El pueblo vasco escribe una página histórica de solidaridad internacionalista con Palestina

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Juanlu González (biTs rojiverdes).— La afición vasca ha vuelto a escribir con letras mayúsculas una página de valentía, conciencia y compromiso internacionalista. Este miércoles, en Bilbao, durante la 11ª etapa de la Vuelta a España, el pueblo no solo mostró su pasión por el ciclismo, sino que elevó esa pasión a un acto político de profunda humanidad: una protesta masiva y contundente contra la participación del equipo Israel Premier-Tech en la ronda española, en solidaridad con el pueblo palestino y en denuncia del genocidio que vive Gaza.

 

Fue un día histórico, no por ninguna llegada triunfal a meta, sino por la fuerza moral que desplegó la ciudadanía. Miles de personas, con banderas palestinas, pancartas con mensajes como “Palestina Askatu” y voces unidas, colapsaron las calles de Bilbao para exigir justicia. La magnitud de la protesta fue tal que la organización de la Vuelta se vio obligada a detener la carrera tres kilómetros antes de la meta, cancelando oficialmente la llegada. No hubo ganador, no hubo podio. Pero sí hubo un vencedor moral: el pueblo, la conciencia colectiva que dijo basta al silencio cómplice.

Las imágenes de manifestantes invadiendo la Gran Vía de Bilbao, de la iniciativa Gernika Palestina organizando concentraciones, de mujeres y hombres de todas las edades alzando sus voces contra el genocidio, quedarán grabadas en la memoria colectiva. Como recordó Kiko García, director técnico de la Vuelta: «La situación era incontrolable». Y es que cómo no iba a serlo cuando la indignación moral ante el bombardeo sistemático de Gaza, donde han muerto más de 60,000 personas, desborda cualquier protocolo deportivo.

Este gesto no fue un acto de violencia, sino de resistencia pacífica. Aunque hubo empujones y algunos incidentes con las fuerzas de seguridad, el mensaje fue claro: no se puede normalizar la presencia de un equipo que representa a un Estado que bombardea hospitales, escuelas y familias enteras en Gaza. El equipo Israel Premier-Tech, aunque haya ocultado sobrevenidamente las referencias al país en sus maillots y viaje con seguridad policial reforzada, sigue representando a un régimen que comete crímenes de guerra documentados por Naciones Unidas. Que la Unión Ciclista Internacional (UCI) permita su participación es una burla a los principios más elementales de dignidad humana.

Y es aquí donde la hipocresía institucional se hace insostenible. En 2022, tras la intervención de Rusia en Ucrania para detener la agresión armada de Kiev contra el Donbas, la UCI no dudó en tomar medidas drásticas: suspendió a los equipos nacionales rusos y bielorrusos, retiró eventos del calendario en esos países y revocó licencias a escuadras como Gazprom. Incluso prohibió que los ciclistas rusos y bielorrusos compitieran bajo su bandera.

La UCI ha emitido un comunicado lamentando los incidentes en Bilbao y reafirmando su «compromiso con la neutralidad política». Pero ¿qué neutralidad puede haber cuando se permite que un equipo estatal participe en competiciones internacionales mientras su gobierno perpetra un genocidio documentado por Naciones Unidas? La neutralidad no es un valor en sí mismo; se convierte en complicidad cuando se niega a tomar partido entre el opresor y el oprimido.

El ciclismo, como cualquier deporte, no existe en un vacío. Está inmerso en la política, en la historia, en las luchas sociales. La afición vasca, con su protesta, ha demostrado que el deporte puede ser un espacio de denuncia, de memoria y de justicia. Ha recordado al mundo que no hay neutralidad frente al crimen, y que la solidaridad con Palestina no es una opción, sino una obligación moral.

El pueblo vasco tiene una larga tradición de solidaridad internacionalista. Desde el apoyo a la República Española durante la Guerra Civil, pasando por el rechazo a la dictadura franquista, hasta la defensa de los derechos humanos en todo el mundo, sin olvidar la defensa del Donbas, muy patente en los estadios de futbol, Euskal Herria ha sido siempre un referente de compromiso ético. Hoy, al alzar la voz por Palestina, continúa esa tradición histórica de resistencia contra toda forma de opresión.

Gracias, Bilbao. Eskerrik Asko. Gracias por no mirar hacia otro lado. Gracias por enseñar que el verdadero espíritu del deporte no está en cruzar una meta, sino en defender la dignidad humana. Ayer Palestina ganó la etapa en Euskadi. Y eso es muy importante.

La Vuelta Ciclista a España ha sido testigo de momentos memorables en sus casi cien años de historia, pero ninguno tan trascendental como este en el que el pueblo decidió que no habría carrera mientras el genocidio continúe. En las calles de Bilbao, bajo el lema «Palestina Askatu», se escribió una lección de ética que el deporte mundial no olvidará. Porque cuando la vida humana está en juego, no puede haber neutralidad. Y cuando el pueblo se alza, ni siquiera las instituciones más poderosas pueden detener su voz.

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