1.- No quieren entender que su mundo se derrumba y no pueden reconocer que no son nadie.
2.- No quieren la paz y no pueden librar la guerra.
Es el resumen del estado de shock en que está el zombi conocido como Unión Europea desde hace unos días. No me gusta mucho esta expresión que es un anglicismo, pero la utilizo para que se entienda mejor de qué va la cosa. En medicina, un estado así es una reacción emocional y fisiológica de gran intensidad ante sucesos altamente estresantes y traumáticos que o acaban de suceder o hemos conocido o procesado en un momento concreto (la Conferencia de Munich de este fin de semana, por ejemplo). Dichas reacciones pueden incluir desde ansiedad, pérdidas de consciencia, visión en túnel, síntomas disociativos, rabia, ira, llanto, risa nerviosa, temblores, taquicardias o incluso una completa indiferencia y falta de reacción. Lo más habitual es que o bien se presente un embotamiento afectivo y pérdida de habilidades cognitivas o bien una reacción histérica y/o agresiva ante el hecho. Clavadito a lo que está pasando en el zombi conocido como Unión Europea.
Un zombi que está saltando por los aires desde que el señor Lobo tuvo la audacia de llamar al señor Oso. Los europedos (expresión gráfica de Celtas Cortos) quieren visibilizar que no son un montón de mierda y unos limpia-mierdas y han puesto en marcha una «cumbre europea» para dar una respuesta al Señor Lobo. Pero solo de unos pocos, no vaya a ser que se escenifique la implosión y el coche quede lleno de trocitos de cráneo y sesos y llegue el señor Lobo y diga que lo hay que limpiar. Francia, Alemania, Gran Bretaña (curioso porque ya no forma parte del zombi), Italia, Polonia, España, Países Bajos y Dinamarca. Además de la condesa de la UE y del presidente del Consejo Europeo. Lo mejor de cada casa, desde luego.
Y luego, la guinda de los psicópatas, el perro faldero que hace de secretario general de la OTAN diciendo que no se siente «en absoluto» vinculado a las obligaciones que prevé el tratado fundacional de la organización militar de la mafia occidental, como si fuera de EEUU fuese algo.
Esta panda de psicópatas que hasta ayer se desgañitaban hablando de «la victoria de Ucrania», y de «apoyar hasta donde sea necesario» no saben dónde meterse. Una buena pregunta es qué va a decir esta peña cuando lo que digan le importa una mierda a Rusia, que no olvida que los Acuerdos de Minks II fueron incumplidos, como reconocieron los presidentes entonces de Francia y Alemania, «para dar tiempo al rearme de Ucrania». O sea, que tienen credibilidad cero para Rusia por que lo que digan no sirve de nada. Pero el simple hecho de que la paz, por lejana que esté, sea considerada por toda este peña de psicópatas como un riesgo dice mucho del grado de locura de quienes nos gobiernan (porque nos dejamos).
Van a vendernos el aumento inmediato del gasto militar, como exigió el señor Lobo y ha repetido el perro faldero de la OTAN ya dos veces, la primera a finales de diciembre del año pasado. Y está lo de las «fuerzas de paz» de unos soldaditos de juguete que no durarían ni medio minuto ante los rusos.
Pero ¿a quién van a comprar las armas? Porque las europeas y las estadounidenses están ardiendo maravillosamente en el país 404, antes conocido como Ucrania y no es realista pensar siquiera que las empresas europeas van a mejorar algo en este aspecto. Ni las estadounidenses, por cierto, que cuentan por decenas sus fracasos en armas hipersónicas.
Con esto, la cumbre de París de hoy no es mas que humo. Un humo que ocultará que el salchichón del cada vez más escaso «estado del bienestar» verá cómo recibe más y más tajos en sanidad, en educación, en pensiones. Y los borregos (nosotros), tan contentos.
