JANO MARTÍNEZ REGO. El lobo está dentro de la casa. Sobre la ola reaccionaria y la derechización de los partidos institucionales

Publicado:

Noticias populares

Hace un mes escuchamos un fuerte debate sobre la migración en el Parlamento alemán. En este sentido, el bloque conservador (CDU/CSU) propuso controles fronterizos permanentes, la aceleración de las deportaciones y mayores restricciones de seguridad. La semana pasada, las elecciones en ese mismo país cerraron con un resultado ampliamente favorable a estos discursos de la derecha. Los conservadores alcanzaron el 28,5% de los votos y la extrema derecha duplicó su apoyo. Un resultado que, lejos de ser algo nuevo, apunta a una tendencia evidente que recorre Europa: la derechización de todos los partidos institucionales. Italia, Hungría, Portugal y Francia son ya ejemplos de este camino y de la agenda política que lo acompaña.

Mientras tanto, en EEUU, vemos cómo el sector más reaccionario comienza a implementar las medidas antiproletarias y belicosas que había prometido, profundizando la agenda ya llevada a cabo en los últimos años por Biden. Ejemplos de estas medidas incluyen la adaptación de Guantánamo para albergar a 30.000 inmigrantes irregulares, la petición de que los estados miembros de la OTAN aumenten sus presupuestos militares hasta el 5% del PIB o la defensa de la limpieza étnica en Gaza.

Cualquiera que hoy se sitúe delante de un periódico verá sin lugar a dudas que lo que nuestra generación entendió como un mal del pasado está recuperando fuerza. Los discursos reaccionarios avanzan y empiezan a transformarse en éxitos para la extrema derecha. La sorpresa y la indignación surgen de las plataformas socialdemócratas, que llaman a votar para frenar el fascismo, pero la respuesta no está siendo un aumento de su capacidad para enfrentarlo. Como en el cuento infantil que todos conocemos, Pedro lleva tanto tiempo diciendo que viene el lobo que acaba siendo cómplice de su llegada. La izquierda parlamentaria, que ha liderado las protestas sociales en los últimos años, vive hoy -de forma más o menos evidente- un proceso de descomposición general que alimenta a las fuerzas reaccionarias.

La clase obrera vive desde hace tiempo una ofensiva económica que se ha intensificado en los últimos años. Hablamos de un momento histórico caracterizado por un recorte en las condiciones de vida de las mayorías desposeídas. Esto se refleja en el saqueo de sus salarios y ahorros. Podemos observar el deterioro constante de los servicios públicos, la instauración de empleos precarios y temporales o incluso la imposibilidad de acceder a la vivienda. El deterioro de la atención sanitaria viene acompañado de trabajo inestable, recortes en las pensiones e infiltración policial en los movimientos de base.

Los partidos institucionales nos dicen que esto es sólo una mala racha, que forma parte de un breve momento temporal que pronto se resolverá. Lo cierto es que hay varias generaciones de proletarios que no conocen otra realidad que la crisis. Mujeres jóvenes incapaces de ver una posibilidad de mejora en un mundo donde las noticias comienzan cada día anunciando otra “crisis temporal”.

Para gran parte de los jóvenes trabajadores, la recesión de 2008 fue la primera vez que tuvieron que enfrentarse a esta realidad. Un momento en el que se inició un ciclo político caracterizado por el surgimiento de partidos populistas que canalizaron institucionalmente las protestas protagonizadas por los movimientos sociales del momento.

El resultado de este proceso es bien conocido por todos. En primer lugar, la subordinación política de la mayoría de los movimientos de base al programa de estos partidos y de los de la izquierda tradicional que tanto rechazan. Después de esto, la integración al gobierno y la incapacidad total para llevar a cabo el programa que los llevó al ascenso. El resultado final: el descrédito total de quienes dijeron que querían cambiarlo todo y terminaron siendo una triste decepción. Lo saben bien los vecinos y vecinas de A Coruña que vivieron el desalojo de la Insumisa en 2018 bajo el Gobierno de Xulio Ferreiro, uno de esos “alcaldes del cambio”. También alguien que se enfrentaba a desalojos diarios mientras escuchaba a los portavoces de Bildu gritar a los cuatro vientos que estaban prohibidos.

La deriva del barco de la socialdemocracia condujo a la renuncia política de las bases del ciclo anterior. Quienes depositaron grandes esperanzas de cambio en su voto, hoy no ven salida a males que, lejos de solucionarse, siguen viviéndose en carne propia.

Esta situación, la ofensiva económica generalizada y la despolitización masiva de los sectores tradicionales de los que vivía la izquierda, generan el caldo de cultivo ideal para estos lobos reaccionarios. Cuando la salida progresista fracasa, la salida reaccionaria aparece como el único camino para cada vez más personas.

