Estamos en vísperas de casi todo, comenzando por la de mañana y pasado. ¿Qué simboliza esta celebración del 80 aniversario de la Victoria sobre el fascismo en Moscú, según el testimonio cada vez mayor de los 29 jefes de Estado y 13 destacamentos militares que van a acudir al evento? Para todos una misma cosa: el reconocimiento histórico de lo que ocurrió. Justo lo contrario que en Europa, donde el revisionismo y la falsificación histórica están en auge.
El olvido, la degradación de la memoria histórica, la traición de todo ello por sí solos son indicativos de la mierda cotidiana en la que se vive en Occidente. Es más, la ostentación de todo ello es hoy día el pasaporte para ser alguien en Occidente y se han convertido en el pasaporte seguro para aquellos que en otras partes del mundo aún sueñan con vivir en el «todopoderoso» Occidente.
Estos últimos días han sido, están siendo, muy proclives en elecciones, en resultados, en anulaciones, en investigaciones, en guerras. En Alemania se da carta blanca a los servicios secretos para investigar, infiltrar y lo que haga falta a Alternativa para Alemania por «peligrosa para el orden constitucional». Y lo hacen ahora, cuando es el mayor partido alemán. En Francia se inhabilita a la más votada en las presidenciales por «malversación de fondos». En Rumanía se anulan las elecciones cuando gana un tipo por un supuesto «apoyo financiero y tecnológico de Rusia» que se demostró falso. Son tres casos donde el neofascismo está en auge y se pretende su persecución cuando sus postulados son asumidos sin ninguna traba por unos partidos, sean aparentemente de derechas o aparentemente de «izquierdas», porque han llegado a un nivel en que no son simples marionetas de la plutocracia que gobierna Bruselas.
Esto es un ejemplo de que en Europa hay mucha gente que se opone a la plutocracia sin tener en cuenta las etiquetas de quienes dicen estar a la cabeza de esa oposición. No se vota al neofascismo -producto, a su vez, de la falsificación histórica a la que asistimos- sino contra unas políticas económicas y sociales muy concretas. Es sí, la respuesta clásica de todo un orden social al sentimiento universal de empobrecimiento y pérdida de hegemonía sobre el resto del mundo. Dos cosas que se entrelazan y que encuentran como común denominador a los emigrantes, sin tener en cuenta que buena parte del «estado del bienestar» de que se ha disfrutado hasta el 2008, cuando la primera gran crisis del capitalismo lo dejó desnudo, se ha debido a las políticas depredadoras practicadas contra los países más débiles (así como, obviamente, del poder de negociación y de conflicto de los trabajadores).
Pero esto tiene un doble cariz porque tiene consecuencias. Son otras de las manifestaciones del gran capital para controlar a la gente. No es el momento ahora de ahondar en ello.
Sí lo es el añadir algo más al todo apenas comienza. Ayer el bocazas Trump, tan ávido de triunfos, anunció varias cosas, correctas e incorrectas (como lo de la «rendición» de mis amigos en zapatillas, los hutíes de Ansarolá), y dejó una duda que revistió de sorpresa: «esta semana habrá un gran anuncio de una gran importancia». Lo dijo anunciando una visita a varios países del Golfo (Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos) entre los días 13 y 16 de este mes. No hace falta ser un lince para aventurar que a lo que se está refiriendo es a una reunión con Putin, lo más probable en los Emiratos Árabes Unidos.
¿Qué me lleva a decir esto? Pues he consultado la bola de cristal. Fuera de bromas, la semana pasada visitó Moscú uno de los hijos del emir de los EAU. Luego, Putin habló con el emir, y el emir con Trump. Esto solo indica lo anterior: Trump y Putin se verán allí. No será una cumbre como tal, sino un encuentro personal porque la cosa que pretendía Trump en el país 404, antes conocido como Ucrania, está estancada (eso de la paz en 24 horas, luego en 100 días, luego en la Pascua, luego…) y Rusia quiere darle algo de aire a un Trump que lo necesita como el comer.
Es un retroceso respecto a la postura rusa, que siempre había dicho que era necesario un trabajo primero con especialistas y salvo que se haya hecho, que pudiera o pudiese, la cumbre no tendrá ningún interés. Así que solo encuentro como razón válida lo anterior, que Trump reciba algo de aire. Y esto explica el por qué del alto el fuego de estos días en el país 404. No solo tiene que ver con la fecha ni con la celebración en Moscú, sino con esa reunión pocos días después. Si el país 404 no la cumple, y no la está cumpliendo ya, Putin le dirá «¿lo ves?». Aunque siempre cabe la posibilidad de que el país 404, de la mano de los europeos (Gran Bretaña y Francia, sobre todo) hagan todo lo posible por impedir dicha reunión intentando demostrar a Trump que no los controla. Son hipótesis, pero no descartables en absoluto y que darían pie a que Rusia aumentase el dolor.
Por el momento, el país 404 ha realizado el mayor ataque con drones de todo este conflicto, con 524 en vuelo, derribados casi todos. Rusia dice que hubo algunas explosiones pero que con tal masa de drones «el resultado de la incursión fue extremadamente limitado». Al mismo tiempo, Lituania y Letonia han impedido que por sus territorios volasen los aviones presidenciales de Serbia y de Eslovaquia, cuyos presidentes acuden a los actos de pasado mañana en Moscú, y a donde llegarán por vías alternativas como Azerbaiyán.
En Rusia hay una pelea clara entre quienes aún piensan que Trump realmente quiere mediar y quienes, como los militares, consideran que es parte del problema. Por el momento lo que se ve es que contrariamente a lo que dice, Trump no ha sido capaz de avanzar en nada. Está en una situación sin salida. No tiene tanta influencia como piensa y cuenta con mucha más resistencia de la que esperaba, tanto dentro como fuera de EEUU. La mirada de casi todo el mundo está en las elecciones intermedias de 2026 y alargar el conflicto en el país 404 hasta entonces es la meta no reconocida por europeos y demócratas estadounidenses, además de una parte del Partido Republicano. Por eso intuyo que habrá esa reunión con Putin. Porque la necesita para su maltrecha imagen.
Me puedo equivocar, por supuesto, con esta reunión. La bola de cristal que consulto no es infalible y ya ha fallado otras dos veces. Igual es que voy perdiendo facultades y confundo las señales. Veremos.
El Lince