Las potencias occidentales van cerrado las fronteras progresivamente y creando una bola cada vez mayor de emigrantes ilegales, aunque la manipulación del asunto es evidente porque no está claro si la xenofobia se dirige contra los ilegales, o contra los emigrantes, o incluso si también alcanza a los turistas.
Al asunto le han dado la vuelta porque parece que llegan riadas cada vez mayores de extranjeros y que es un fenómeno que antes no existía, cuando no es así. Por ejemplo, el abuelo paterno de Trump emigró de Alemania a Estados Unidos en 1885, huyendo del servicio militar en su país. Pero su madre nació en Escocia y lleva menos de cien años en Estados Unidos.
La verdadera diferencia es que cada vez hay más muros, por lo que cada vez hay más sin-papeles y cada vez se necesitan más papeles, hasta el punto de llegar a extremos grotescos.
Por ejemplo, al Jefe del Estado Mayor del ejército nigeriano, general Christopher Musa, y a la mitad de su delegación, les negaron el jueves los visados para asistir a una ceremonia oficial en honor a los veteranos en suelo canadiense.
El rechazo provocó indignación entre los funcionarios nigerianos, y el asesor de seguridad nacional, Nuhu Ribadu, llegó a decir que Canadá “puede irse al infierno”, mientras que el ministro del Interior calificó el trato de profundamente irrespetuoso.
Como hemos explicado, Canadá ha introducido nuevas normas que amplían las facultades de la policía de inmigración para cancelar visados temporales de residencia. El gobierno de Canadá justifica las medidas con las típicas normas de seguridad, que tanto para un roto como un descosido.
El Ministro del Interior de Nigeria, Olubunmi Tunji-Ojo, ha señalado el fracaso en el uso de los canales diplomáticos tradicionales para abordar posibles preocupaciones.
El incidente ha conmocionado a Nigeria y se extendió más allá de las relaciones bilaterales. El general Musa dice que es una advertencia para que su país fortalezca su soberanía y no acepte ser tratado con condescendencia.
La humillación de un alto funcionario del ejército ha suscitado la preocupación del ministro del Interior sobre el destino reservado a los ciudadanos nigerianos comunes en sus solicitudes de visado. Aunque actualmente el gobierno nigeriano prefiere recurrir a medios diplomáticos para resolver estas disputas, el incidente corre el riesgo de dejar cicatrices duraderas en las relaciones entre ambos países.
La obtención de visados para entrar en los países occidentales se ha convertido en un laberinto imposible. Si las dificultades para los diplomáticos, funcionarios y empresarios son grandes, incluso para misiones oficiales, para los demás es una tarea imposible. No hay manera de cumplimentar todo el papeleo necesario para viajar.