Elson Concepción Pérez (Granma).— Para los ingenuos –si es que en política puede haber ingenuidad– y para aquellos «dormidos» mediáticamente, que hasta creen en muchas de las promesas de los presidentes de Estados Unidos, serían suficientes dos lecciones relacionadas con el mundo en que vivimos.
Israel, con armas recibidas desde Washington y algunos países europeos, ha masacrado, y sigue haciéndolo, a la población palestina. Solo en Gaza han muerto más de 50 000 civiles, más de la mitad de ellos niños y mujeres.
Aunque el presidente estadounidense, Donald Trump, ha prometido una y otra vez la inmediatez del fin de ese genocidio, recibió el pasado lunes, nuevamente, en la Casa Blanca, al asesino mayor, Benjamin Netanyahu.
El cabecilla sionista, de manos manchadas de sangre y alma carcomida por tantos crímenes sobre sus hombros, se siente seguro con visitas sistemáticas a Washington; allí donde radican quienes financian y sostienen el genocidio, aunque digan otra cosa.
Más de 300 000 millones de dólares suministrados a Israel, para mantener el rumbo de esa cacería humana, parece suficiente dinero como para cargar con la mayor parte de la responsabilidad en la masacre. Y ese «mérito» les pertenece a los gobiernos estadounidenses.
Al mismo Trump le corresponde el haber reconocido a Jerusalén como capital de Israel, pisoteando los acuerdos de la ONU y el pedido de la comunidad internacional, para que se cumpla lo establecido sobre ese sitio sagrado.
El propio Netanyahu, según reportes de RT, ha admitido sin tapujos que su país «había logrado promover leyes en la mayoría del territorio de Estados Unidos», lo que permite que no se puedan adoptar medidas contra Israel.
Otro hecho, tan reciente como el de este propio martes, es la decisión de Trump de continuar con el envío de armas a Ucrania, lo que equivale a una gran contradicción, pues el mandatario yanqui, más de una vez, ha asegurado que la guerra allí terminaría de inmediato, y ha culpado al Presidente de ese país de gastar grandes sumas de dinero en el conflicto y no favorecer un acuerdo de paz con Rusia.
Ayer, el portavoz ruso, Dmitri Peskov, respecto a la decisión de Trump, dijo: «Es evidente que los envíos continúan, según lo tenemos entendido. Es evidente que los europeos, también activamente, llenan de armas a Ucrania; y es evidente que estas acciones más bien no se enmarcan en los intentos de promover una solución pacífica».
Ambos ejemplos constituyen la expresión más clara de que el Gobierno de Estados Unidos, y Trump de manera particular, están comprometidos con el genocidio israelí y con la continuidad de la guerra en Ucrania.
En ambos casos, es Washington el mayor suministrador de armas y el sostén diplomático, político y económico de la terrible masacre contra los palestinos y la falta de diálogo entre Moscú y Kiev.
