El dirigente sindical panameño Saúl Méndez, líder del combativo Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Similares (Suntracs), llegó a Bolivia, país que le ofreció asilo tras ser víctima de persecución política por el Gobierno de José Raúl Mulino, y desde allí llamó a los sectores populares a la unidad y a la lucha para impedir que les roben la libertad.
A través de un mensaje, Méndez denunció la existencia de una dictadura y de un Ejecutivo aliado de «poderes económicos corruptos», el cual ha «violado la Constitución y la ley».
Acusó a las autoridades de torturar, asesinar, perseguir y masacrar a los manifestantes y a sus líderes, mencionando casos de presos políticos como Jaime Caballero, Genaro López y Eranmo Cerrut. También se refirió a las «destituciones ilegales de docentes», la celebración de «juicios amarillos» y el intento de «disolver al Suntracs». Enfatizó que el actual Gobierno «se roba la democracia» y «quiere imponer una dictadura».
Méndez criticó la venta de soberanía a Estados Unidos a través de la firma de un «memorándum de entendimiento» que condujo a la presencia de tropas norteamericanas nuevamente en su país con la idea de controlar el Canal de Panamá.
Mencionó la imposición de la Ley 462 -que reforma la Caja del Seguro Social- para «robar los fondos del seguro» destinados a las pensiones, así como la intención de construir el «embalse de Río Indio», reactivar la mina de cobre en Donoso y reformar el código de trabajo para que los grandes capitales obtengan más ganancias mientras el pueblo cada vez se empobrece más.
Quieren «robar las libertades democráticas», sentenció el líder sindical, al tiempo que aseguró que el Ministerio Público está siendo controlado y que esperan ver «cómo se comportan los jueces».
Ante ese escenario, Méndez hizo un llamado a la unidad y a la lucha del pueblo panameño, incluyendo a docentes, gremialistas, comunidades indígenas, campesinas y estudiantes.
Desde lo que calificó como una «nueva trinchera», reafirmó su compromiso de seguir firme y digno, junto al pueblo y las organizaciones, para «desmoronar la dictadura que se está imponiendo». La lucha, concluyó, «sigue, y sin lucha no hay victoria».