La UE porfía para sentarse en la negociación sobre Ucrania: ¿cuán realistas son sus pretensiones?

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Bruselas se revuelve ante la perspectiva de quedar fuera de la mesa de negociación para poner fin al conflicto. Voces disonantes de distinto signo político en la UE argumentan y validan la exclusión. Politólogos consultados por Sputnik explican que la vía belicista, sin matices, elegida por Europa, es la lógica que la incapacita como pacificadora.

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NAZI | © Foto : @kajakallas / vía X

Yarisley Urrutia (Sputnik).— Los acontecimientos que se están sucediendo casi de manera correlativa a raíz de los contactos entre Washington y Moscú, adquieren una envergadura acaso mayor en el marco de la Conferencia Internacional de Seguridad de Múnich, donde la intervención del vicepresidente estadounidense D.J. Vance ha terminado por jalonar el cisma político entre EEUU y la Unión Europea.

El discurso del presidente de EEUU Donald Trump tras la conversación con su homólogo ruso Vladímir Putin en vísperas de la cumbre en Múnich no contempló la entrada de Ucrania en la OTAN, señaló nuevas realidades territoriales (como también apuntó el jefe del Pentágono, Pete Hegseth) y minimizó el papel de la UE en el posible proceso de paz. Parece que Bruselas no tendría un papel protagónico en las negociaciones que podrían tener lugar, pero habría de asumir la factura de la reconstrucción del país.

Tal perspectiva solivianta a una UE que se resiste a asumir un papel de comparsa, relegada a un segundo plano sin la vitola de superpotencia. En respuesta, en la antesala de Múnich, el llamado grupo de Weimar+, integrado por Francia, España, Alemania, Polonia y el Reino Unido bajo la égida de la canciller europea, Kaja Kallas, suscribió en París un comunicado donde resuelve «aumentar» su apoyo a Ucrania y espera «discutir el camino a seguir junto con nuestros aliados estadounidenses».

Es decir, la UE reclama un asiento en la mesa de toda negociación sobre el fin del conflicto y el futuro de Ucrania. Pero, ¿cuán realistas son tales peticiones? ¿Posee Bruselas una voz propia fruto de una soberanía estratégica?

Disparidad de opiniones

Hay voces de disenso sobre el camino a seguir, incluso en el seno de gobiernos profundamente atlantistas, como el de España. Su ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, durante una entrevista a la emisora Onda Cero, calificó el gasto militar de «disparatado» y pidió «no ceder a una espiral belicista», pues desviarse de un gasto que no proteja a la población es una «dirección absolutamente equivocada».

Más concreto, el primer ministro de Hungría, el conservador Viktor Orban, calificó en la red X la declaración del grupo de Weimar+ de «triste testimonio del mal liderazgo de Bruselas», tildó de «moral y políticamente inaceptable» la posición de la UE de «apoyar la matanza todo el tiempo que sea necesario» y afirmó que para reclamar sitio en la negociación, primero «hay que ganárselo».

https://twitter.com/PM_ViktorOrban/status/1889976335897899377

Es decir, se pone en duda la capacidad pacificadora de quien ha alentado el conflicto, tanto a nivel diplomático como político.

Y Robert Fico dice basta

«La UE tiene un papel raro y miserable, porque ha estado contribuyendo a una guerra que sabía que [la OTAN] no podía ganar, sino producir todo lo contrario: un sacrificio inmenso. El empeño de la UE es el de unas potencias que han sido imperiales, intervencionistas y que tienen la costumbre de mostrar su fuerza», explica el politólogo, sociólogo y autor Pedro Costa.

En conversación con Sputnik, Costa subraya el papel errático de la diplomacia española al plantear que la UE asista a las negociaciones «como si no hubiera habido guerra, ni problemas territoriales, ni la intención de expandir la OTAN a Ucrania». «Y Borrell sigue sin enterarse de nada. En su última entrevista, ni siquiera mencionó el problema de fondo, que es la OTAN», añade.

«[El ministro español de Exteriores, José Manuel] Albares dice que Europa debe tener una voz única, pero sabemos que eso no va a pasar nunca. Hay dos países que no van a pasar por ese trágala. Y menos ahora, cuando ven que tenían razón al comprender la posición de Rusia y el origen del problema, sin fiarse de los mercaderes de armas ni de la tradición de la burguesía europea desde el Tratado de Roma», afirma Costa.

Se refiere este politólogo también al caso de Eslovaquia, cuyo primer ministro, el socialdemócrata Robert Fico, rebatió la postura de Bruselas expresada por el grupo de Weimar+ a través de una carta publicada en su cuenta personal en redes sociales, donde asegura que la UE es «la segunda perdedora» del conflicto después de Ucrania por culpa de no tener «opinión propia» sobre los grandes temas, habiéndose limitado a «copiar ciegamente a la Administración [del presidente de EEUU, Joe] Biden en la guerra de Ucrania».

