Las bases norteamericanas en suelo andaluz se están usando para la criminal guerra de agresión sionista contra Irán

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Juanlu González (biTS rojiverdes).— Tres destructores estadounidenses —el USS Arleigh Burke, el USS Paul Ignatius y el USS Oscar Austin— desplegados habitualmente en la Base Naval de Rota (Andalucía) como parte del escudo antimisiles de la OTAN, están en estos momentos ubicados frente a las costas de Israel tomando parte en la guerra contra Irán.

 

Su objetivo jamás ha sido proteger a Andalucía o al Estado español, eso es pura falacia, burda propaganda. En estos días se puede comprobar claramente el uso real para el que el escudo fue concebido: interceptar misiles iraníes lanzados en respuesta al ataque ilegal de Israel contra la República Islámica. Y si pensáis que un grano no hace granero, este no es un hecho aislado: en 2024, durante la agresión israelí contra el Líbano, estos barcos ya habían sido movilizados desde Rota para respaldar operaciones bélicas norteamericanas en Oriente Medio. Además, los destructores de clase Arleigh Burke han sido utilizados históricamente en ataques contra Siria o Libia, o han formado parte de operaciones respaldadas por Estados Unidos, incluyendo el despliegue del USS Donald Cook en 2017 tras las amenazas de Trump a Rusia .

Además de los destructores, durante estos días España también alberga aviones cisterna Boeing KC-135  en las bases estratégicas de Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera (Sevilla). Según fuentes oficiales, al menos 30 aviones cisterna han sido desplegados desde EE.UU. hacia estas instalaciones como parte de los preparativos para una posible ofensiva aérea contra Irán. Estos aparatos son clave para prolongar el alcance de cazas como los F-15 o F-35, cuyo radio de combate es insuficiente para alcanzar objetivos iraníes sin reabastecimiento en vuelo.

Este despliegue refuerza la dependencia de España de la maquinaria militar estadounidense. La Base de Rota, además de ser sede del escudo antimisiles, actúa como hub logístico principal para operaciones en Oriente Medio, incluyendo el puente aéreo de suministros y personal militar. Este rol estratégico no solo expone al país a riesgos en caso de escalada, sino que también convierte a España en cómplice de una política exterior que viola el derecho internacional y respalda crímenes de guerra, como los cometidos por Benjamín Netanyahu en la Palestina ocupada.

La presencia de estas instalaciones norteamericanas en suelo español tiene precedentes históricos: durante la invasión de Irak en 2003, Morón y Rota albergaron KC-135 y sirvieron como centros de mando, un modelo que hoy se repite con mayor intensidad. Aunque el Gobierno español asegura actuar «dentro de los límites del acuerdo bilateral de defensa de 1988», la realidad es que estas bases facilitan intervenciones que contradicen los principios de soberanía y no intervención que debería defender un Estado democrático.

Es hora de retomar con fuerza la lucha contra las bases norteamericanas y contra la OTAN, una organización que, según múltiples análisis, ha dejado tras de sí millones de víctimas en conflictos recientes, desde Afganistán hasta Libia, pasando por Siria e Irak. La escalada con Irán, un país que carece de capacidad para atacar directamente a España, pone de relieve la urgencia de un debate ciudadano: ¿queremos seguir siendo trinchera de los intereses imperiales de EE.UU.?  La situación exige cerrar inmediatamente las bases norteamericanas, abandonar la OTAN y construir una política exterior independiente, centrada en la paz y el respeto a los derechos humanos, no en la complicidad con regímenes agresores que, bajo el manto de una supuesta democracia, practican el más abyecto terrorismo de estado.

Por si fuera poco, la pertenencia a este organismo belicista y agresor está provocando un enorme deterioro en el ya exiguo estado de bienestar del que disponemos, dirigiendo inversiones productivas de sanidad, educación o cultura hacia un gasto militar despilfarrador e inútil. Esta escalada bélica, largamente buscada con argumentos torticeros por unos líderes europeos que no están capacitados para dirigir ni una comunidad de vecinos, nos va a sumir en una crisis social de primer orden cuyos primeros efectos ya se están notando en toda la Unión. La crisis de crecimiento europea, la escalada de la inflación, el aumento de los gastos en energía, la desindustrialización, el paro… que ahora sufrimos son consecuencia de la política de sanciones a Rusia con el pretexto de una guerra provocada deliberadamente por la OTAN (especialmente por EEUU) en suelo ucraniano de la que no quieren bajarse a pesar de que está absolutamente perdida desde hace mucho y que pretenden mantener viva a base de insuflar recursos económicos de los que no disponemos a pesar de que la UE es, con diferencia, el primer damnificado de toda esta sinrazón.

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