado, el 11 de abril de 2024, por el America First Policy Institute [1]. Aunque se trata, en primer lugar, de un elogio al candidato Donald Trump y una crítica dirigida a Joe Biden –en aquel entonces todavía candidato a la reelección–, el documento también contiene numerosas ideas.

  • En primer lugar, el general Keith Kellogg y Frederic Fleitz tildan de «ridículas» las explicaciones rusas de que la operación militar especial tiene como objetivo desnazificar Ucrania. También califican de «paranoia» el temor de Rusia a que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN. Kellogg y Fleitz explican el fracaso de la administración Biden acusándola de haber apostado inútilmente contra Rusia al respaldar la aspiración de Kiev a que Ucrania se convirtiese en miembro de la OTAN, en vez de tratar de negociar directamente con Moscú. Y finalmente consideran que la política de Biden, que consistió en no apoyar directamente al ejército ucraniano sino en movilizar a sus aliados para que lo hiciesen en su lugar, fue un grave error cuyo resultado fue que Estados Unidos perdió el control de la situación.
  • En cuanto a las negociaciones de paz, Kellogg y Fleitz no excluyen que la administración Biden haya presionado al primer ministro británico Boris Johnson para que convenciera a Zelenski de que había que torpedearlas. Observan que en abril de 2023 la administración Biden se apartó del establishment de Washington, después de haber hecho lo mismo con los dirigentes europeos –el presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, Richard Haass, y Charles Kupchan, profesor en la universidad estadounidense de Georgetown, publicaron en la revista Foreign Affairs un artículo donde señalan que los occidentales no logran alcanzar la victoria en Ucrania y que deberían por ello negociar la paz, punto de vista que compartió hasta el recientemente fallecido Henry Kissinger. Hass y Kupchan proponían concretamente que Ucrania no renunciara a los territorios que ha perdido sino que se comprometiera a recuperarlos por la vía diplomática en vez de recurrir a la fuerza, mientras que Estados Unidos contribuiría flexibilizando sus “sanciones” contra Rusia.

Lo sorprendente en el razonamiento del America First Policy Institute, es que ignora totalmente el punto de vista de Rusia y proyecta sobre Moscú la manera de pensar de los políticos de Washington. No concede la menor importancia a la presencia de nazis en el régimen de Kiev y a su creciente influencia en toda Ucrania… pero no porque ignore esa parte del problema sino porque Estados Unidos no se implicaría en una guerra por una cuestión de orden ideológico [2].

El America First Policy Institute ignora también el recelo de Rusia en cuanto al despliegue de arsenales extranjeros justo en sus fronteras –lo interpretan a lo sumo como una fobia rusa frente a la OTAN, sin tener en cuenta que para la parte rusa se trata de defender las fronteras más largas del mundo. Y, al ignorar lo anterior, el America First Policy Institute no entiende –o finge no entender– por qué Moscú creyó poder evitar la guerra presentando a Washington, el 17 de diciembre de 2021, una propuesta de tratado sobre las garantías de seguridad [3]. Todo eso nos lleva a la conclusión de que en abril de 2023 la gente que trajaba con Donald Trump no entendía absolutamente nada sobre la implicación rusa en Ucrania y, por consiguiente, tampoco entendían cómo poner fin al conflicto.

El hecho que los consejeros de Donald Trump no entienden la cuestión ucraniana se ha visto confirmado de múltiples maneras. Por ejemplo, el 25 de julio de 2023, Frederic “Fred” Fleitz se asombraba en The Federalist [4], de que la cumbre de la OTAN realizada en Vilnius (Lituania) no fijara fecha para la adhesión de Ucrania a ese bloque bélico y optara por posponer el asunto por temor a la reacción de Rusia. En aquel mismo artículo Fleitz interpretaba la posición rusa afirmando que Moscú teme que una “democratización” de Ucrania podría ser peligrosa ya que podría propagarse hacia Rusia.

Por su parte, Moscú, que se halla en posición de fuerza, ha anunciado que no aceptará sentarse a conversar mientras Ucrania no haya renunciado públicamente a los territorios que ha perdido y haya declarado, también públicamente, que no será miembro de la OTAN –lo cual implica para Kiev que habría que abrogar un artículo de la Constitución ucraniana adoptada en 2019 [5]–, además de comprometerse a ser un Estado neutral.