«Me entristece ver lo indefensos que estamos en la UE, especialmente lo indefensos que están aquellos que han apoyado tan firmemente más y más matanzas en Ucrania. (…) No sé si no suena un poco embarazoso cuando, hoy, algunos Estados miembros e instituciones de la UE claman por un asiento en la mesa de negociaciones sobre la paz», escribe Fico.

La apuesta belicista de la UE

Para el también politólogo y autor Manuel Monereo, el hecho de que la política europea esté «marcada por los intereses de EEUU», obró que la UE se embarcara en una «guerra proxy entre EEUU y Rusia por medio de Ucrania». Y tal apuesta puede poner en duda la sinceridad de sus intenciones pacificadoras en una mesa de negociación.

«El resultado es que la UE se ha convertido en el más furibundo de los belicistas y partidarios de la guerra. Pero ahora cambia la dirección política del que manda y se encuentra con el pie cambiado, fuera del mapa real de la política y teniendo ahora que dar explicaciones a su opinión pública», explica Monereo a Sputnik.

En su opinión, la UE apostó íntegramente por la derrota de Rusia, «envalentonando a una Ucrania que se caía para ponerla en pie». Pero ahora no es capaz de admitir públicamente que «la guerra está perdida, que las sanciones contra Rusia no han funcionado y que hay miles de muertos asomándose al corazón de Europa por culpa de un conflicto que pudo arreglarse pacíficamente».

«España ha sido, después de Francia y Alemania, la que más ha contribuido en el apoyo a Ucrania», recuerda Costa, que añade la presencia de militares y aviones de combate españoles en las misiones de la OTAN en los países bálticos como factor de «provocación» en las fronteras rusas, pues cabe recordar el incidente de 2018, cuando un caza español disparó en Estonia un misil junto a la frontera.

«Ese empeño parece que no les importa nada. El papel es patético, una agresividad que es mera rusofobia, cuando resulta que la solución para Europa es aliarse con Rusia, pero ya mismo», asevera.

La realidad se desvela

«Las crisis siempre desvelan la realidad que la normalidad oculta», recuerda Monereo. Y lo que se desvela ahora, a su juicio, es lo que «los estadounidenses han dicho desde siempre, como Brzezinski, el exconsejero de Seguridad Nacional de EEUU: que Europa es un protectorado militar de EEUU».

«La construcción europea ha estado marcada desde siempre por la hegemonía de EEUU en la zona, y por su presencia político-militar», añade, y pone de ejemplo la situación del «supuesto hegemón europeo», Alemania. «En realidad es un protectorado militar sin soberanía, con una treintena de grandes bases estadounidenses. Sus decisiones fundamentales están subordinadas a los intereses estratégicos de EEUU».

«Así que la realidad que la crisis desvela es la subordinación de la UE a los intereses de EEUU y que la dirección política real de Europa se halla en la OTAN, a su vez dirigida por EEUU», explica Monereo.

De modo que la impotencia de la UE ante la perspectiva de no estar presente en el posible proceso de paz es producto de haber sostenido a lo largo del tiempo una relación subalterna con Washington, que diseñó la ampliación del club comunitario hacia el Este, conectándola con la OTAN. En una decisión en tanto que correa transmisora de los intereses norteamericanos, Ursula von der Leyen acabó por situar a políticos bálticos «profundamente antirrusos» al frente de la política exterior (la estoniana Kaja Kallas) y de defensa (el lituano Andrius Kubilius).

«Fue una decisión política para continuar la guerra contra Rusia. Pero ahora, todo eso queda en el aire y la UE se da cuenta de que su política conduce a un desastre geopolítico. Y ve que, a ojos de sus poblaciones, sus élites políticas son aliados subalternos de EEUU que no tienen en cuenta los intereses de sus propias poblaciones y de la UE», asegura Monereo.

Riesgos de un proceso minado

Más allá de la insatisfacción de la UE al verse obviada de las futuras negociaciones, cabe asimismo calibrar el riesgo de su torpedeamiento. «Hay que prever que la UE, sobre todo Polonia y los bálticos, actúen e intervengan activamente contra la negociación, generando escenarios crisis», augura Monereo.

«El proceso de paz tiene enemigos muy poderosos, que son los grandes perdedores de este proceso: la UE y Ucrania. Veremos cosas para los que no estamos preparados», advierte, en alusión a situaciones como la del dron estrellado contra la central de Chernóbil y la del sabotaje al gasoducto Nord Stream. «Pueden venir cosas muy parecidas para obstaculizar el proceso negociador», concluye.

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