En relación con las especulaciones aparecidas en los medios de comunicación sobre la posible transferencia de la central nuclear de Zaporozhye a Ucrania o el establecimiento de algún tipo de “control conjunto” con Ucrania o los Estados Unidos de América o con representantes de organizaciones internacionales con respecto a dicha central, quisiéramos aclarar lo siguiente.
La central nuclear de Zaporozhye es una instalación nuclear rusa. Como consecuencia de los referéndums celebrados a finales de septiembre de 2022, la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk y las provincias de Jersón y Zaporozhye pasaron a formar parte de la Federación de Rusia como entidades de pleno derecho. El 5 de octubre de 2022, el Presidente de la Federación de Rusia firmó el Decreto núm. 711, relativo a las peculiaridades de la disposiciones jurídicas específicas que rigen el uso de la energía atómica en el territorio de la provincia de Zaporozhye, que garantizaba el estatus de la central nuclear de Zaporozhye como instalación sometida a la jurisdicción rusa.
La restitución de esta central al sector nuclear ruso es un hecho consumado que la comunidad internacional no tiene más que reconocer. La transferencia de la propia central nuclear de Zaporozhye o de su control a Ucrania o a cualquier otro país es imposible.
Todos los empleados que trabajan en la central son ciudadanos de la Federación de Rusia y no se puede jugar con sus vidas, especialmente si se tienen en cuenta las atrocidades que los ucranianos han cometido y siguen cometiendo en el territorio de nuestro país.
También es inadmisible la explotación conjunta de la central nuclear de Zaporozhye con cualquier Estado. No existen precedentes de este tipo en la práctica mundial. Si ese fuera el caso, resultaría imposible, por ejemplo, garantizar adecuadamente la seguridad nuclear física y tecnológica o resolver cualquier problema de responsabilidad civil por daños nucleares. Otro aspecto importante es la estrecha cooperación que las agencias de inteligencia de los países de la OTAN, que cuentan con un impresionante potencial para realizar actos de sabotaje, mantienen con Ucrania, lo cual hace imposible que se permita la admisión ni siquiera temporal de representantes de esos Estados en la central nuclear de Zaporozhye.
También parece absurdo considerar la posibilidad de que cualquier organización internacional tome parte en la explotación de la central, ya que ni el mandato ni las competencias de ninguna de ellas les autorizan a participar en la explotación de instalaciones nucleares.
De conformidad con el derecho internacional, incluidas las principales convenciones al respecto, la responsabilidad principal de garantizar la seguridad nuclear física y tecnológica de las instalaciones nucleares recae en los propios Estados en cuyo territorio se encuentran. En el caso de la central nuclear de Zaporozhye, esa responsabilidad corresponde a la Federación de Rusia, y no puede ser de otro modo.