
Orfilio Peláez (Granma).— Tutora de unas 40 tesis de pregrado y posgrado, la doctora en Ciencias Matemáticas Aymeé de los Ángeles Marrero Severo supo desde niña que sería maestra.
«Tuve excelentes profesores, que mucho influyeron en mi temprana vocación hacia el magisterio.
«En la época en que cursaba el preuniversitario, era común para alumnos de alto rendimiento tener la opción de hacer estudios superiores en los países del campo socialista. Pedí la carrera de Matemática en la Universidad Estatal de Odesa, asignatura por la cual sentí siempre particular predilección, al igual que hacia las restantes materias de ciencias.
«Las vivencias en la antigua URSS resultaron impresionantes. Me enfrenté a un sistema de enseñanza muy superior, sobre todo en Matemática Teórica y, por supuesto, a las costumbres de una cultura diferente a la nuestra. Si tengo que elegir, me quedo con lo que aquella experiencia aportó a mi crecimiento como persona y en lo profesional».
Según detalló a Granma, al regresar a Cuba tuvo varias propuestas de trabajo, entre ellas la de impartir docencia en la Facultad de Matemática y Computación, de la Universidad de La Habana (UH).
«Acepté de inmediato, y comencé a dar clases en 1982, hasta hoy. Ser profesora universitaria es un privilegio, porque tienes que estar aprendiendo cada día, actualizar tus conocimientos de manera continua; así te lo exige la interacción diaria con los alumnos.
«Nuestra Facultad tiene, en mi criterio, uno de los mejores colectivos estudiantiles del país, además de un magnífico claustro. Puedo asegurar que somos una verdadera familia».
En sus 43 años de labor, la profesora Aymeé de los Ángeles ha ocupado allí importantes responsabilidades; entre ellas la de vicedecana de Investigaciones, Posgrado y Relaciones Internacionales; jefa del Departamento de Matemática Aplicada; presidenta del Tribunal de Categorías Superiores; y miembro del jurado que evalúa las tesis de Licenciatura en Matemática y Ciencia de la Computación.
Jubilada en octubre de 2018, pero vuelta a contratar, es miembro activo del Consejo Científico de su Facultad, y en 2024, recibió la categoría honorífica de Profesor de Mérito de esa casa de altos estudios.
Más allá de la docencia, posee un impresionante currículo en temas de investigación vinculados, principalmente, con la modelación matemática aplicada a las ciencias biomédicas. Desde 2006 coordina el Grupo de Investigación Modelación Biomatemática, de la Facultad de Matemática y Computación.
«Me incorporé a esa apasionante línea de trabajo hace más de 25 años, gracias a la colaboración de un gran matemático y profesor (ya fallecido), el doctor Héctor de Arazoza, y del doctor Jorge Pérez, del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK). Ellos me adentraron en la modelación de la detección del VIH/Sida.
«He participado en múltiples proyectos internacionales y nacionales sobre el tema, entre ellos, los emprendidos con la Universidad de Málaga, en España; la Universidad de Goiás, en Brasil, y en los vinculados al Programa Nacional de Ciencias Básicas, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).
«Modelar matemáticamente es “traducir” al lenguaje de variables, funciones y ecuaciones, fenómenos de diversas áreas de la vida. Esta ciencia es temida e incomprendida por la mayoría y, aunque hemos avanzado en los últimos tiempos, debido al desarrollo de la computación, no se aprecia en su justo valor cuánto puede ayudar en el progreso de la sociedad.
«Pueden modelarse no solo procesos industriales, tecnológicos, biológicos, bioquímicos, atmosféricos, sino de lenguaje, musicales, artísticos. Es decir, brinda herramientas para la comprensión, manejo y solución de disímiles problemas en cualquier esfera.
«La modelación matemática permite, por ejemplo, caracterizar la dinámica de transmisión de una dolencia infectocontagiosa, identificar las tasas de propagación, de recuperación, analizar la influencia de esos factores sobre el contagio y predecir el comportamiento de una enfermedad, diseñando estrategias de control.
«En el caso particular del VIH, lo que modelamos inicialmente fue la estrategia de detección de seropositivos, a través de la técnica de búsqueda de parejas. Los resultados validaron la eficiencia de este proceder y contribuyeron a que Cuba tuviera una baja tasa de transmisión, a pesar de encontrarse en un entorno geográfico que era el segundo en contagio a escala mundial.
«También la empleamos en dengue, Zika. Lamentablemente, muchas de nuestras investigaciones sobre esas experiencias, publicadas en revistas de impacto internacional, no se tomaron en cuenta, –como debió ser–, en nuestro país.
«Un cambio radical en la valoración, aplicación y visibilidad pública de los modelos matemáticos ocurrió con la pandemia de la covid-19, lo cual tributó a la toma de decisiones al más alto nivel, y al control de la enfermedad».
Premio Nacional de Innovación Tecnológica 2021 y Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba 2020 (los recibió como parte de un colectivo de autores), la profesora Marrero Severo afirmó que en la mayor de las Antillas la disciplina cuenta con profesionales sumamente competentes, pero no se puede ignorar que, en los últimos tiempos nos lacera el éxodo, especialmente al extranjero, de recién graduados muy talentosos.
«Las matemáticas son vitales para la vida moderna. Sin ellas, es imposible hablar de desarrollo científico, de innovación o plantearnos alcanzar soberanía tecnológica, en sectores estratégicos de la economía y la sociedad», afirmó.