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha precisado además que Rusia sólo podría firmar un tratado de paz cuando Ucrania tenga un dirigente que cuente con la legitimidad necesaria para firmarlo. El mandato presidencial de Volodimir Zelenski expiró en mayo de 2024. Pero, desde el inicio del conflicto, el mismo Zelenski proclamó en Ucrania el estado de excepción (o “estado de emergencia”), que impide la realización de nuevas elecciones, y no ha tratado de levantar esa medida para que los ucranianos puedan elegir un nuevo presidente. Según la Constitución en vigor, ni siquiera es Zelenski quien debería seguir dirigiendo el país hasta que se haga una nueva elección. La Constitución ucraniana estipula que eso es responsabilidad del presidente del parlamento, Ruslan Stefantchuk. Consciente de que su permanencia en el poder es ilegítima, Zelenski ahora suele hacerse acompañar por Stefantchuk cuando viaja al extranjero.

Los 11 partidos políticos opositores ucranianos están prohibidos. Kiev alega que fueron ilegalizados por plantear que el país debía rendirse sometiéndose a las condiciones del enemigo. En realidad, esos partidos pedían la eliminación de los monumentos que rinden homenaje a la Organización de los Nacionalistas Ucranianos (OUN-B), cuyos miembros fueron los colaboradores de los nazis antes y durante la Segunda Guerra Mundial. El régimen actual, por el contrario, ha erigido nuevos monumentos que glorifican a aquellos colaboradores ucranianos de los nazis y apoya el mito del Holomodor, según el cual la hambruna que asoló Ucrania en 1932-1933 fue provocada voluntariamente por los rusos, una tesis claramente estúpida ya que aquella hambruna también afectó gravemente otras regiones de la URSS [6]. Uno a uno, casi todos los parlamentos de las potencias occidentales han instaurado leyes que presentan el mito del “Holomodor” como una verdad incuestionable.

Desde que el presidente Donald Trump regresó a la Casa Blanca, se observa en Estados Unidos una toma de conciencia sobre varias incoherencias ucranianas: Kiev prohíbe los partidos políticos de oposición, prohíbe la principal iglesia cristiana del país y quema millones de libros de autores rusos o simplemente publicados en Rusia. El general Keith Kellogg declara: «En la mayoría de las democracias se hacen elecciones incluso en tiempo de guerra. Pienso que eso es importante. Pienso que es bueno para la democracia. La belleza de una democracia fuerte reside en tener más de un candidato potencial.»

La CIA parece haber optado por favorecer la elección de Oleksiy Arestovytch, un ex consejero de Zelenski. Se trata de un personaje menos hábil que Zelenski, pero mucho más inteligente, especialista, entre otras cosas, en la manipulación de las masas.

El 2 de febrero, o sea 2 días ante del inicio de los contactos directos entre la Casa Blanca y el Kremlin, el SVR (el servicio ruso de inteligencia exterior) emitía un comunicado [7], señalando que Estados Unidos se plantea deshacerse de Zelenski. El mismo comunicado del SVR revela que la OTAN, empeñada en preservar lo que queda de Ucrania para mantener al menos una cabeza de playa contra Rusia, está preparando condiciones para impedir que Zelenski pueda ser reelecto. Con ese objetivo, la OTAN tiene prevista la difusión de 3 informaciones:

  • la presidencia ucraniana desvió 1 500 millones de euros que estaban destinados a la compra de municiones;
  • 130 000 soldados ucranianos muertos en combate siguen cobrando sus sueldos;
  • el propio Zelenski cedió (no vendió) bienes inmobiliarios ucranianos a empresas extranjeros y se echó en el bolsillo “compensaciones” discretamente enviadas a cuentas en el extranjero.

En junio de 2023, el SVR ya revelaba, en otro comunicado, que Washington quería deshacerse de Zelenski [8]. En aquel momento la administración Biden todavía se hallaba en la Casa Blanca.

