
El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, contradijo el jueves la declaración del presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump, quien afirmó que Washington planeaba mantener conversaciones con Irán la próxima semana.
“Irán no tiene actualmente ningún plan para reunirse con Estados Unidos”, refirió el ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi.
El canciller iraní refirió que Teherán está valorando si las conversaciones con Estados Unidos son de su interés, luego de cinco rondas de negociaciones realizadas previo a los ataques de Israel y la complicidad de Estados Unidos.
«No se tomen sus palabras demasiado en serio. No se ha llegado a ningún acuerdo para iniciar las negociaciones. Estamos considerando qué camino tomar en función de los intereses de Irán”, manifestó Abbas Araghchi.
En cuanto a la política de máxima presión que EE.UU., para impedir a Irán ejercer sus derechos, aseguró que “también intentaron persuadirnos para que renunciáramos a nuestros derechos durante las negociaciones, pero al no lograr el resultado deseado, emplearon medios militares contra la nación iraní. Defendimos los derechos de la nación iraní durante las negociaciones. Al no alcanzar un resultado, dieron vía libre al régimen sionista para atacar a Irán”.
Estados Unidos e Israel aseguraron que las agresiones intentaban detener la capacidad de Irán de producir armas nucleares, en tanto Irán afirma que su programa nuclear está dirigido exclusivamente al uso civil.
El canciller aseveró que los daños causados a las instalaciones nucleares «no fueron pequeños» y que las autoridades correspondientes consideran el nuevo contexto del programa nuclear iraní que fundamentará la futura postura diplomática de Irán.
El 22 de junio pasado, EE.UU. bombardeó las instalaciones de Natanz, Isfahán y Fordó. Recientes informaciones confirman que estos emplazamientos podrían retomar en breve tiempo su programa nuclear con carácter pacífico.
Teherán denunció como una agresión ilegal los recientes ataques de Estados Unidos contra sus instalaciones nucleares pacíficas, que se encontraban bajo supervisión de la OIEA, y responsabilizó a Washington de quebrar su soberanía, la Carta de la ONU y el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).