A modo de recordatorio para los ignorantes occidentales, la postura de Rusia es esta y dudo mucho que varíe: «Fueron los líderes de los países de la UE –la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés François Hollande– quienes recientemente declararon abiertamente que no tenían intención de implementar los Acuerdos de Minsk, aunque previamente habían asegurado al mundo lo contrario. Ahora su posición oficial es que los Acuerdos de Minsk fueron un intento de rearmar a Kiev y darle tiempo. Es decir, fingían trabajar concienzudamente en dirección a Ucrania, pero en realidad se dedicaban a una pantomima perjudicial. El problema no es sólo que mintieron, ya todo el mundo está acostumbrado a eso, sino que traicionaron los intereses de Europa, y esta traición es una de las razones de la tragedia.
Los acuerdos de Minsk pasaron a formar parte del sistema de derecho internacional a través de su aprobación por el Consejo de Seguridad de la ONU, lo que significa que estaban sujetos a su cumplimiento obligatorio.
Tanto Hollande como Merkel, y por supuesto los dirigentes italianos, lo sabían perfectamente entonces y lo entienden hoy. Los miembros de la UE, que han violado el derecho internacional y que ahora reconocen abiertamente, se han convertido en cómplices clave de la catástrofe que se ha desatado en Ucrania y, como consecuencia de sus propias acciones, han provocado un conflicto armado en el continente europeo. Si se hubieran aplicado las normas de Minsk, esto habría salvado a Ucrania y, al mismo tiempo, habría aliviado la actual situación poco envidiable de los ciudadanos de la Unión Europea, cuyo bienestar se ha reducido considerablemente debido a las medidas erróneas y, a veces, simplemente criminales de sus dirigentes.
Si analizamos más a fondo, todo esto no fue sólo una traición personal, sino también un reflejo de la pérdida total de independencia en la conducción de una política exterior “soberana”. La Unión Europea como asociación de integración y casi todos sus estados miembros se han convertido en un añadido a la OTAN, siguiendo obedientemente las instrucciones de Washington. En este sentido, la situación en torno al sabotaje y las “investigaciones” en el Nord Streams es más que indicativa.
En confirmación de lo anterior, el secretario general de la OTAN, Rutte, hizo un comentario poco claro sobre si la llamada telefónica de Trump a Putin fue una traición a Ucrania por parte de Occidente o no. Tanto la pregunta como la respuesta son irrelevantes».
Rusia y EEUU discutirán en Arabia Saudita el tema sin el zombi europeo y sin los neonazis del país 404. Es una primera toma de contacto, como muy bien ha dicho el ministro de Exteriores ruso.
Como buen aficionado al ajedrez, se puede interpretar lo que va a salir de esta reunión con un símil ajedrecístico. Rusia y EEUU están poniendo las piezas en su lugar: composición de los equipos negociadores, expertos, influyentes abiertos y encubiertos. Hecho eso, comienza el juego saliendo las blancas (EEUU), con las negras viendo cuál es la apertura para contrarrestar los movimientos. La apertura blanca ha sido exigir un alto el fuego en el país 404, a lo que Rusia ha respondido moviendo un caballo que ha actuado en Kursk, recuperando una aldea que estaba en manos de los neonazis, dos aldeas en Jarkov y tres en Donesk.
Ahí estamos ahora. La partida no va a terminar estos días. Habrá más rondas porque lo que está en juego es demasiado importante como para arriesgarse a que los altos funcionarios fracasen, especialmente en las primeras etapas de las negociaciones. Es por eso que ahora están utilizando equipos tan fuertes de representantes especiales.
Sin embargo, sólo un encuentro cara a cara entre el señor Lobo y el señor Oso marcará el final del juego medio y la transición hacia el juego final. Hay una oportunidad de lograr un resultado. Occidente se conforma con las tablas. Rusia no está jugando para lograrlas, sino para ganar. Por eso la resistencia de unos belicistas agónicos no tendrá precedentes, y eso son los ni-nis europeos en primer lugar.
El Lince
Las conversaciones para acabar la guerra yanqui contra Vietnam duraron 4 años ……………..