El fracaso de los proyectos progresistas es uno de los factores que llevaron a Weidel la semana pasada a conseguir los mejores resultados históricos de la formación de extrema derecha alemana. Este éxito se construyó sobre las ruinas de un gobierno de coalición progresista impotente ante la grave recesión económica que vive Alemania, un país que por primera vez en este siglo ha experimentado una caída del PIB durante dos años consecutivos.

La reacción aparece en nuestra sociedad cuando, ante la amenaza al nivel de vida de las clases medias, los caminos progresistas ya no parecen caminos seguros. Así, se están generalizando discursos que entienden que esta ofensiva es una corrupción de un orden natural armonioso (en el que tenían mejores condiciones) y buscan responsables de dicha alteración. Es fácil rastrear estos discursos para descubrir que los enemigos son siempre las capas más desfavorecidas de nuestra clase.

La forma más común de este supuesto enemigo hoy en día es el proletariado migrante. Un ejemplo es el debate sobre la migración en Alemania con el que se abre este artículo, pero vemos que el racismo también está creciendo en las ciudades de nuestro territorio. Todo esto, mientras la semana pasada veíamos cómo un grupo de migrantes en Ordes se encontraba en una situación de absoluta miseria y sobreexplotación. De la misma manera, vemos cómo la agenda de la extrema derecha llega a todos los partidos, incluidos los progresistas. Así, mientras el gobierno progresista carga contra la derecha, no duda en militarizar las fronteras, convirtiéndolas en un cementerio masivo para migrantes.

La lógica que subyace a este proceso es la defensa de un retorno a un orden jerárquico natural a través de medidas antiproletarias. Un orden en el que ciertas capas de la sociedad vuelven a un mejor nivel de vida a costa de tener todavía a muchos por debajo de ellas: inmigrantes, mujeres, personas LGTB…

Los caminos que se defienden para intentar volver a este momento están siendo lo más deplorables posibles y generan un sentido común favorable a medidas ampliamente autoritarias y represivas. Todo esto complementa la ofensiva económica contra el proletariado con una fuerte ofensiva política y cultural.

A nivel internacional estamos asistiendo a una rápida expansión de estas ideas en todas las esferas de nuestra vida. La pregunta que no podemos seguir eludiendo es: ¿qué herramientas tenemos hoy para enfrentar la expansión de las ideas reaccionarias?

Lo que nos quieren vender es que debemos volver a confiar en estructuras socialdemócratas completamente decadentes. Sus portavoces dicen que nuestra victoria depende de resucitarlos, pero seguimos viendo cómo ellos mismos van virando hacia la derecha junto con la sociedad en su conjunto.

En un futuro próximo veremos a exdiputados del BNG aparecer en los periódicos defendiendo a gritos la necesidad de una policía gallega y al Gobierno progresista mostrando lealtad a la agenda bélica de Europa. Mirando más lejos vemos como en Europa la tendencia es la misma. En Alemania, el ex ministro de Asuntos Exteriores de los Verdes (a quien Sumar apoyó) hizo una abierta defensa del genocidio contra el pueblo palestino, un discurso que Die Linke también apoya. La ex canciller alemana también defendió, en la portada de una de las revistas más importantes de Europa, la necesidad de una deportación a gran escala, acercando su discurso a los reaccionarios que dice combatir.

En resumen, vemos cómo todos los partidos institucionales, incluida su ala izquierda, están viviendo un proceso de derechización. Esto, sumado a la descomposición de las propias estructuras de nuestra clase, nos deja en un estado de completa orfandad política. La tarea de recomponer una verdadera fuerza de oposición a la reacción, al sistema que la genera y a los políticos que la apoyan; Avanzar hacia la construcción de una verdadera alternativa política parece hoy complejo. ¿Pero qué otras vías nos quedan? Cualquier otra cosa equivaldría a doblegarse ante las fuerzas reaccionarias que están arrasando Europa. Sin enfrentarnos al sistema que los genera, no desaparecerán.

Llevamos demasiados años yendo a las urnas enfrentándonos a la amenaza de un lobo que ya está dentro de nuestra casa. Sin embargo, no podemos seguir confiando en quienes acabaron abriéndole la puerta. Debemos ser nosotros mismos, como clase, quienes construyamos la herramienta que nos permita desecharla para siempre.

