
Anna Margoliner (@marxoliner).— En un contexto internacional marcado por la agudización de la violencia en Gaza y la creciente presión sobre los organismos multilaterales para adoptar posturas más firmes frente a las violaciones de derechos humanos, la figura de Francesca Albanese se ha convertido en una de las más visibles ─y controversiales─ dentro del sistema de Naciones Unidas.
Jurista italiana y, desde 2022, Relatora Especial sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, Albanese ha denunciado con fuerza y claridad los crímenes cometidos contra el pueblo palestino, desafiando no solo a Israel, sino también a sus principales aliados, como Estados Unidos, lo que le ha valido tanto reconocimiento global como sanciones políticas.
Una trayectoria construida en el derecho internacional
Francesca Albanese nació en Italia y cuenta con una sólida formación en derecho. Estudió Derecho en la Universidad de Pisa y luego obtuvo una maestría en Derechos Humanos en la Universidad de Londres.
Ha trabajado con la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU y con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), además de desempeñarse como investigadora y académica en instituciones como la Universidad de Georgetown y la Universidad de Londres.
Es coautora del libro Palestinian Refugees in International Law (Oxford University Press, 2020), considerado una referencia clave sobre la materia.
Su nombramiento como Relatora Especial fue respaldado por diversos países y organizaciones defensoras de derechos humanos, que valoraron su conocimiento profundo del conflicto palestino-israelí y su compromiso con el derecho internacional.
Un informe que desafía al poder
El 26 de marzo de 2024, Francesca Albanese presentó ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU su informe titulado Anatomía de un genocidio, en el que sostiene que las acciones de Israel contra Gaza desde el 7 de octubre de 2023 constituyen un genocidio, tipificado por al menos tres de los cinco actos prohibidos por la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
En el documento, Albanese argumenta que el genocidio se está llevando a cabo a través de asesinatos masivos, desplazamientos forzados, privación de alimentos y medicinas, y ataques deliberados contra la infraestructura civil.
La relatora recomendó que los Estados impongan un embargo de armas a Israel y reconsideren sus relaciones diplomáticas con el país hasta que cese la agresión. Además, pidió que se suspenda la membresía de Israel en la ONU si continúa violando las normas fundamentales del organismo.
Sanciones de EE. UU., un mensaje político
Las contundentes declaraciones de Albanese no tardaron en generar reacciones. En junio de 2024, el Congreso de Estados Unidos la incluyó en un paquete de sanciones legislativas por “antisemitismo y parcialidad contra Israel”. Aunque las sanciones no tienen un efecto directo en su función en la ONU, sí representan un acto simbólico de censura por parte de una potencia que ha sido históricamente aliada de Israel.
La medida fue ampliamente criticada por organizaciones de derechos humanos, académicos y sectores de la sociedad civil, que la consideraron un intento de silenciar las voces independientes que denuncian crímenes internacionales.
Human Rights Watch y Amnistía Internacional emitieron comunicados expresando su preocupación por el precedente que esto sienta en cuanto a la protección de los expertos de Naciones Unidas frente a represalias políticas.
Reconocimiento y respaldo internacional
Pese a las presiones, Francesca Albanese ha recibido apoyo de numerosos sectores. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha respaldado sus informes, y cientos de académicos y expertos han firmado cartas abiertas en defensa de su independencia y rigor profesional. En Palestina y otros países del sur global, su figura ha ganado una importante legitimidad como una voz comprometida con la justicia y los derechos humanos.
Organizaciones como Al-Haq y el Centro Palestino de Derechos Humanos han elogiado su trabajo, señalando que representa una rareza dentro del sistema multilateral: una experta que se atreve a llamar las cosas por su nombre, sin eufemismos ni diplomacia complaciente.
Las intervenciones de Albanese han tenido un fuerte eco en redes sociales, donde sus declaraciones son ampliamente difundidas por activistas, medios alternativos y organizaciones humanitarias. En distintas ciudades del mundo, su nombre ha sido coreado en manifestaciones a favor de Palestina como símbolo de resistencia institucional.
También ha sido invitada a foros académicos, conferencias y espacios de discusión sobre derechos humanos y derecho internacional humanitario, donde ha defendido con firmeza la necesidad de que el sistema internacional actúe ante crímenes de guerra y genocidio.
El costo de decir la verdad
La figura de Francesca Albanese ilustra los riesgos que enfrentan quienes se atreven a cuestionar los intereses geopolíticos de las potencias en nombre de los derechos humanos. Su trabajo como relatora no solo ha documentado con precisión los abusos en Gaza y Cisjordania, sino que ha evidenciado las limitaciones del sistema internacional para actuar cuando el agresor es un aliado de las grandes potencias.
Albanese ha declarado públicamente que, a pesar de las sanciones y ataques personales, seguirá cumpliendo con su deber: “No se puede ser neutral ante el genocidio. Si callo, soy cómplice”. Sus palabras, y sobre todo sus acciones, han dejado claro que aún existen voces dentro del sistema internacional que se niegan a mirar hacia otro lado.