Estos “preparativos occidentales” y el inicio de negociaciones oficiales entre la Casa Blanca y el Kremlin, el 5 de febrero, suscitaron dos días después, el 7 de febrero, una extraña proposición del presidente Trump: Estados Unidos otorgaría una ayuda financiera a cambio de la autorización de explotar las “tierras raras” de Ucrania.

El 8 de febrero pasado, Zelenski declaró a la agencia británica Reuters que, a falta de poder ganar la guerra, se propone vender las riquezas de su país.

De inmediato, Zelenski da a la agencia Reuters una entrevista y se apresura a divulgar él mismo algunas de sus declaraciones en su canal de Telegram, incluso antes de que Reuters las publicara. En esa entrevista, Zelenski declara: «[Ucrania] es una tierra muy rica. Eso no significa que la demos a nadie, ni siquiera a socios estratégicos. Estamos hablando de asociación (…) Desarrollemos esto juntos, hagamos dinero, y sobre todo, esto tiene que ver con la seguridad del mundo occidental (…) Es muy interesante para nosotros, yo sé que es muy interesante para la administración Trump (…) Estamos listos y dispuestos a tener contratos para el suministro de GNL [gas natural licuado] hacia Ucrania. Y por supuesto seremos una vía [de suministro] hacia el conjunto de Europa (…) Los estadounidenses son quienes más han ayudado y por lo tanto son ellos quienes más deben ganar. Deberían tener esa prioridad y van a beneficiarse con ella. Yo quisiera hablarle de eso al presidente Trump.» [9]

Los minerales denominados “tierras raras” son muy importantes en la fabricación de imanes de alto rendimiento, de motores eléctricos y para la industria electrónica en general. Ucrania tiene las mayores reservas de titanio de toda Europa, fundamental para la industria aeronáutica y espacial, y también dispone de reservas de uranio, utilizado en el terreno de la energía nuclear y el armamento.

Problema: Rusia ya tiene bajo su control un gran yacimiento de litio en la región de Donetsk (en el este), después de haber tomado otro gran yacimiento en Kruta Balka, en la región de Zaporijia (en el sur), dos regiones cuyas poblaciones solicitaron –por vía de referéndum– y obtuvieron su integración a la Federación Rusa.

Conclusión: lo que quieran hacer tendrán que hacerlo rápido porque pronto Ucrania ya no tendrá nada que ofrecer.

Dando marcha atrás, el general Keith Kellogg dio una entrevista al New York Post. Según él, todo es todavía negociable y lo importante es parar la matanza [10]. En otras palabras, el Imperio estadounidense está consciente de su propio derrumbe y lanza ideas en todas direcciones, con la esperanza de disimular su agonía.

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[1America First, Russia and Ukraine, Keith Kellogg y Frederic H. Fleitz, America First Policy Institute, 11 de abril de 2024.

[2] «¿Quiénes son los nacionalistas integristas ‎ucranianos?‎», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 17 de noviembre de 2022.

[3«Rusia quiere obligar Estados Unidos a respetar ‎la Carta de la ONU‎», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 4 de enero de 2022.

[4How Promising NATO Membership To Ukraine Could Lead To World War III”, Frederic H. Fleitz, The Federalist, 25 de julio de 2023.

[5En el artículo 85, acápite 5, de la Constitución ucraniana de 2019 se estipula que el parlamento ucraniano «determina la política interna y externa y aplica la orientación estratégica del Estado con vista a la plena adhesión de Ucrania a la Unión Europea y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte».

[6Ver «L’Holodomor, nouvel avatar de l’anticommunisme «européen»» (pasaje del libro Le Choix de la défaite), de la importante historiadora francesa Annie Lacroix-Riz, publicado en 2010; Famine et transformation agricole en URSS [en español, “Hambruna y tranformación agrícola en la URSS”], Mark Tauger, Delga, 2017.

[7«Натовцы готовят кампанию по дискредитации В. Зеленского», Пресс-бюро СВР России, 3 de enero de 2025.

[8«Запад готовится «списать» Зеленского», Пресс-бюро СВР России, 20 de junio de 2024.

[10“Trump ready to double down on Russian sanctions, US envoy to Ukraine Keith Kellogg says”, Caitlin Doornbos, New York Post, 7 de febrero de 2025.

 

Fuente: Red Voltaire

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