————————————–

O lobo está dentro da casa. Sobre a vaga reaccionara e a dereitización dos partidos institucionais

Hai un mes escoitabamos no Parlamento alemán un forte debate sobre migración. Neste, o bloque conservador (CDU/CSU) propoñía un control fronteirizo permanente, a aceleración das deportacións e maiores restricións en seguridade. A semana pasada as eleccións nese mesmo país pecháronse cun resultado amplamente favorable para estes discursos da dereita. Os conservadores alcanzaron o 28,5% dos votos e a extrema dereita duplicou o seu apoio. Un resultado que, lonxe de supor algo novidoso, sinala unha evidente tendencia que percorre Europa: a dereitización do conxunto dos partidos institucionais. Italia, Hungría, Portugal ou Francia xa son exemplos deste camiño e da axenda política que o acompaña.

Mentres tanto, vemos nos E.E.U.U. como o sector máis reaccionario comeza a aplicar as medidas anti-proletarias e belicosas que prometera, afondando na axenda xa levada a cabo nos últimos anos por Biden. Son exemplo destas medidas a adaptación de Guantánamo para albergar a 30.000 migrantes irregulares, a petición de que os estados membros da OTAN aumenten os seus orzamentos militares a un 5% do PIB ou a defensa dunha limpeza étnica en Gaza.

Quen se poña diante dun xornal hoxe verá innegable que aquilo que a nosa xeración entendía como un mal do pasado está volvendo tomar forza. Os discursos reaccionarios avanzan e están comezando a transformarse en éxitos para a extrema dereita. A sorpresa e a indignación aflora nas tribunas socialdemócratas, que nos chama a votar para frear ao fascismo, pero a resposta non está sendo un aumento da súa capacidade para confrontalo. Como no conto infantil que todas coñecemos, Pedro leva tanto tempo dicindo que o lobo está vindo que termina amosándose cómplice da súa chegada. A esquerda parlamentaria, esa que liderou as protestas sociais nos últimos anos, vive hoxe -dun xeito máis ou menos evidente- un proceso de descomposición xeral que está alimentando ás forzas reaccionarias.

A clase traballadora hai tempo que vive unha ofensiva económica, a cal se vai intensificando nos últimos anos. Falamos dun momento histórico caracterizado por un recorte nas condicións de vida da maioría desposuída. Isto concrétase no saqueo aos seus salarios e aforros. Podemos observar o constante empeoramento dos servizos públicos, o asentamento da precariedade e temporalidade laboral ou mesmo a imposibilidade de acceder a unha vivenda. Unha sanidade deteriorada chega da man dun traballo inestable, dun recorte nas pensións e de infiltracións policiais nos movementos de base.

Os partidos institucionais véndennos que isto é tan só unha mala racha, que fai parte dun breve momento temporal que xa se solucionará. O certo é que existen diversas xeracións de proletarias que non coñecen outra realidade que non sexa a crise. Mozas que son incapaces de ver unha posibilidade de mellora nun mundo no que os telexornais abren diariamente anunciando outra “crise temporal”.

Para gran parte da mocidade traballadora a recesión do 2008 foi o primeiro momento no que tiveron que enfrontar esta realidade. Un momento no que se iniciou un ciclo político caracterizado polo xurdimento de partidos populistas que canalizaron institucionalmente as protestas levadas a cabo polos movementos sociais do momento.

O resultado deste proceso é ben coñecido por todas. En primeiro lugar, a subordinación política da maioría dos movementos de base ao programa destes partidos e aos da esquerda tradicional que tanto rexeitaban. Tras isto, a integración no goberno e a incapacidade total de levar a cabo o programa que os levou ao ascenso. O resultado final: o descrédito total de quen dicía querer mudalo todo e rematou por ser unha triste decepción. Saben ben isto as veciñas da Coruña que viviron o desaloxo no 2018 da Insumisa baixo o goberno de Xulio Ferreiro, un deses “alcaldes do cambio”. Tamén quen se enfrontaba a desafiuzamentos diarios mentres escoitaba aos portavoces de Bildu berrar aos catro ventos que estaban prohibidos.

O barco á deriva da socialdemocracia conduciu á renuncia política ás bases do anterior ciclo. Aquelas que depositaron no voto grandes esperanzas de cambio, hoxe non ven saída a uns males que, lonxe de ser solucionados, seguen vivindo en primeira persoa.

Esta situación, a ofensiva económica xeralizada e a masiva despolitización dos sectores tradicionais dos que vivía a esquerda, xeran o caldo de cultivo idóneo para eses lobos reaccionarios. Cando a saída progresista fracasa a saída reaccionaria aparece como a única vía para cada vez máis persoas.

