Manlio Dinucci (Red Voltaire).— El presidente estadounidense Donald Trump declaraba el 20 de junio que se tomaría 2 semanas para decidir si atacaba o no la República Islámica de Irán.
Pero los datos de seguimiento de vuelos ya mostraban el traslado de bombarderos estadounidenses hacia el Medio Oriente. Por eso anunciamos el inminente ataque de Estados Unidos contra Irán en nuestra emisión de Grandangolo, en la noche del 20 de junio. El ataque se concretó 24 horas después de nuestro anuncio. Y, en su discurso a la nación, el 21 de junio, Trump declaraba:
«Esta noche puedo informar al mundo que los ataques han sido un éxito militar espectacular. Las principales instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán han sido completa y totalmente arrasadas. Irán, el abusador del Medio Oriente, tiene ahora que hacer la paz. Si no lo hace, los ataques futuros serán mucho más grandes y mucho más fáciles.»
Trump pasa por alto la historia de cómo «el abusador del Medio Oriente» inició su programa nuclear.
En 1952, el primer ministro de Irán, Mohammad Mossadeg, democráticamente electo, nacionaliza la compañía británica que monopolizaba el petróleo iraní. En 1953, Mossadeg es arrestado y derrocado durante un golpe de Estado organizado por la CIA estadounidense y el MI6 británico.
Estados Unidos y Gran Bretaña mantienen en el trono al Shah Reza Pahlevi, garante de sus intereses, quien instaura en Irán un duro régimen represivo e inicia la occidentalización forzosa del país. Es entonces cuando el presidente estadounidense Dwight Eisenhower incluye a Irán en su programa “Átomos para la paz”. El Shah asigna miles de millones de dólares a la compra de una primera instalación nuclear en Estados Unidos, que acoge jóvenes científicos iraníes en cursos especiales de formación nuclear en el Massachusetts Institute of Technology, el célebre MIT.
En 1974, Irán firma con Francia un acuerdo de 4 000 millones de dólares, mediante el cual el régimen del Shah recibe 5 reactores nucleares. El acuerdo no contiene absolutamente ninguna mención que garantice que los reactores no se utilizarían en la fabricación de armas nucleares –Irán ya había firmado, en 1968, el Tratado de No Proliferación.
En 1979, una sublevación popular echa abajo el régimen del Shah Reza Pahlevi y, después de un referéndum popular, se proclama la República Islámica de Irán, bajo la dirección del imam Khomeini.
Ya en el poder, Khomeini nacionaliza nuevamente el petróleo iraní, sustrayéndolo al control de las compañías británicas y estadounidenses. Un año después, instigado por Washington y con la ayuda militar de Estados Unidos, el Irak del presidente Sadam Husein arremete contra Irán, dando lugar a una sangrienta guerra, que se prolonga hasta 1988.
Todos esos acontecimientos, y otros más, ignorados o falsificados por la historiografía de Occidente (ver La otra cara de la Historia) demuestran que lo que la prensa y el pensamiento dominante definen como «el programa nuclear de los ayatolas» en realidad fue puesto en manos del régimen del Shah por Estados Unidos y Francia, los mismos países que permitieron a Israel dotarse de un arsenal nuclear –el único que existe en el Medio Oriente– exento de todo control internacional ya que, a diferencia de Irán, Israel no ha firmado el Tratado de No Proliferación de las armas nucleares.
En su discurso a la Nación, el presidente Trump declara:
«Quiero agradecer y felicitar al Primer Ministro Bibi Netanyahu. Hemos trabajado en equipo como ningún otro equipo lo había hecho antes y hemos recorrido mucho camino para eliminar esta terrible amenaza contra Israel. Quiero dar las gracias a los militares israelíes por el excelente trabajo realizado. Quiero sobre todo felicitar a los grandes patriotas estadounidenses que han piloteado esos magníficos aparatos y a todas las fuerzas armadas de Estados Unidos. No hay un ejército en el mundo que hubiese podido hacer lo que hemos hecho esta noche. Quiero agradecer en particular a Dios. Quiero decir que te amamos, Dios, y que amamos a nuestros grandes militares. Protégelos. Dios bendiga el Medio Oriente. Que Dios bendiga a Israel y que Dios bendiga a Estados Unidos.»
En la cumbre de la OTAN, en La Haya, el presidente Trump declaró que con las bombas utilizadas contra Irán, Estados Unidos puso fin a la guerra, como en 1945, cuando Estados Unidos utilizó bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki.
Contradiciendo sus declaraciones anteriores, esta vez Trump elogió la OTAN por su compromiso, firmando con los 31 países miembros una declaración en la que se afirma que los miembros de la OTAN están «unidos ante las profundas amenazas y desafíos a la seguridad, en particular la amenaza a largo plazo que Rusia plantea para la seguridad euroatlántica. Por eso, los miembros de la alianza se comprometen a invertir anualmente un 5% de su PIB en las necesidades fundamentales de defensa de aquí al año 2035.»
Pero Trump aclaró que ese objetivo del 5% es para sus aliados, no para Estados Unidos, país que seguirá destinando a los gastos militares una suma equivalente a un 3,5% de su PIB.
El gasto militar de Italia en 2025 equivale como promedio a unos 97 millones de euros diarios. Pero dentro de poco, debido al compromiso contraído con la OTAN, habrá que elevarlo a un promedio de 124 millones al día, equivalente a un 3,5% del PIB nacional. El objetivo del 5% que exige Estados Unidos, aceptado por los demás miembros de la OTAN, significa para Italia un gasto militar promedio superior a los 300 millones de euros cada día.