O fracaso dos proxectos progresistas é un dos factores que levaron a semana pasada a Weidel a acadar os mellores resultados históricos da formación alemá de ultradereita. Este éxito construíuse sobre as ruínas dun goberno de coalición progresista impotente ante a forte recesión económica que vive Alemaña, un país que toca por primeira vez neste século a caída do PIB por dous anos consecutivos.

A reacción aparece na nosa sociedade cando, ante a posta en risco do nivel de vida das clases medias, as vías progresistas xa non parecen camiños seguros. Así, xeralízanse discursos que entenden que esta ofensiva é unha corrupción dunha orde natural harmónica (na que tiñan mellores condicións) e buscan culpables de dita alteración. Resulta sinxelo rastreando estes discursos atopar sempre que os inimigos son as capas máis desposuídas da nosa clase.

A forma máis común deste suposto inimigo na actualidade é o proletariado migrante. É exemplo o debate sobre migración en Alemaña co que abría este artigo, pero vemos que o racismo tamén está medrando nas vilas e cidades do noso territorio. Todo isto, mentres a semana pasada viamos como se atopaba un grupo de migrantes en Ordes nunha situación de absoluta miseria e sobre-explotación. De igual forma vemos como a axenda da extrema dereita chega a tódolos partidos, incluídos os progresistas. Así, mentres o goberno progresista carga contra a dereita non dubida en militarizar unhas fronteiras converténdoas nun cemiterio masivo de migrantes.

A lóxica que subxace a este proceso é a defensa da volta a unha orde xerárquica natural mediante medidas anti-proletarias. Unha orde na que certas capas da sociedade volven a un mellor nivel de vida a costa de ter aínda a moitos por abaixo delas: aos migrantes, ás mulleres, ás persoas LGBT…

As vías que se defenden para intentar volver a este momento están sendo o máis depreciables posibles e xeran un sentido común favorable a medidas amplamente autoritarias e represivas. Todo isto, complementa á ofensiva económica contra o proletariado cunha forte ofensiva política e cultural.

Internacionalmente asistimos a unha expansión rápida destas ideas en todas as esferas das nosas vidas. A pregunta que non podemos seguir eludindo é: que ferramentas temos hoxe para confrontar a expansión das ideas reaccionarias?

O que se nos busca vender é que debemos volver a depositar a nosa confianza en estruturas socialdemócratas en completa descomposición. Os seus voceiros din que a nosa vitoria depende de resucitalas, mais non paramos de ver como elas van xirando cara á dereita co conxunto da sociedade.

No máis próximo vemos a ex-deputados do BNG saír en xornais a defender a todo pulmón a necesidade dunha policía galega e ao goberno progresista amosar lealdade á axenda belicosa de Europa. Afastando a mirada vemos como en Europa a tendencia está sendo a mesma. En Alemaña a antiga ministra de Exteriores dos Verdes (a quen Sumar apoiou) realizou unha defensa aberta do xenocidio contra o pobo palestino, un discurso que sostén tamén Die Linke. Tamén o antigo chanceler alemán defendeu, na portada dunha das revistas líderes en Europa, a necesidade dunha deportación a gran escala, achegando o seu discurso aos reaccionarios que di combater.

En definitiva, vemos como todos os partidos institucionais, tamén a súa á esquerda, están vivindo un proceso de dereitización. Isto, sumado á descomposición das estruturas propias da nosa clase, déixanos nun estado de plena orfandade política. A tarefa de recompoñer unha verdadeira forza de oposición á reacción, ao sistema que a xera e aos políticos que o sosteñen; de volver a camiñar cara a construción dunha verdadeira alternativa política, parece hoxe complexa. Pero que outras vías nos quedan? Calquera outra cousa sería dobregarnos ante as forzas reaccionarias que percorren Europa. Sen confrontar o sistema que as xera, estas non van desaparecer.

Levamos demasiados anos acudindo as urnas ante a ameaza dun lobo que xa se atopa dentro da nosa casa. Con todo, non podemos seguir confiando naqueles que lle terminaron por abrir a porta. Debemos ser nós mesmas, como clase, quen constrúa a ferramenta que nos permita botalo para sempre.

  • Jano Martínez Rego (@milgaivotas) es militante de Creba Socialista

(praza.gal)

DEJA UN COMENTARIO (si eres fascista, oportunista, revisionista, liberal, maleducado, trol o extraterrestre, no pierdas tiempo; tu mensaje no se publicará)

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Últimas noticias

«Palestina y Nicaragua tenemos una historia larga de lucha por nuestra independencia»

El Gobierno de Nicaragua demandó la paz en la Franja de Gaza y el derecho al Estado libre de Palestina, durante una manifestación en calles céntricas de Managua, en la que participó el canciller Valdrack Jaentschke.

Le puede interesar: